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Raíces y regresos: Sandra Romero debuta a lo grande en el cine español con "Por donde pasa el silencio"

La directora presenta un excelente retrato de la fraternidad
Un fotograma de "Por donde pasa el silencio"
Un fotograma de "Por donde pasa el silencio"Imdb
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

Madrid Creada:

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Es en la poética dolorosa de ese regreso coyuntural al escenario germinal de las raíces propias que te vieron marcharte cuando todo lo que tenías cerca se te estaba empezando a quedar pequeño, donde la joven cineasta Sandra Romero parece haber encontrado si no su estilo, ya que resultaría anticipado determinar la línea de su cine solo por su primer largo, al menos su forma naturalista y profundamente honda de enfrentarse a la construcción de las historias que beben de lo cotidiano. 
"Me pregunté qué hueco ocupa uno en la familia cuando ese hueco se ha ido tapando por la cantidad de tiempo que llevas fuera"Sandra Romero
Tras su paso por el pasado Festival de San Sebastián aterriza ahora en salas "Por donde pasa el silencio", el bautismo cinematográfico de esta realizadora sevillana (cuya sensibilidad también ha estado depositada en varios de los capítulos que integran "Los años nuevos", la nueva y extraordinaria serie de Sorogoyen que se estrenó ayer en Movistar +) que propone una delicada disección de los amores fraternos envenenados que relata la complejidad de los vínculos familiares a través de la vuelta momentánea a Écija de Antonio, un joven que se fue a estudiar fuera de las costuras estrechas de su pueblo y que experimenta una serie de contradicciones personales acrecentadas por la enfermedad degenerativa de su mellizo a la hora de interiorizar ese retorno como algo puntual, en vez de como una potencial nueva realidad. 
Entregada y generosa en su defensa de la reivindicación rural establecida por el cine español y las voces femeninas en los últimos años, Romero aseguraba durante la entrevista mantenida con este periódico en el seno del certamen donostiarra, que "de alguna manera siento que tanto el regreso que yo experimenté durante la pandemia como el de Antonio (Araque, el actor que da vida al protagonista), teniendo en cuenta que ambos somos amigos desde hace muchos años hizo que me empezara a replantear qué hueco ocupa uno en la familia cuando ese hueco se ha ido tapando por la cantidad de tiempo que llevas fuera y en ese sentido el acercamiento a los universos de los pueblos y a sus dinámicas, que es verdad que lo hemos visto mucho este año, me parecía muy interesante porque a veces puede parecer que son los mismos códigos que en las ciudades pero realmente no tienen nada que ver". 
Con respecto a esa inevitable sensación de culpabilidad que arrastra el protagonista, la cineasta indicaba que "en Andalucía existe una interiorización de la culpa muy particular, muy ligada a nuestra propia cultura y la gestión que hacemos de ella creo que se detecta muy bien en la relación extrema de estos dos mellizos cuyas realidades tan distintas han dependido solo del minuto de vida de separación con el que nacieron. Creo que la culpa es algo que no tiene solución, que está destinada a la aceptación o al rechazo". Algo que resulta completamente imposible experimentar por este personalísimo canto a los apegos imperfectos y feroces de los hermanos.