Museos

Peligro: los turistas llegan al museo

El Prado reúne a los directores de las principales pinacotecas internacionales en un curso para debatir sobre el futuro y los retos que deben afrontar estas instituciones

En el Museo del Prado está prohibido tomar fotografías y selfies, lo que lleva al espectador a estar delante de un cuadro solamente para observarlo / Foto: Alberto R. Roldán
En el Museo del Prado está prohibido tomar fotografías y selfies, lo que lleva al espectador a estar delante de un cuadro solamente para observarlo / Foto: Alberto R. Roldánlarazon

El Prado reúne a los directores de las principales pinacotecas internacionales en un curso para debatir sobre el futuro y los retos que deben afrontar estas instituciones.

Los museos no son instituciones fosilizadas en el prestigio de sus colecciones, sino organismos que evolucionan y que se adaptan a su tiempo. La Universidad Complutense, dentro de los cursos de verano, ha organizado el encuentro «Presente y futuro de los museos mundiales». Un seminario que acoge a los directores de las principales pinacotecas, como el Hermitage, la National Gallery de Londres, la Galería Uffizzi o el Kunsthistorisches Museum de Viena. Miguel Falomir, del Prado, inauguró ayer estas jornadas con una ponencia en la que subrayó los problemas actuales. «En los últimos 20 o 30 años se han producido extraordinarios cambios. Los museos nunca han sido tan importantes como ahora. Nunca se han abierto tantos ni han tenido tanta proyección mediática o impacto en la economía. Los museos son las nuevas catedrales».

Falomir mencionó la huelga de los vigilantes del Louvre (la ausencia de este museo ayer resultó llamativa) para referirse a una de las mayores controversias: la masificación. «Compartimos con los demás esta conversión de los museos en destinos turísticos de masas. Es un asunto de difícil solución, pero se pueden tomar medidas. Los visitantes suelen ser selectivos y están en su completo derecho a estar una hora contemplando “El jardín de las delicias” y pasar sin detenerse por delante de Murillo. Así que es imposible determinar de antemano un paseo por las estancias o a través de las principales pinturas». Y comentó una de las medidas que El Prado ha tomado y que ha sido tan criticada como popular: «Nosotros hemos prohibido hacer fotos y selfies. Eso nos ha garantizado estar siempre en las redes sociales a través de algunas críticas, sobre todo hacia el director, que se dice que no está al día, aunque, en realidad, son muchos más los que lo agradecen. Además, quien quiera, puede descargarse las imágenes gratis de nuestra web», bromeó.

En España, una anomalía

Falomir fue especialmente crítico en el capítulo que dedicó a la economía y a la obtención de fondos. «El Prado fue la primera institución con autonomía de gestionarse y generar fondos propios. La principal fuente de ingreso son las entradas. Pero es cierto que en España no es fácil conseguir fondos privados y carece de una ley de mecenazgo. Eso nos convierte en una anomalía. A diferencia de Inglaterra, Francia o Alemania, donde son los individuos los que apoyan los museos, en nuestro país son las corporaciones. Los museos son las instituciones con mayor reputación en los países, pero una de nuestras metas es que esto se traduzca en un patrocinio anual». Max Hollein, director del Metropolitan Museun of Art de Nueva York, resaltó algunas cuestiones importantes: ¿cómo lograr actualizar un museo enciclopédico, como es el MET, a nuestros días? Admitió que han cambiado los discursos narrativos de las colecciones, que suelen ser cronológicas y que ahora deben enfrentarse a un momento en que la historia es múltiple, variada y simultánea. Ya no valen los relatos lineales. También abogó por participar en los debates contemporáneos, como el que se desató sobre la conveniencia o no de mantener en las salas las polémicas obras de Balthus o si se debe apoyar con iniciativas los monumentos dañados por el ISIS.

Para Hollein es necesario que el arte ayude a contextualizar nuestras vidas y que se hagan paralelismos entre el pasado y el presente, algo que ejemplificó comparando una armadura de Enrique VIII, que era un artículo propagandístico, con una imagen de George W. Bush vestido de piloto de las fuerzas armadas.