"Bella figura": la hoguera de las vanidades
El Teatro Nacional de São João llega a Madrid con una nueva obra de Yasmina Reza que aún no se ha visto en nuestro país y que reflexiona sobre la vida, el tiempo y el fracaso.
El Teatro Nacional de São João llega a Madrid con una nueva obra de Yasmina Reza que aún no se ha visto en nuestro país y que reflexiona sobre la vida, el tiempo y el fracaso.
No fue la firma de Yasmina Reza, a pesar de estar considerada entre los dramaturgos de mayor fama y prestigio internacional, lo que llevó al director portugués Nuno Cardoso a interesarse en un primer momento por su obra «Bella figura». Habían sido sus propios actores, con los que estaba trabajando en el montaje de «Demonios» en 2016, los que le pusieron sobre la pista de este texto, que ellos veían como «el lado banal de la misma situación trágica» que abordaba en su pieza Lars Norén. Y esa situación trágica no es otra que la de la burguesía enfrentada permanentemente, en el mundo contemporáneo, a sus innumerables angustias, hipocresías y traiciones. «Conocía ya antes el teatro de Reza, porque... ¡es imposible no conocerlo!; pero es verdad que antes de trabajar en “Bella figura” no me había interesado demasiado», reconoce entre risas el director del Teatro Nacional São João (Oporto). Cardoso leyó atentamente este texto y releyó el resto de la producción de la aclamada escritora francesa, autora de piezas mundialmente conocidas como «Arte» y «Un dios salvaje». Se dio cuenta entonces de que «en todas sus obras hay una especie de juego letal con las palabras, los diálogos son como un combate de esgrima». A partir de ahí, decidió concentrarse principalmente en esas palabras («en lo que se dice y en lo que no se dice», aclara él), concibiendo una producción de pequeño formato y de nulos adornos para que el espectador «esté atento exclusivamente al trabajo de los actores».
El ser humano, esclavizado
«La escenografía consta solo de unas cuantas sillas de Ikea –confiesa el director–, y no uso como ambientación más que una canción de los Rolling Stones, que se repite varias veces y que es “You can’t always get what you want”». Un tema musical cuyo título –puede traducirse como «No siempre puedes tener lo que quieres»– guarda una estrecha relación con una obra que, precisamente, censura en su sentido más profundo la vanidad y la superficialidad del ser humano, esclavizado fatalmente en nuestros tiempos por las apariencias. En el aparcamiento de un restaurante, dos amantes acaban de tener una discusión. Ella, Andrea, madre soltera y farmacéutica, está enfadada porque él, Boris, empresario en horas bajas, ha mencionado que el restaurante al que acuden se lo ha aconsejado su mujer. A ese mismo aparcamiento llega otra pareja, acompañada por la madre del hombre, que está conectada inoportunamente con la primera, puesto que la mujer es la mejor amiga de la esposa de Boris. Estos cinco personajes, que en el planteamiento argumental se encuentran por azar al más puro estilo de una comedia de enredo, protagonizan una obra coral que analiza de manera muy crítica el mundo de vanidades en el que estamos inmersos.
Seres extraños desnudos
«La casualidad hace que los personajes tengan que enfrentarse a una situación crítica –afirma Cardoso–; es entonces cuando sus máscaras caen, dejando ver la verdad que cada uno esconde: sus rabias, miserias, insatisfacciones, miedos, vergüenzas». El espectador asistirá a ese paulatino desnudamiento de «unos seres extraños que, a la vez, son muy normales», según el director, quien apunta además qué va a encontrar el público desde un punto de vista intelectual: «Hannah Arendt dijo que con la Segunda Guerra Mundial fuimos testigos de la banalidad de la barbarie; pues bien, yo pienso que con esta pieza seremos testigos de la barbarie de las personas banales». Y aclara Cardoso que la obra, si bien apela a los problemas de la clase media de hoy, «presenta en realidad un conflicto humano eterno»: «Siempre estamos huyendo de las grandes cuestiones, de las grandes verdades, que son el tiempo, la muerte, el amor... Y enmascaramos todos esos miedos y problemas en la imagen, en la apariencia. A eso, por supuesto, hay que sumar la particularidad de estos tiempos: vivimos en una sociedad masificada con la riqueza aún concentrada en unos pocos; una sociedad en que las redes sociales, al tiempo que nos controlan y limitan, nos sirven como escaparate para fingir una felicidad que en verdad no tenemos; una sociedad, en definitiva, ruidosamente solitaria. Y, claro, con todo eso, es más fácil irse a El Corte Inglés a comprarse una chaqueta que mirarse en el espejo y decir: “Soy una mierda”».
Ana Brandão, Afonso Santos, João Melo, Maria Leite y Margarida Carvalho conforman un elenco de «actores de teatro», según los define Cardoso, que ya habían trabajado con él anteriormente en el Teatro Nacional. Esta institución de titularidad estatal ubicada en Oporto está compaginando, en su gira internacional, el montaje de «Bella figura» con otra producción de formato mucho mayor a partir de la obra «La muerte de Danton», de Georg Büchner. Con este díptico, el director portugués intenta acercarse al gran drama humano desde dos caminos muy diferentes, pero igualmente válidos y reveladores para él: «Schopenhauer decía que la pequeña historia humana es cómica y la gran historia es trágica; 200 años después, Charles Chaplin vino a decirnos que la gran historia humana es la que es cómica, y que la trágica es la pequeña. Nosotros, con estas dos obras, tratamos de aglutinar ambas tendencias».