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¿Tienes fuego?

Richy Castellanos: «El dinero igual que viene se va, pero las amistades son una puerta abierta»

Este organizador de eventos guarda secretos de valor incalculable de algunos de los rostros más populares de España

Tiene más gramática parda que un ejército de trileros y ha sabido llevarse esa picardía innata al mundo de las relaciones públicas, en el que, puntuales nombres de moda aparte, él es el rey. No he conocido a nadie con tanta labia y semejante tenacidad para lograr sus fines. Guarda secretos de valor incalculable de algunos de los rostros más populares de España, pero jamás los revelará porque la lealtad es una de las virtudes que lo han aupado al lugar que ahora ocupa. No es listo, es dos zorros.

No hay ningún trabajo parecido al suyo, es único. Le pagan por llevar a artistas, deportistas, toreros, presentadores de televisión a fiestas. ¿En qué universidad se enseña eso?

En la calle. Hay gente que tiene una carrera y cree que va a ejercer de lo que ha estudiado, y luego se dedican a otra cosa. Lo mío ha sido siempre de calle. Salir del vientre de mi madre y buscarme las habichuelas. Observar a la gente, conocerla, y tener mucha paciencia. Porque cada una de esas personalidades tiene un gusto y yo los estudio para darles lo que quieren.

Hay un tópico en su trabajo, el de la agenda. «Quién tuviera su agenda», le dicen. Pero una agenda por sí misma no es nada si luego no se le ponen al teléfono. Lo importante son las relaciones que ha establecido.

El dinero igual que viene se va, pero las amistades son una puerta abierta. Cualquiera puede comprarle una agenda a alguien, pero yo tengo la suerte de que llamo y la gente se pone. Y creo que lo hacen porque les cuido y nunca hablo de lo que sé de ellos, de sus vidas privadas.

De todas las especies con las que trata, artistas, deportistas, personalidades en general, ¿cuáles son los más difíciles, los más desconfiados?

Creo que son todos igual de difíciles y desconfiados, porque cada uno tiene su manera de explotar su imagen. Pero mi cometido es que ellos sepan que, más allá de lo profesional, tienen en mí a un amigo.

Le hizo un vídeo a Julio Iglesias que es una obra de arte digna de un museo: 465 figuras de todos los ámbitos grabaron un mensaje de felicitación para él. ¿Cómo se fraguó aquello?

Julio Iglesias es uno de mis mayores ídolos. Tiene millones de fans en el mundo porque es un poeta que allá donde ha ido se ha ganado a la gente. Me lo presentó Javier Hidalgo en 1996, porque su padre lo contrató como imagen de su compañía aérea. Pasaron años sin que tuviéramos contacto y en el 2001 me llamaron para que trabajara en un concierto suyo en la plaza de Las Ventas, donde le llevé a muchas personalidades. Lo del vídeo se me ocurrió para celebrar su 80 cumpleaños. Empecé a contactar con gente y la cosa fue creciendo hasta las casi 500 personas. Él quedó muy agradecido y me dijo que su mujer y sus hijos se habían emocionado mucho porque se dieron cuenta del cariño inmenso que le tiene mucha gente importante. Me gustaría tenerlo eternamente como amigo.

No llegó a conocer, a su pesar, a su amado Camarón.

No le conocí, no. Pero sí conocí a Paco de Lucía, otro gigante, y lo traté mucho durante 27 años. De ir a comer, al fútbol, a los toros, de escuchar muchas anécdotas muy valiosas.

Su muerte le afectó mucho.

La sentí profundamente. Me llamó su hermano Pepe para darme la noticia. Fui a ver a su familia y estuve una semana con ellos. Estuve pendiente de la llegada del féretro desde México, de la organización del funeral, tanto en Madrid como en Algeciras. Me habría encantado seguir disfrutando de su presencia. Era un ser excepcional.

Está de celebración: cumple 30 años en su profesión. Lo bueno de su trabajo es muy visible, pero ¿cuáles han sido las cosas que le han quitado horas de sueño?

Todas. Nadie te regala nada. Tienes que hacer algo y empiezas de cero. Trabajo 30 horas al día. Me gusta hacer las cosas bien. Si no, no las hago. Tienes que ir más adelante del «no».

¿Le ha querido contratar algún político?

Siempre he dicho que soy del Atleti y del Madrid, y que de política no entiendo. Cuando llego a casa y veo algo de política, apago el televisor y me pongo a leer un libro. Nunca me han llamado para pedirme favores porque, insisto, no entiendo de política. Hay que vivir deprisa y torear despacio. Mejor saber adónde llegas. Lo que no puedes hacer es entrar en dos mil cosas que ni sabes ni puedes ni te interesa.

Esta sección lleva por título «¿Tienes fuego?». Señor Castellanos: ¿tiene fuego?

Sí. Soy ardiente porque soy constante. Cuando hago algo me gusta quemarme.