Teatro
Santi Senso: «Echo de menos el acto ritual, el amor, el dolor del parto»
Representa «Parir» en el Teatro de las Culturas de Madrid, un nuevo «acto íntimo» de su compañía teatral, sobre el deseo del hombre de concebir.
Representa «Parir» en el Teatro de las Culturas de Madrid, un nuevo «acto íntimo» de su compañía teatral, sobre el deseo del hombre de concebir.
Santi Senso reivindica sentir el parto. Es un hombre, sí, pero se considera con el derecho, no de parir, que es imposible, pero sí de sentir el parto. Su deseo, aunque sea de forma simbólica, le viene desde hace tanto tiempo, que más de veinte años después de crear la compañía teatral Actos íntimos, mientras hacía televisión, cine o musicales, ha decidido compartir su deseo a través de ella y de ponerlo en escena en el Teatro de las Culturas de Madrid. Allí estará durante los viernes de noviembre –y entre semana por el resto de España– antes de marcharse a Uruguay, Chile y Argentina en Navidad.
–¿De dónde sale ese deseo de parir o al menos de querer exteriorizarlo sobre las tablas de un escenario?
–Pues mire, hay una frase que digo en la función respecto a que no sé el momento en que mi mente se dilató de una manera tal que empecé a visibilizar mi deseo de parir. Yo creo que ocurrió cuando era pequeño. No sabría decir el momento. Pero sí sé que hace unos meses sentí la necesidad de compartirlo en un «acto íntimo» y, tal y como lo cuento allí, me viene un poco del deseo de mis padres. Ellos querían que fuese una mujer y se empeñaron tanto en ello que tengo cosas que en el mundo aparentemente solo visibilizan las mujeres, como este deseo de parir. Pero es una cosa muy fuerte y poderosa porque, si yo hubiera nacido mujer ¿por qué tendría que parir?, ¿por qué las mujeres por serlo tienen que parir?
–No tienen que hacerlo. Simplemente la naturaleza les concede esa capacidad...
–Así es. Pero hay muchos estigmas sociales que casi las obligan a parir: si el marido quiere, si la sociedad o el pueblo en el que viven las mira mal si no lo hacen... Esto lo sé porque dentro del «acto íntimo» –la función– hay un elenco de mujeres de diversos lugares, de Europa, de Latinoamérica, de África... Algunas cuentan que no querían parir y que en el momento del parto estaban muy frustradas porque no querían tener ese hijo. Una vez nace, bueno, todo cambia, pero hicieron algo que las frustraba. Es necesario que tengáis el poder de decidir si hacerlo o no. Yo no lo tengo. Y en la obra cuento que, de pequeño, estaba como entrenándome para algo que no sabía. Cuidaba de mi hermano pequeño y con tan solo 10 años le cambiaba los pañales, le daba el biberón... Mi ex novia, que tenía un hijo de dos añitos, decía que yo traslucía un instinto tan maternal que no tenía ni ella. Yo creo que me estaba entrenando para visibilizar algo sin prejuicios, aceptando mi ego de decir «es que yo quiero parir» y estoy frustrado porque jamás voy a poder hacerlo y tengo que aceptarlo; pero el deseo, nada ni nadie me lo va a aniquilar. Algunas mujeres se enfadan y me dicen que parir solo les pertenece a ellas... Bueno, yo nací hombre, pero con deseo de parir.
–La realidad es que solo parimos las mujeres. Por naturaleza no le corresponde a los hombres...
–Claro, pero yo no puedo juzgar a una mujer que por naturaleza puede parir y no quiere, ¿no?
–Evidentemente, no.
–Entonces debo respetar el deseo de no parir de esa mujer. Un hombre cuando desea ser mujer hace una transformación, no nace con esa naturaleza, pero sí con ese pensamiento, esa pulsión de cambiar de género...Yo he nacido con la necesidad de parir.
–Pero en su caso no existe la pulsión de cambiar de género, ¿o sí?
–No, para nada. Yo soy hombre. Y estoy feliz con mi cuerpo, con mis sentimientos, mi latir y mi manera de manifestarme como hombre. Pero estoy visibilizando cosas que aparentemente solo lo hacen las mujeres, como que son las eternas sufridoras o las que lloran más. Bueno, pues el hombre, poco a poco, está manifestando unos sentimientos que antes, aparentemente, solo expresaban las mujeres. En este caso, hay algo dentro de mi ser, de mi alma, de mi cuerpo, de mi mente, que desea parir y estoy frustrado por no poder hacerlo. Porque yo puedo tener hijos y los puedo tener de muchas formas, pero es el acto del ritual, el desgarro, el amor, el dolor, el parto, lo que echo de menos.
–Esta función es un «acto íntimo» más, una nueva producción de esa compañía diferente que creó hace ya mucho.
–Sí, más de 20 años. Empecé muy chiquitito a la vez que estaba haciendo series de televisión, cine, películas y musicales. Yo soy de Cáceres, me vine a Madrid pero arranque antes allí con mi familia. De hecho, todo esto de «Parir» surge muy del inconsciente, del impulso visceral de compartir lo que siento en este mismo momento y que hace 22 años, más o menos, cuando estaba con mis padres, sentí en Cáceres respecto a otro asunto. Estaba de gira con un musical por España y veía tantos vagabundos por Barcelona, Madrid y otros sitios que decidí escribir algo sobre la soledad. Y ahí es donde descubrí, desde tan pequeño, que la soledad no existe, que es algo que solo tiene que ver con nuestras inseguridades.
–A partir de ahí, monta la compañía Actos íntimos, muchos de los cuales acaba de recoger en un libro del mismo título.
–No exactamente. Lo que hago es armar una obra que se llama «Hiela el calor», que va sobre la soledad, que no existe, y continúo con «Amor eterno», otro acto íntimo para hablar sobre la eternidad. Y cada vez van llegando más espectadores valientes que se atreven a asistir a un «acto íntimo» y convertirse en mis dramaturgos, mis partenaires, los que hacen de mi amante, de mi pareja, de mi padre, de mi madre... O sea, que forman parte del elenco, porque es un acto íntimo siempre embriagado de generosidad.
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