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Cine

"Sorda": ruidoso alegato intimista

Eva Libertad debuta en el largo con esta delicada propuesta de exploración en las barreras comunicativas de una pareja, Biznaga de Oro en Málaga y protagonizada por unos excelentes Miriam Garlo y Álvaro Cervantes

Álvaro Cervantes y Miriam Garlo en una escena de "Sorda" Imdb

Asumiendo la inevitable consciencia de privilegio atribuible a la condición de persona oyente propia de quien esto escribe, una reflexión rumiada con insistencia se precipita después de ver el debut cinematográfico de Eva Libertad: cómo gestionar sin ceder a la limitación inevitable de la amargura la incapacidad para escuchar desde el nacimiento los sonidos del mundo cuando vivir hace tanto ruido, cuando la mera existencia está tan llena de resonancias, de murmullos, de clamores, de estridencia y grito, cuando la inmensa mayoría de momentos felices que llevan aparejados una celebración no pueden manifestarse en silencio porque siempre hay un júbilo en forma de palma, de alarido, de golpe, de choque, de alboroto vibrante.

Explícitamente reivindicativa pero sin caer ni un solo momento en el aleccionamiento fácil y evidente, «Sorda» hace algo mejor que respondernos a este sufrimiento conceptual: nos lo enseña por primera vez a través del cine situando al espectador en un territorio agradecidamente incómodo a medio camino entre la compasión, la empatía, la incomprensión, la vergüenza de reconocerse en determinados comportamientos excluyentes hacia la comunidad sorda –por desconocimiento o directamente falta de práctica– y el desconcierto.

A pesar de la estela de éxito que esta sensibilísima y luminosa propuesta protagonizada por los extraordinarios Miriam Garlo, hermana de la directora que a diferencia del personaje que interpreta en la cinta la sordera que padece no le acompaña desde la cuna puesto que nació oyente sino que le sobrevino cuando tenía 7 años y Álvaro Cervantes ha estado cosechando desde su presentación en la Berlinale y que ha terminado de consolidarse con la obtención de la Biznaga de Oro en la última edición del Festival de Málaga, Libertad admite sincera en entrevista con LA RAZÓN que todo este entusiasmo colectivo por una película que visibiliza de manera pionera la realidad a la que se enfrentan las personas que conviven con la discapacidad auditiva forma parte de una consecuencia que «no me esperaba en absoluto. era imposible vaticinar algo así, completamente imposible».

"Ya comprobamos con el corto que había mucho más interés del que hubiésemos pensado en un principio entre el público oyente porque conectaban con una realidad que no habían visto nunca"

Eva Libertad

Es cierto que durante la trayectoria adquirida por el corto homónimo de 2021 que precede a este largo, en el que Garlo interpretaba el mismo papel, «ya comprobamos o descubrimos que había mucho más interés del que hubiésemos pensado en un principio entre el público oyente porque conectaban con una realidad que no habían visto nunca. Pero era impensable este arranque la verdad. Estamos asombradas de cómo está respondiendo hasta ahora la gente en las proyecciones y es maravilloso ser testigo de ese interés despertado».

Cuando envuelta por los cantos ancestrales, mezclados y telúricos de la artista vasca Verde Prato y su «papi papi tienes algo que no tiene nadie, cuando me miras la boca se me corta el aire, te asomaste a la ventana al final del día, en el pecho te brillaba una luz prendida...hondo beso y honda muerte la que hay en tu rostro» la pareja de Ángela (persona sorda) y Héctor (persona oyente) bailan, ríen, se sienten y se besan en la cocina de su casa, desprendidos y livianos antes de convertirse en padres, automáticamente se intuye que ese instante de plenitud afectiva concentrada va a modificarse significativamente tras la llegada de la niña que esperan. Tal y como en efecto, acaba sucediendo.

Mujeres imperfectas

Ese retrato del viraje conflictivo en las dinámicas de pareja –y más en el seno de una tan diferente– que establece la directora se vuelve particularmente revulsivo cuando la configuración que se hace del perfil de Héctor remite a un tipo de masculinidad ejemplarizante, sanísima, comprensiva, entregada, naturalmente buena y la que se establece de Ángela se aleja de manera consciente de la pulcritud ética erróneamente atribuida a una mujer con discapacidad, pero sobre todo, de la perfección históricamente exigida a una madre. «Efectivamente, eso fue una decisión consciente desde el guión. Además también es importante tener en cuenta que yo me desapegué por completo de la experiencia vital de Miriam porque no tiene nada ver con la del personaje de Ángela. Miriam no ha sido madre, nunca ha dado a luz y por lo tanto, tuve que documentarme con madres sordas y les hice entrevistas para que me contasen sus experiencias durante el embarazo, el parto y la crianza y a partir de esos testimonios empezar a construir», comenta.

"No quería contar la historia de una mujer sorda que fuese ejemplar"

Eva Libertad

Hasta que llegó un punto «en el que dije ya está, no quiero seguir tan cerca de la realidad, no estoy haciendo un documental. Corté las entrevistas porque tampoco quería contar la historia de una mujer sorda que fuese ejemplar o proyectarlo como un viaje paradigmático, porque es imposible. O sea, cada mujer sorda vive su maternidad de una manera diferente, igual que las mujeres oyentes. Sí hay algo que las atraviesa a todas por igual durante las distintas fases de la maternidad, el embarazo, el parto, la crianza... y es que se tienen que enfrentar a unas barreras comunicativas que existen», subraya en clara referencia a ese guiño tenso que se hace en un momento concreto de la cinta a la transversalidad de la violencia obstétrica en una situación de extrema vulnerabilidad como lo es un parto. Algo para lo que sin duda no hace falta escuchar, basta con sufrir el riesgo de experimentarlo y siendo mujer, se rifan las papeletas.

«¿Sabes qué ocurre? Que yo disfruto mucho de personajes femeninos que tienen fallas, que son contradictorias, que meten la pata, que se contradicen a sí mismas, que se buscan, que no saben lo que quieren. Y necesitaba pasármelo bien en este sentido con el personaje de Ángela, tanto al hacerlo como luego al verlo». Satinada de silencio y ternura, mostrando y proponiendo nuevas formas de registrar las barreras del querer, las limitaciones comunicativas impuestas por una circunstancia no elegida y llamada a ser una de las películas del año y de la temporada de premios, «Sorda» hace ruido. El suficiente como para que nos resuene fuerte su eco.