Wayne Kramer: «Inspiro a la gente porque me jodí la vida»
El fundador de los míticos y salvajes MC5 resucita a la banda junto a miembros de Fugazi, Soundgarden y Zen Guerrilla.
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El fundador de los míticos y salvajes MC5 resucita a la banda junto a miembros de Fugazi, Soundgarden y Zen Guerrilla.
Legendario sería decir poco. Wayne Kramer lideró MC5, la banda más salvaje, el punk «avant la lettre», los más cafres del rock y con una historia digna de contarse en unas memorias (publicadas en inglés) sobre cómo un chico criado en Detroit, ignorado por su padre, violado por su padrastro, que desarrolla una conciencia obrera y una demente técnica de guitarra, asciende a la portada de «Rolling Stone» para caer en el más miserable olvido. Y más: drogas, adicción, tráfico de cocaína, cárcel y reinserción. Kramer fue padre por primera vez con 65 años (tiene 70), cuando ya hacía mucho tiempo que sus tres compañeros de grupo estaban muertos. Así que resucitó MC5 con grandes músicos de categoría como Kim Thayil de Soundgarden, como guitarra, Brendan Canty, de Fugazi, a la batería y Marcus Durant, de Zen Guerrilla (voz). Llegan a Barcelona (hoy), Murcia (mañana) y Madrid (domingo). Se llaman MC50.
–Regrabó «American ruse».
–Esa canción trata del estado del mundo hoy... hace 50 años. Irónicamente, es aplicable a 2018. Habla de la hipocresía, de las garantías constitucionales y de cómo cada día son incumplidas, de la violencia policial. Cuestiones que siguen en el centro de la vida cívica en mi país.
–La intro del «Kick Out The Jams» es adecuada en 2018.
–Creo que una llamada ala acción es necesaria porque nos estamos enfrentando a toda una nueva generación de corrupción, de comportamiento vil y de mezquindad, y debemos responder apropiadamente.
–¿Confía en que el pueblo americano está en condiciones de levantarse y actuar?
–Es una muy buena pregunta. Nunca habría dudado hasta la elección de Donald Trump, pero ahora entiendo cómo sucedió y tengo fe en la gente joven y en los que están excluidos del discurso mayoritario, de los negros, los pobres, los diferentes.
–¿Dónde aprendió de política?
–En la calle, en América. Creciendo en Detroit, ahí aprendí.
–¿Nada en la escuela?
–De ninguna manera
–¿Y no leyó sobre política?
–Cuando tenía más de veinte años empecé a estudiar el anarquismo y las teorías de Marx.
–¿Piensa que a los jóvenes de EE UU les interesan esos libros?
–No mucho, no creo...
–¿Y de qué manera pueden cambiar las cosas?
–Tendrán que educarse a sí mismos. El consejo que les doy es que comiencen por donde están, por sus familias, sus amigos, el trabajo. Todo comienza en la vida con una conversación. Por preocuparse por lo que sucede a la gente de alrededor. Si eso no te importa, no hay nada que hacer. Entonces, la gente como Putin y Trump pueden salirse con la suya.
–¿Cómo definió Detroit su personalidad y su música?
–La ciudad nos abrazó y nosotros a ellos. Somos ellos. Yo soy Detroit. Es un lugar muy duro para crecer, vivir y hacer cualquier cosa. Así que si triunfas allí, desarrollas la resiliencia para ganar el mundo.
–¿Por qué se hizo músico?
–Amaba los sonidos en sí mismos, como el de la guitarra eléctrica y la manera en que la música se construía, se ensamblaba.
–La leyenda de MC5 es su actitud, pero, ¿se tomaban la música en serio?
–Claro. Sin música, todo el edificio se viene abajo. Yo estaba obsesionado con la múscia de la manera que solo los adolescentes pueden hacerlo.
–Bueno, el edificio suyo tampoco duró mucho, ¿verdad?
–(Risas) No, se derrumbó pronto, tienes razón.
–¿Por qué diría que pasó eso y 50 años después hay mucha gente con interés para verles?
–No lo sé... ¿porque somos el último hombre en pie?
–No lo creo...
–La música sigue siendo relevante y no hay nada parecido a MC5 en el mundo hoy. La gente está interesada en cómo sonábamos... «¿Cómo era su directo?».
–También admiran su actitud, su compromiso. ¿Por qué diría que es una inspiración?
–Porque la jodí pero del todo.
–¿Diga?
–Sí, eso creo, me parece que convertí mi vida en un desastre y aun así, sobreviví. Demuestra que se puede cambiar incluso bajo las más terribles circunstancias.
–¿Se arrepiente de algo?
–Ni de una sola cosa.