La «chica» de Sonic Youth desmonta su mito
"¿Qué se siente al ser la chica del grupo?"Esta pregunta, que centenares de periodistas masculinos han hecho a Kim Gordon durante toda su carrera, ha inspirado el título de la autobiografía de esta bajista, cantante y cofundadora de la influyente banda estadounidense Sonic Youth. Con el título "La Chica del Grupo"(Editorial Contra), Kim, 61 años, se desnuda y va más allá de las clásicas y habituales historias personales de una estrella de rock: el glamour existe pero combinado con dolor, ruido, miseria y mucha -mucha- rabia, informa Efe.
Quizá sea por eso que las memorias empiezan por el final, con el duro y despechado relato del último concierto de Sonic Youth, celebrado en el festival SWU de Sao Paulo (Brasil) en 2011.
Treinta años después de su aparición en Nueva York, el grupo bandera de la música alternativa mundial dejaba los escenarios después de que Kim, tras 27 años de matrimonio con el guitarrista del grupo Thurston Moore, descubriera que su marido "mantenía una relación con otra mujer".
"La pareja a la que todos consideraban feliz y eternamente sólida, que daba esperanzas a los músicos más jóvenes de poder sobrevivir en el loco mundo del rock and roll, ahora no era más que otro ejemplo de mediana edad fallida: una crisis masculina, otra mujer, una doble vida", así lo cuenta en el libro la exesposa de Moore. Todo muy agrio y sucio, como la vida misma.
No se trata, sin embargo, de un ajuste de cuentas. Es más, los fanáticos y admiradores de la banda van a disfrutar de un anecdotario musical con jugosas explicaciones sobre cómo se compuso tal canción, en qué estudio se grabó su primer disco, "Confusion Is Sex", o cuál es la influencia del escritor Philip K. Dick en el inolvidable álbum "Sister".
Junto a esos necesarios detalles de la mitología del rock, Kim se presenta como una mujer vulnerable, asustada durante la infancia por un hermano mayor esquizofrénico, hipersensible y con ganas de reivindicarse como mujer creativa que quiso ser artista "desde los cinco años".
Para explicarse, embarca al lector en un viaje por la California más soleada -"es un lugar de muerte"-, donde creció junto a sus padres -"pertenecían al mundo académico"- y de donde escapa para vivir en Hong Kong, estudiar en Toronto con dos hermanos chilenos y asentarse, por fin, en el Nueva York de Ronald Reagan, gracias a una indemnización de 10.000 dólares por un accidente de tráfico.
"Todo era increíblemente estimulante", dice de una ciudad de los rascacielos que, en aquella época -principios de los ochenta-"estaba al borde de la quiebra".
Allí se junta con su exmarido, monta el grupo de rock más experimental del último tercio del siglo XX y conoce todo el mundo importante en la ciudad. Cindy Sherman, Jean Michael Basquiat, Jeff Koons, Richard Prince o Danny Elfman, se pasean por sus páginas aunque las mejores balas se disparan contra las "estrellas"del planeta pop.
Aquí algunos ejemplos: Johnny Thunders, "yonqui consumido"; Madonna,"es difícil acordarse de una época donde no formara parte de la escena", Billy Corgan (Smashing Pumpkins), "un llorica"o Courtney Love (Hole), "trastorno bipolar".
En esta fase de reparto de calificativos sin pudor, es donde la señora Gordon defiende su amistad con el fallecido Kurt Kobain."Como intérprete, era increíblemente carismático y parecía estar muy en conflicto consigo mismo; siempre recordaré su menudez, su delgadez, su apariencia frágil, como un hombre viejo (?) Kurt sigue moviéndose dentro de mí, y fuera también, a través de su música".
En este plano personal, tampoco hay reparo para contar las dificultades que tiene una mujer que tiene que compaginar la maternidad con el estrellato roquero.
"Los periodistas siempre me habían salido con la misma pregunta: ¿Qué se siente siendo música de rock y además madre? La mismo que cualquier mujer que intente conciliar familia y trabajo?, -era la respuesta- más aburrida que se me ocurría, como correspondía a la pregunta".
También hay espacio defender su línea de moda -X-Girl-, recuperar sus otras aventuras musicales - Body/Head- y mostrar su nueva vida como artista plástica en galerías de renombre internacional
Son maneras de reinventarse como icono, artista y mujer. La chica del grupo, Kim Gordon, desmonta, palabra a palabra, el enigma que durante años nos ha obligado a fijarnos esa mujer que tocaba el bajo en el centro del escenario y que susurraba versos incendiarios bajo una tormenta de ruido y música disonante.