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Pablo Auladell: «Satán es más cercano a nosotros que Dios»

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J. O. Ha convertido los versos en dibujos; «El Paraíso perdido», de John Milton, en una obra gráfica. Una odisea con el diablo como camarada de viaje
Aspiraba a escribir una obra que ensalzara el nombre de Dios, pensada a mayor gloria del Creador, pero lo que obtuvo fue algo bastante diferente: un poema que reinterpretaba al diablo y le concedía una envergadura épica, una naturaleza sospechosamente próxima al hombre. Esto es lo que piensa el ilustrador y dibujante Pablo Auladell, que ha invertido dos años de trabajos, y un sinfín de sinsabores, en adaptar «El Paraíso perdido», de Milton, a una novela gráfica –que ahora publica Sexto Piso–. «Cuando leí este poema, me quedó la duda de si el libro era realmente una sutil venganza contra Dios o no por parte del autor, que fue un creyente y un devoto, y el destino se lo pagó dejándole ciego. Lo creo porque, cuando te acercas al texto, es casi imposible no sentir cierta afinidad hacia este ángel caído».
Milton reflejó un Satán épico, casi heroico, en «El paraíso perdido».
–Es cierto. Una de las primeras de las cosas que me propuse fue crear Satán muy perfilado, con sombrero, como si fuera un verdadero dandi. Satán es un Ulises en esta obra. Recorre y visita mundos y después regresa a su isla. Una de los cosas que me llamaron la atención es que Milton pretendía escribir un poema para honrar a Dios y, en cambio, el personaje más fascinante que surge es el del Diablo, su adversario.
–¿Por qué nos atrae tanto la maldad?
–Satán es un personaje muy humano y, por eso, el hombre se identifica con él. Es un perdedor y un desterrado, como los humanos cuando abandonaron el Paraíso. Y ese afán de venganza y recuperar lo que es suyo hace que entren en él sentimientos semejantes a los nuestros, como la melancolía. De toda la galería de dioses de este libro, es él quien más se acerca a nosotros.
–¿Entonces Satán es más humano que Dios?
–Seguramente sí, porque nosotros también hemos caído. No estamos en el cielo precisamente. Esto me recuerda una cita de Félix de Azúa que decía que los dioses no lo conocen todo y el hombre sí lo conoce todo, porque el hombre conoce el horror y el sufrimiento. Dios, no. Satán es más cercano a nosotros que Dios porque Satán es un dios caído que sí sabe qué es el sufrimiento. Por eso, imagino, que la figura de Cristo está relacionado con esta cuestión. Dios envía a Jesús para poder comprender qué es el sufrimiento. Es, justo, el matiz que le falta entender a los dioses.
–A Adán y Eva se les prohíbe coger el fruto que da el Árbol de la Ciencia. ¿Por qué los dioses temen que los hombres adquieran conocimientos?
–Porque el conocimiento implica conocer las bambalinas del teatro. El conocimiento es muy peligroso porque si las personas lo poseen de verdad, ya no las puedes engañar. Lo primero que hacen los tiranos es intentar cortar el conocimiento al pueblo. Una ciudadanía bien educada es imposible de mentir o embaucar con dogmas o verdades absolutas.
–¿Cuál ha sido el último paraíso que ha visitado?
–Mi juventud. Ha sido el último paraíso en el que he estado.
–¿Cuál es la tentación actual?
–Caer en las verdades absolutas. Lo estamos viendo con el yihadismo. El conocimiento te hace dudar, ver que existen matices. La peor tentación es acudir a los líderes, a las ideas, ponernos bajo banderas que tienen un discurso que no admite réplicas.
–¿Y el vicio de este mundo?
–Aprovecharse de los miserables, de la gente que está debajo de ti. La explotación del humilde, del que no sabe leer. Los programas basados en hacer espectáculo del dolor y las esperanzas de los demás son deplorables. Es jugar con las lágrimas de los demás. Es hacer dinero con el sufrimiento ajeno. Es lo peor. El peor vicio actual es el que se basa en el aprovechamiento de los demás.
–¿Qué me dice de «Charlie Hebdo»?
–El mundo de la ilustración y la imagen ha acabado en algo banal, demasiado cotidiano hoy en día. No sabemos lo que tenemos entre las manos: las imágenes son muy poderosas. Por una imagen se puede morir, como los dibujantes de «Charlie Hebdo», que defendían lo que hacían; y se puede matar, como esos bárbaros que entienden que si no piensas igual que yo, tengo derecho a cortarte el cuello y acabamos. La imagen es muy importante y puede tener consecuencias terroríficas.
–¿Fue un infierno ilustrar este libro?
Este y cualquiera. La verdad es que cuando hago un trabajo, sufro mucho. Otros dicen que han disfrutado, pero siempre existe una parte del tiempo que es como atravesar un infierno. Éste ha sido un encargo particular. Lo pasé mal, porque se prolongó tanto en el tiempo, con tantas páginas, que tuve controlar durante todo el proceso cierta coherencia gráfica.
–¿Simpatía por el Diablo, al final?
–Y al principio. Él es el personaje troncal del libro. Al acabar los dibujos, recordé que cuando estaba en el colegio religioso donde estudié, aseguré a mis compañeros que un día haría un cómic sobre Cristo. Al final, lo he hecho sobre el Diablo.