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Pissarro no sale del Thyssen

larazon

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Un tribunal de EE UU da la razón al Estado español como legítimo propietario del cuadro en litigio.
En 1897 Camille Pissarro pintó una escena callejera del centro de París. En las aceras, aún mojadas, se notaba que había caído la lluvia. En la casa de Lilly Cassirer Neubauer, el óleo colgaba de una de las paredes junto a dos enormes butacones. El cuadro había sido comprado al marchante de muchos de los grandes maestros impresionistas, Paul Durand-Rouel, pocos meses después de que el artista hubiera dado la última pincelada. Ella lo admiraba, pues poseía una joya. Una joya que le salvó la vida, porque en 1939 se vio obligada a malvender la obra para obtener un salvoconducto que la sacaría de Alemania (su hermana Hannah no corrió la misma suerte y murió en un campo de concentración, quizá en Auschwitz, señalan desde su entorno). La venta se hizo muy por debajo de su valor. No estaban las cosas como para pedir más dinero si por tus venas corría sangre judía. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Lilly reclamó judicialmente la obra y el Gobierno federal germano la reconoció como su propietaria legal y le entregó 120.000 marcos como compensación, valor de mercado de ese momento. Ella decidió entonces dar por zanjado el asunto. Sin embargo, fueron sus herederos, concretamente su nieto, el fotógrafo Claude Cassirer, residente en La Mesa (California), quien en 2000 descubrió que el cuadro se encontraba en la colección del Museo Thyssen-Bornemisza. Cassirer, que falleció en septiembre de 2010 a los 89 años, recurrió a los tribunales californianos para exigir a la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza y al Reino de España que le entregaran la obra. Tras su muerte, sus herederos mantuvieron el caso abierto con el objetivo de que volviera a ellos la propiedad de la pieza.
Ayer fue un día de plena satisfacción en la pinacoteca, ya que el lienzo no deberá abandonar la colección: «Es una sentencia muy satisfactoria que ratifica, además, lo que habíamos argumentado: que la jurisdicción norteamericana no tenía nada que decir en este asunto y que el juez, con argumentos muy fundamentados, valora el fondo, la propiedad legítima del cuadro», comenta el director gerente de la Fundación, Evelio Acevedo, quien asegura que «no consideraron que el cuadro acabara abandonando la colección, no pensamos nunca en esa posibilidad». Las peripecias del lienzo de Pissarro están marcadas, según Acevedo, por una situación de abuso desde el primer momento, «pues se tasó muy por debajo de su valor de mercado. Fue después determinante que en 1958 el Gobierno Federal de Alemania promulgara una disposición para compensar esas situaciones y es en ese año cuando le reconoce su propiedad legal y le paga el precio de mercado en ese momento, 120.000 marcos. Lilly acepta el importe y renuncia. Han sido sus herederos quienes tomaron la iniciativa de litigar hace 15 años», explica. ¿Pudo haber, entonces, por parte de ellos un móvil económico? «Que había un interés, queda claro. Es especular, pero cabe esa posibilidad», sobre todo, teniendo en cuenta que el seguro de esta obra es de 9 millones de euros.

Reconocimiento moral

«Rue St. Honoré, aprés-midi, effet de pluie» ha tenido varios propietarios desde 1958 –algunos de ellos judíos– hasta llegar a las manos del barón Thyssen, quien lo adquirió en 1976 a una galería norteamericana con todos los permisos y licencias necesarios. Desde ese momento pasó a formar parte de su colección particular, la que aloja el centro de paredes color salmón del Paseo de Recoletos de Madrid. «Todos los cuadros del Museo son importantes porque cada uno aporta algo y refleja cómo ha sido la evolución de la historia de la pintura desde el siglo XIII al XX», dice Acevedo, que adelanta que «sí nos hemos planteado destacar mediante una placa o una cartela la historia que tiene el cuadro. Sería un reconocimiento moral que nos parece bastante oportuno».
Desde el Museo esperan y desean que la historia finalice aquí, porque los herederos pueden recurrir el fallo, «aunque por el momento no tenemos noticias de ello. Legalmente la parte demandante tiene derecho a apelar a una instancia superior si lo considera oportuno. No hemos tenido ninguna noticia en este sentido. Por otra parte, la consistencia de la sentencia nos da bastante tranquilidad a todos. Sólo podemos expresar satisfacción por el resultado. Esperamos poder respirar tranquilos y que la historia ponga aquí su punto final», concluye el director gerente.

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