«Nadie vio tanta muerte como él durante la segunda guerra mundial»
Salinger nació en 1944. Lo afirman el documental y las biografías. «Nadie vio tanta muerte como él durante la Segunda Guerra Mundial». Este conflicto lo cambió todo. Salinger pertenecía al Servicio de Inteligencia de Estados Unidos. Su misión era interrogar a oficiales alemanes capturados y civiles que aportaran datos relevantes para derrotar a los nazis. Entró en la guerra el 6 de junio de 1944. Ese día desembarcó con la segunda oleada en Normandía, en la playa de Utah. En la mochila llevaba el texto de «El guardián entre el centeno». Su primer día de combate no fue nada para lo que vino después. En las siguientes jornadas a esa operación se vio inmerso en una serie de batallas violentísimas –su unidad, el 12º Regimiento de Infantería, era la vanguardia del ejército americano–. En una de ellas murió uno de cada diez hombres para ganar una villa de apenas cien habitantes. Tras 26 días de lucha seguidos, de los 3.080 miembros de su regimiento sólo quedaban con vida 1.130. Del resto de unidades americanas, la suya sería la que más bajas tuvo durante la contienda. La llamada «batalla de los setos» fue una verdadera pesadilla. De ahí pasó a la del bosque de Hürtgen. Una verdadera masacre y el mayor fracaso de los aliados en su avance. En invierno, sin ropas adecuadas y sin apenas alimentos, Salinger y sus hombres fueron derrotados. «El valle y los campos que lo rodean fueron una galería de tiro para los alemanes», asegura Slawenski en la biografía sobre el escritor. La Vigésimo Octava División fue aniquilada allí. Los hombres vivían constantemente en el terror. Muchos rozaron la locura. De los 3.080 combatientes que entraron, sólo 563 sobrevivieron. A los pocos días de salir de este frente, se vio inmerso en la batalla de las Ardenas. Salinger también estaba entre las unidades que descubrieron los primeros campos de concentración (exactamente, Dachau). Y, si no fuera suficiente, acabó en Nuremberg persiguiendo nazis. Al final, Salinger padeció síndrome postraumático. Jamás habló de la guerra. Sus nervios habían acabado destrozados.