El Nobel avala el «boom» de la cultura coreana
Han Kang recibe el gran galardón de las letras que concede la Academia Sueca y confirma que el cine, la música y las letras de ese país viven un gran momento


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En 2003 un filme causaba un enorme impacto en los espectadores occidentales. Una película que traía una violencia explícita con unas coordenadas muy distintas a las que son habituales en Europa y América. Es cierto que desde el este asiático siempre ha habido un retrato del sufrimiento, el dolor y el sadismo radicalmente distinto, y puede incluso afirmarse que, desde este aspecto en concreto, ellos siempre han sido unos innovares indiscutibles. La cinta se titulaba «Old Boy» y la rodó el director coreano Park Chan-Wook, que, desde entonces, disfruta de nombre y reputación. Nadie auguraba entonces que ese era un escalón más para un imparable auge cultural de Corea. Una ascensión que ha tenido a lo largo de las últimas décadas indudables éxitos, pero que obtuvo un respaldo indudable con la concesión del Premio Nobel de Literatura a Han Kang, una novelista que se dio a conocer con «La vegetariana», obra que incidía en aspectos como la existencia, la crueldad que supone, la violencia y cómo replegarse de la vida. El jurado de la Academia Sueca sorprendió con esta elección, no porque este nombre estuviera ausente de las quinielas, sino porque muy pocos aguardaban su anuncio. Pero así fue. Sustentó su decisión subrayando la calidad de su «intensa prosa poética que confronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana». Este reconocimiento, además, ha coincidido con el lanzamiento casi mundial de su último trabajo, «Imposible decir adiós» (Random House), que indaga en unos dramáticos sucesos del pasado en su país –justo a lo que aludía el veredicto de los Nobel– que causó varios muertos y dejó detrás de sí una triste memoria. Han Kang es la confirmación del auge de un país que se ha plantado en la primera plana de la actualidad cultural con su audacia y una serie de impactantes apuestas que lo han puesto de moda.
Ponerse las pilas
La prueba es ese pedazo de «hit» que impactó en todo el mundo y que se coreó y se bailó en todas las pistas de baile: «Gangnam Style», del rapero surcoreano PSY. Hay gente que podría vivir el resto de sus días con los réditos de una sola obra. Este debe ser uno de esos éxitos. La realidad es que detrás de este lanzamiento, por 2012, lo que afloraba era una industria musical que se había puesto las pilas y que sabía perfectamente qué tenía que hacer para comerse a todos y colocar a sus bandas en lo más alto. Todo sea por la pasta y el éxito (por cierto, dos temas que asoman en los productos culturales provenientes de este país). El rápido despegue de este tema hizo que después llegaran bandas dirigidas a públicos adolescentes que causan furor.
Pero que nadie se confunda y que se lleve a engaño. Los productos culturales coreanos están diseñados para gustar, pero no están enfocados a un público únicamente. También afecta a los adultos. La demostración es una de las series más populares de los últimos años, «El juego del calamar», que ofrecía todo un espectáculo de violencia totalmente gratuita pero que clavó a los espectadores delante de la televisión. Nadie puede discutir su éxito, hasta el punto de que en las tiendas se acabaron un modelo de zapatilla deportiva que aparecía en sus capítulos. Hasta ese punto se llegó. Y más. De hecho, en unos días se estrenará la nueva temporada de la ficción.
Pero esto no es nuevo. El cine ya venía dando ilustres ejemplos de la calidad que alcanzaban los productos audiovisuales coreanos antes de que «El juego del calamar» apareciera. Lo más evidente, por ir al grano, es «Memories of Murder» (2003), de Bong Joon-Ho, un director que alcanzó su consagración con «Parásitos» (2019), que se llevó las estatuillas más valiosas de la ceremonia de los Oscar. Ya antes había dado muestras de su talento en filmes como «Mother» (2009) y «Snowpiercer» (2013). Pero este no es el único nombre que ofrece el cine coreano. También están Kim Ki-Duk o Lee Chang-Dong. Anótenlos a todos.