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teatro
Agatha Christie o la degradación moral por amor
Fernando Guillén Cuervo protagoniza la obra teatral de la escritora que obtuvo seis nominaciones a los Oscar de 1958 en la inolvidable versión cinematográfica de Billy Wilder

La idea de llevar en nuestro país a las tablas ‘Testigo de cargo’ ha estado bullendo sin descanso en la mente de Roberto Santiago desde que vio por primera vez la obra representada en Londres, hace ya cerca de 20 años. “Para mí esto es un sueño cumplido; creo que es la mejor obra de teatro de Agatha Christie, por encima de ‘La ratonera’ o de ‘Diez negritos’”, confiesa feliz el inquieto guionista, dramaturgo y director, que parece tocado por una varita mágica para conectar con el gran público haga lo que haga. Es responsable de algunas películas tan taquilleras como ‘El penalti más largo del mundo’ y uno de los escritores españoles de literatura infantil más prolíficos y exitosos, autor de la saga ‘Futbolísimos’, entre otras muchas obras. Por si fuera poco, la buena acogida de su novela Ana y la obtención del Premio Fernando Lara en 2023 por ‘La rebelión de los buenos’ le han permitido también abrirse con autoridad un hueco en el campo de la literatura para adultos y, más concretamente, dentro del género del thriller.
Parecía bastante lógico, por tanto, que un autor interesado en la dimensión criminal del ser humano, y en el marco social en el que se produce esa fractura moral que lleva a un individuo a matar a su semejante, tuviese a Agatha Christie como un referente casi obligatorio. Y así lo confirma el propio Santiago: “Fue una escritora con una capacidad fuera de lo común para detectar las miserias humanas y para articularlas en un género que prácticamente inventó ella, o que popularizó, al menos, como nadie”.
Hace dos años el autor y cineasta madrileño volvió a ver en Londres un nuevo montaje de ‘Testigo de cargo’. “Una versión maravillosa; salí del teatro casi flotando”, asegura. Fue entonces cuando decidió “levantar el proyecto como fuese”. Habló con la productora Nadia Corral –“a la que contagié mi entusiasmo”, dice Santiago– y esta se puso manos a la obra para armar este espectáculo cuya dirección ha recaído en Fernando Bernués y que cuenta en el reparto con Fernando Guillén Cuervo, Isabelle Stoffel y Bruno Ciordia en los papeles principales, a los que se unen, completando el elenco, Adolfo Fernández, María Zabala, Markos Marín, Borja Maestre y Nerea Mazo.
Dedicado exclusivamente en este proyecto a la labor de versionador, Roberto Santiago ha querido trabajar la conocida historia de suspense sobre dos amantes conspiradores y un astuto abogado a partir del texto teatral que Agatha Christie estrenó en 1953, dejando un poco de lado la famosa película que Billy Wilder rodó cuatro años más tarde con Tyrone Power, Marlene Dietrich y Charles Laughton como protagonistas. Curiosamente, antes de convertirla en obra dramática, Christie había publicado ya ‘Testigo de cargo’ en forma de relato, primero en 1933 y después en 1948. Y fue ese relato el que sirvió de inspiración a la adaptación, previa a la película, que la BBC realizó en 1949 para la pequeña pantalla.
No obstante, con la proverbial capacidad que tiene el cine de permear en el inconsciente colectivo, son las imágenes de la mencionada cinta de Wilder las que la gente asocia de manera más directa a la obra teatral. Sin embargo, como recuerda Santiago, hay sustanciales cambios en el filme con respecto al texto dramático: “Desde luego, Wilder va a la esencia de la obra; pero introduce muchos personajes e introduce también, como no podía ser de otra manera en él, mucho humor, ese humor ácido tan característico suyo que nos conecta a todos con la esencia del ser humano. La obra de Agatha Christie es más áspera, más dura, más seca. Aunque también tiene retazos de cierto humor cínico, que yo por supuesto he mantenido, ella escribió el relato original cuando salía de un divorcio muy traumático. Por eso, el epicentro de la obra es la desconfianza hacia el género humano, y especialmente hacia el hombre. Es la historia de una mujer sumisa perdidamente enamorada de un hombre por el que es capaz de hacer cualquier cosa. Es una obra de misterio, sin duda; pero, sobre todo, creo que es una obra sobre la toxicidad de las relaciones de pareja”.
Desde el punto de vista formal, Santiago ha unificado algunos personajes y ha condensado la trama para reducir significativamente su duración, dejándola en una hora y 45 minutos, aproximadamente, en lugar de las tres horas originales. Todo ello tratando de no malograr la eficacia de “los continuos e innumerables giros que contiene”.
Con estos mimbres, el director Fernando Bernués ha planteado “una propuesta muy interesante”, a juicio de Santiago, introduciendo algún elemento sutil de naturaleza metateatral y “creando, en lo que tiene que ver con el trabajo con los actores, un sistema perfecto con los ocho intérpretes, que se mantienen siempre en escena, para contar de la mejor manera, con el ritmo más adecuado, la verdadera esencia del conflicto”. Y, dentro de ese “sistema”, Fernando Guillén Cuervo asume el difícil reto de interpretar a un personaje, el del abogado Sir Wilfrid Roberts, que Charles Laughton convirtió en inmortal. “Todos recordamos a Laughton, claro, pero Fernando (Guillén Cuervo) hace algo muy bonito y distinto -afirma el dramaturgo-. Dota al personaje de una cierta fragilidad que, para mí, lo hace más interesante, si cabe”.
- Dónde: Teatro Fernán Gómez, Madrid. Cuándo: hasta el 26 de enero. Cuánto: desde 14 euros.
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