40 años rompiendo la Cuarta Pared: decanos de lo alternativo
La sala madrileña, Premio Nacional de Teatro en 2020, celebra sus cuatro décadas con el estreno de tres obras que indagan en lo trascendental de nuestra existencia


Madrid Creada:
Última actualización:
Corría el año 1985 cuando un grupo de veinteañeros decidió abrir una pequeña sala en la calle Olivar de Madrid donde poder crear y mostrar al público propuestas escénicas diferentes a las que podían verse en los teatros al uso en aquellos tiempos. Aquel fue el germen de Cuarta Pared, un proyecto asentado ya desde el principio en tres pilares fundamentales: la sala de exhibición, la compañía y la escuela. Instalado definitivamente en la calle Ercilla desde 1992 el colectivo cumple felizmente estos días, contra todo pronóstico, cuatro décadas de existencia. “Todo esto nació como fruto de la inconsciencia juvenil –recuerda con humor hoy su director, Javier García Yagüe–. No nos planteábamos mucho el futuro en esos inicios. Solo queríamos subsistir. Casi todos teníamos trabajos alternativos, en muchos casos relacionados con la enseñanza, y simplemente queríamos volver a abrir la sala al día siguiente. No nos gustaba el teatro que se hacía entonces; no nos veíamos reflejados en él. Nos parecía, en general, anticuado, muy basado en la dicción y en la oratoria. Nosotros queríamos hacer un teatro más basado en la verdad, en la vivencia. Empezamos a trabajar con un director argentino (Ángel Ruggiero) que traía otros aires; y así fue como empezamos a hacer creaciones colectivas, que es la manera de trabajar que defendíamos y que aún defendemos hoy.”. Unas creaciones que al principio se representaban en un espacio mínimo, con solo 20 sillas dispuestas de la mejor manera posible de acuerdo a la naturaleza de cada propuesta. “No nos dejaban ni anunciarnos en la cartelera, porque no nos consideraban un teatro como tal; empezó a conocerse lo que hacíamos por el boca a boca –explica G. Yagüe–. Así fue como algunos críticos se interesaron, entre ellos Pepe Henríquez, y empezaron a denominar nuestro trabajo ‘teatro del aliento’ o ‘teatro de la respiración’, por la proximidad del público con los actores”.
Poco a poco fueron pasando por allí jóvenes creadores que mostraban sus primeras obras y que luego han desarrollado una importante carrera en el teatro de texto, como Juan Mayorga, Helena Pimenta, Alfredo Sanzol, Eduardo Vasco, Laia Ripoll…; o en la danza, como Luz Arcas, Daniel Abreu, Carmen Werner, Chevi Muraday… La compañía, por su parte, se fue consolidando con García Yagüe al frente -es el único que queda, junto a Asunción Rivero, del núcleo fundacional- y ha dado a luz a lo largo de todo este tiempo algunas conocidas piezas que se agrupan, a veces, de tres en tres. Es el caso de la ‘Trilogía de la juventud’, la ‘Trilogía inesperada’ o, más recientemente, la ‘Trilogía negra’.
Precisamente, también serán tres las obras que se estrenen este año, entre febrero y abril, para conmemorar el 40º aniversario. En esta ocasión se ha evitado el término ‘trilogía’ y se ha optado por el de ‘tríptico’. Esto se debe a que no hay un orden cronológico en el contenido, sino que representan tres visiones, las que aporta cada una de las directoras, sobre un mismo asunto. La idea del proyecto, que ha requerido de dos años de preparación, era situar al frente de cada montaje a una mujer que se haya formado profesionalmente en la sala. Así, Aldara Molero dirige ahora ‘Todas las casas’, Aitana Sar hará lo propio poco después con ‘Murmullo’ y Raquel Alarcón se ocupará, por último, de poner en pie ‘Todo lo que veo me sobrevivirá’. Las tres obras forman un ‘Tríptico de la vida’ en cuyo nombre cabe intuir que el tema que las une es quizá esta vez más existencial y menos social que en las mencionadas trilogías anteriores de Cuarta Pared. “Es verdad que aquí hablamos de algo más general o abstracto –confirma García Yagüe–; pero para hablar de la vida… hay que partir de la vida de cada uno, así que la realidad social también está presente; en ‘Todas las casas’, por ejemplo, sale a colación el trabajo, o la relación que tenemos con el trabajo. El tema común a las tres obras es una exploración en lo trascendente, en lo verdaderamente importante de la vida, en lo que va más allá de la cotidianidad; poque vivimos en un mundo invadido por la urgencia, por lo efímero”.
Después de celebrar teatralmente este 40.º cumpleaños, Cuarta Pared afronta el futuro con el único deseo de seguir manteniendo siempre la idea de colectivo. “Para mí, nuestra identidad está asociada al lenguaje que generamos como colectivo –afirma el director–. Hemos creado una comunidad importante, y solo aspiramos a mantenerla con su esencia. La subsistencia siempre de un teatro alternativo siempre es complicada. También en nuestro caso. Nosotros mantenemos una estructura de 40 personas. Desde luego ha habido momentos críticos. Por ejemplo, cuando los teatros públicos empezaron a abrir sus salas pequeñas, pensamos que quizá lo que hacíamos nosotros ya no tendría mucho sentido porque lo iban a hacer ellos. Así que nos hemos ido reinventando y adaptando siempre a la nueva realidad teatral y a las necesidades de la sociedad en la que estábamos. En cuanto al momento actual del teatro alternativo, lo peor, creo, es que hubo un momento en el que se abrieron muchas salas que ya no contaban en verdad con un proyecto de creación alternativa. Son salas donde se exhiben propuestas de teatro convencional de pequeño formato, lo cual es muy lícito, por supuesto; lo que pasa es que es que eso ha hecho que el panorama sea bastante confuso para el público menos especializado”.
- Dónde: Sala Cuarta Pared, Madrid. Cuándo: febrero, marzo y abril. Cuánto: 15 euros.