Almagro destapa a su diablo
Almagro estrena una adaptación teatral. «El diablo cojuelo», la novela satírica de Luis Vélez de Guevara acometida por Aitana Galán y ejecutada con solo cinco actores.
Almagro estrena una adaptación teatral. «El diablo cojuelo», la novela satírica de Luis Vélez de Guevara acometida por Aitana Galán y ejecutada con solo cinco actores.
Dicen que tuvo un predicamento como poeta cortesano difícil de igualar por cualquiera de sus coetáneos; que compitió en éxito con el mismísimo Lope de Vega; que sus acotaciones para la dirección escénica de sus comedias eran transgresoras y hoy resultan aún modernas en algunos aspectos. Dicen, incluso, que fue el verdadero inspirador de Calderón de la Barca a la hora de trasladar el verso culterano al teatro. Los mejores escritores de su tiempo –entre ellos, Cervantes o los dos mencionados más arriba– lo elogiaron abiertamente, como dan fe varias obras y documentos que se conservan al respecto.
Sin embargo, Luis Vélez de Guevara no tuvo excesiva suerte con la posteridad. Pocas son las obras que se representan en la actualidad de este poeta nacido en Écija en 1579 y poquísimos son los títulos de esas obras –hoy conocemos cerca de 100 escritas por él– que el público siquiera ha oído alguna vez nombrar. En todo caso, sí es posible que quede en la memoria de muchos –por aquello de que se mencionaba en los libros de Literatura de secundaria– una novela suya, asimismo brillante e innovadora, llamada «El diablo cojuelo». Y este es, curiosamente, el texto que la directora escénica Aitana Galán ha querido llevar ahora a las tablas, y no otros de Vélez de Guevara que sí son en su origen de naturaleza teatral. Con un reparto formado solamente por cinco actores, Galán acomete este montaje –cuyo estreno absoluto será esta noche en el Festival de Teatro Clásico de Almagro – sobre la historia de un estudiante llamado Cleofás Leandro Pérez Zambullo que, huyendo de la justicia, entra en la buhardilla de un astrólogo y allí libera a un diablo encerrado en una vasija de vidrio. Para agradecerle su excarcelación, el diablo decide enseñar a Cleofás las miserias y vilezas de la población abriendo sin esfuerzo los tejados de las casas y mostrándole la vida que hay dentro de cada una de ellas.
Dividida en diez capítulos o, como prefiere llamarlos el autor, diez «trancos» –que son los saltos que dan los protagonistas de edificio en edificio–, la novela es, ante todo, una ingeniosa sátira de los vicios morales de la sociedad del XVII con un lenguaje en ocasiones algo oscuro por la estilización y el barroquismo. «La obra tiene muchísimas virtudes –asegura Aitana Galán, que firma también esta versión para las tablas junto a Jesús Gómez Gutiérrez–. Es una novela muy vanguardista. Incluye escenas muy teatrales junto a otros elementos casi de cómic. Es verdad que la adaptación no ha sido fácil porque el lenguaje, con toda su retranca, está cuidadísimo hasta un punto que el teatro no permite del todo».
Del verso a la prosa
Vélez de Guevara pasó momentáneamente «de la jineta de los consonantes a la brida de la prosa» –o, lo que es lo mismo, de la poesía y el teatro a la narrativa– para sacudir a distro y siniestro y para poner delante de los ojos del lector ese «pastelón de Madrid» que estaba repleto, según el autor, de «sabandijas racionales». «Vélez habla de las diferencias de clase social y de las condiciones de vida de la gente; y, muy especialmente, habla de los escritores –explica la directora de la función–. Él, que fue un gran conocedor del mundo en el que vivía, era consciente de su fama y su condición de pedigüeño, como lo eran prácticamente todos los escritores en aquel tiempo, pues precisaban de la aprobación y de los ingresos que les facilitaba la nobleza. En la novela hay mucho de autobiográfico en realidad. Creo que Vélez se muestra reflejado tanto en el estudiante que quiere abrirse camino en el mundo como en el viejo diablo que ya conoce, por experiencia, los vicios de la corte».
Por este motivo, Galán ha introducido al propio autor de la obra como un personaje más de la función, en cuya piel se mete el actor Nelson Dante. «Nos parecía interesante dar vida al propio autor, porque hemos visto que algunas partes del libro, como las premáticas que cita Cleofás en el último tranco, tienen en realidad mucho que ver con la propia biografía de Vélez de Guevara y con su relación con la Academia de Sevilla». Para ahondar en ese carácter autobiográfico, la obra, «muy respetuosa con el texto» según la directora, va un poco más allá de la novela publicada en 1641 e incorpora también discursos, cartas y el propio testamento del autor. Los papeles protagonistas de Cleofás y el Cojuelo están interpretados, respectivamente, por Críspulo Cabezas y Silvia Espigado, una actriz esta última muy popular por su intervención en la serie «Cuéntame» que ha despertado cierta expectación en este proyecto por comprobar cómo se desenvuelve haciendo teatro clásico. «En realidad, ella tiene una gran formación en Barroco –aclara Galán–; lo que pasa es que, al final, tú vas llevando inevitablemente tu carrera de acuerdo con lo que te ofrecen. Yo estoy muy contenta con el reparto; todos están fantásticos».
Con una escenografía sencilla, como corresponde a las propuestas que se representan en el emblemático Corral de Comedias de Almagro, la directora ha concebido su propuesta estéticamente de una manera ecléctica, «empleando elementos barrocos y otros contemporáneos» sobre el escenario y en el vestuario.