Pepe y Paco de Lucía: el misterio del flamenco en una lata de membrillo
Se publica «Pepito y Paquito», la primera grabación de Pepe y Paco de Lucía, perdida durante más de sesenta años
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Vestían pantalón corto y la mirada limpia e inocente. Solo tenían 13 y 11 años, pero, seguramente, Paco de Lucía ya contaba con callos en los dedos. Era, junto a su hermano Pepe, un niño prodigio, y su padre, Antonio Sánchez –instigador de las durezas digitales del más grande guitarrista de la historia del flamenco–, buscaba dar a conocer su talento. Un día que ya nadie recordaba, Los Chiquitos de Algeciras, que es como se conocía a los hermanos artísticamente, grabaron con un rudimentario magnetofón un rosario de temas de todos los palos. Aquella cinta permaneció guardada en una caja de membrillo, en el olvido, durante más de 60 años. Ahora, con la intermediación de la inteligencia artificial, aparece publicada con el título de «Pepito y Paquito».
Pepe de Lucía recuerda la impresión que tuvo al volver a escuchar esos cortes. «Con sinceridad te digo que sentí que no era yo. Al escuchar esos quejíos, melismas y cadencia... No es un disco cualquiera, es muy tradicional y ortodoxo, pero escuchar a niños que conocieran 39 palos de cante no se ha visto. Ahí es donde está el misterio. Eran dos sabios pequeños», dice el mayor de los dos «chiquitos». La grabación fue, «como todo», iniciativa de Antonio Sánchez, un hombre trabajador («tenía tres empleos»), severo («serio era: si no querías colegio, a trabajar») y que buscaba librar a sus hijos de las penurias que él mismo pasó. No lo logró del todo: «Íbamos en tren a Madrid con una canasta de comida. Vivíamos en la calle Santa Isabel y Paco y yo dormíamos en la misma cama. Comíamos queso y membrillo y dábamos vueltas para poder trabajar y seguir comiendo. Hacíamos programas de televisión, pero no nos llegaba, así que íbamos a un rancho en la calle Echegaray. Mi hermano y yo nos sentábamos en la puerta de los restaurantes de lujo y pedíamos permiso para entrar a cantar. Nos daban propinas y una vez Nati Mistral nos dio 6.000 pesetas».
Pasaron dificultades. «No, mucho más que eso. Hasta que pudimos entrar en el concurso de Jerez en el 62, donde yo logré el primer premio por malagueñas, de 35.000 pesetas, y a Paco le dieron un accésit porque su actuación fue algo extraordinario para un niño de su edad. Le premiaron con otras 12.000. Y pudimos irnos a vivir a Madrid y alquilamos un piso en Ilustración que fue nuestra hasta que la perdí. Esa casa tiene hoy una placa», dice Pepe de Lucía.
El primer trabajo de los Lucía apareció en Hispavox en 1961. Estas grabaciones han sido datadas un año antes, en 1960, y probablemente sean (salvo hallazgo arqueológico) el testimonio más antiguo que hay de Paco de Lucía: un solo maravilloso de «Bulerías Niño Ricardo», mientras que Pepe pone su voz, todavía infantil, al tango «Me falta la resistencia», de La Pirula de Málaga, y a la soleá «Se comerá mi dolor», de Soleares. Las cintas estaban en muy mal estado y tuvieron que ser restauradas pero, algunos fragmentos, hace apenas cinco años no habrían podido salvarse. Una herramienta de Inteligencia Artificial ha permitido separar la guitarra y la voz y limpiar el sonido para que, más de seis décadas después, podamos sorprendernos con el talento de dos chiquitos. Queda, por cierto, más material por aparecer. «Son canciones que fijan una cultura», dice ufano Pepe de Lucía.