Papel

Prem Rawat: «La sonrisa interior se produce cuando entiendes quién eres»

Prem Rawat: «La sonrisa interior se produce cuando entiendes quién eres»
Prem Rawat: «La sonrisa interior se produce cuando entiendes quién eres»larazon

Visitó España para presentar su más reciente libro, «Cuando el desierto florece», en el que invita a la reflexión a través de cuentos, fábulas y chistes.

Hace una década tuve la oportunidad de entrevistar a una de las personas más singulares que he conocido. Cuando me hablaron de él por primera vez nadie sabía exactamente quién o qué era. ¿Un gurú? ¿Un predicador? Era un hombre que hablaba de paz. Y llevaba haciéndolo desde los tres años. Con esa edad empezó a participar en las reuniones que organizaba su padre, el maestro Hans Ji, quien, a los seis, le enseñó, junto al resto de sus discípulos, las técnicas introspectivas de lo que llaman el «Conocimiento» –Raya Yoga–. Dos años más tarde, cuando Hans Ji murió, su hijo Prem Rawat, de tan solo 8, asumió el papel de maestro, con la aceptación de todos los alumnos. Desde entonces, Rawat, o Maharaji, como le conocían sus estudiantes en la India, no ha parado de dar conferencias en el mundo entero y de involucrarse en toda suerte de tareas humanitarias a través de la fundación que lleva su nombre. Aunque, como él dice, «no intercambiamos mensajes por alimentos» o, lo que es lo mismo, no desea mezclar su mensaje con la ayuda humanitaria.

Filósofo o maestro

Acaba de visitar España para presentar un libro de cuentos que es pura paz y conocimiento. Un libro para mayores y pequeños titulado «Cuando el desierto florece» (Aguilar»). Siento curiosidad por saber cómo se definirá a sí mismo este hombre. ¿Como un filósofo? ¿Un maestro? «Ni una cosa ni la otra. Simplemente como un ser humano que ha encontrado un maravilloso lago lleno de agua dulce y clara. La gente me dice: “Estamos muertos de sed”, y yo les contesto: “Pero si adentro tenemos un gran lago. Nadie tiene por qué morir de sed”. Soy un ser humano que ha descubierto algo maravilloso en su interior y lo único que quiero es que la gente lo descubra. Y es algo que no necesita de categorías ni de títulos porque se trata de lo que un ser humano puede hacer por otro». Dice Prem Rawat que la esencia de las cosas vive en los mensajes sencillos. Tal vez por eso ha querido regalarnos estos cuentos. «Es en las pequeñas cosas, a las que no prestamos atención, donde residen todas las llaves de nuestra felicidad –asegura–. Damos por hecho las cosas más fundamentales y las llamamos “simples” porque nos parece que ya las conocemos. Es como preguntarle a una madre que le está gritando a su hijo: “¿Le has dicho que le quieres?”. Por supuesto, la madre contestará: “¡Qué simpleza!”. Y es que son precisamente las cosas más simples las que siempre olvidamos». Pues este libro tan «simple» lo han leído ya quince millones de personas en el mundo entero, por algo será. «Es una obra que hace reflexionar y encontrar consuelo a las personas. A través del proyecto Kifubon, de donación de libros, se repartieron copias de “Cuando el desierto florece” a niños desplazados por el tsunami que lo habían estado leyendo durante el año. Estaban tan entusiasmados de tener su propio ejemplar que me conmovió. A través del Kifubon ha llegado también a orfanatos en los que es un favorito de los niños a la hora de leer cuentos antes de dormir. Les gusta oír estas historias una y otra vez porque tratan de la esperanza. Todos la necesitamos. Y esa esperanza está dentro de nosotros. Que la encontremos es el objetivo del libro».

El camino a la paz

De momento, nos hace sonreír por fuera, aunque ya en la cubierta se asegura que leerlo hará que brote nuestra sonrisa interior. «La sonrisa interior es una consecuencia automática que se produce cuando entiendes quién eres. Y es que hemos hecho el camino a la paz y al conocimiento de uno mismo tan increíblemente complicado que la mayoría de la gente acaba diciendo: “¿La paz? ¡Es imposible! Yo no tengo paz en mí. ¿Qué es esta historia de comprenderse a uno mismo? Conozco mi nombre. Y lo que necesito es dinero, fama...”. No se dan cuenta de cuál es su verdadera necesidad, la más fundamental: necesitan ser felices desde adentro. Y esto lo hemos convertido en algo tan complicado que cuando lees un libro como este te dices: “¡Qué simpleza!” Pero los hay que leyéndolo se dan cuenta de esa verdad y, al hacerlo, sonríen. ¿Quién no lo haría?».

Además, invita a la reflexión y a la búsqueda de esa paz interior a través de fábulas, frases y hasta chistes. «Todo eso refleja nuestra comprensión, quiénes somos, las posibilidades que se nos presentan y el potencial que tenemos. Como en esa pequeña historia del cántaro con el agujero, nosotros también nos perdemos y pensamos que no servimos, que no estamos cumpliendo con nuestra función, que no hacemos nada bien. Darse cuenta de que el agua que se escapa de esa vasija está regando las flores del camino que serán disfrutadas al pasar... eso es maravilloso, y es quienes somos, ¡y lo hemos olvidado!». Lo que está claro es que sin la paz –recurrente en el libro– difícilmente puede florecer ni el jardín más cuidado. «Es que la exuberancia del jardín proviene de la paz y su ausencia hace que lo percibas como un lugar árido. Cuando llega el milagro de la lluvia y la semilla responde, eso constituye la paz. Y, entonces, hasta el desierto florece».