En recuerdo a Guillermo García Alcalde
Fallece Guillermo García Alcalde, licenciado en derecho en Oviedo, escritor, periodista, crítico, aficionado a la composición y, además, un amigo fiel
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Hace poco me llamaron para darme otra triste noticia, otra de esas que últimamente no paran de llagar. Había fallecido Guillermo García Alcalde, licenciado en derecho en Oviedo, escritor, periodista, crítico, aficionado a la composición y, además, un amigo fiel. Fue su afición a la música –cursó toda la carrera de piano en el Conservatorio asturiano– la que le llevó al periodismo. Nos conocíamos desde los años ochenta y fue uno de los invitados que llevé al programa «Melómanos» de TVE que presenté y dirigí entre 1989 y 1990. Lo grabamos en su querida tierra adoptiva, Canarias, y ustedes lo podrán ver este enlace, e incluso le escucharán tocando el piano.
Durante muchos años fue una de las personas más relevantes del grupo periodístico Moll, comandando «La Provincia» canaria como director general. Esa posición le permitió ejercer una gran influencia en la música de las islas, tanto que se le llegó a apodar «el Virrey de Canarias». Fue un gran impulsor del Festival de Música junto al también añorado Rafael Nebot, desde donde apostó por la creación contemporánea. Como todas las personas que alcanzan relevancia, fue querido por unos y no tanto por otros. Yo mismo no compartí en ocasiones sus postulados, concretamente algunos nombramientos que él apoyó, pero ello no fue óbice para que mantuviésemos una auténtica amistad, basada en el respeto a las ideas de cada uno. Sí estuve totalmente de acuerdo en su opinión según la cual un compositor no debería ser juez de su obra como crítico. Sobre ello y sobre la crítica en general conversamos ampliamente en el programa mencionado. Tenía las ideas muy claras.
De lo que más agradecido le estaré siempre es de su intervención durante una cena en el hotel Santa Catalina para reconciliar las diferencias que manteníamos Tomás Marco y yo. Lo hizo con sabiduría para que ambos pudiéramos sentirnos confortables. También he de recordar lo mucho que nos unió nuestro compartido apoyo a la maltratada Helga Schmidt. Lástima, que si un día se reconoce su impresionante labor, él ya no pueda verlo.
Persona de amplia cultura, fue un conversador tan ameno como infatigable. Por eso, entre otras muchas más cosas, le vamos a echar de menos sus amigos.
Desde estas líneas envío un abrazo muy fuerte y mucho ánimo a Mary, su inseparable esposa, hija y nieta.