Teatro

¿Y si Calderón cantase ópera?

El Festival Clásicos de Alcalá acoge el estreno absoluto de «La vida es sueño» y el «Lazarillo»

La ópera «Lazarillo», que se estrena en el Festival Clásicos de Alcalá, representa una España azotada por la miseria y el fanatismo
La ópera «Lazarillo», que se estrena en el Festival Clásicos de Alcalá, representa una España azotada por la miseria y el fanatismoRubén García

El lema de la XXII edición del Festival Iberoamericano del Siglo de Oro de la Comunidad de Madrid Clásicos en Alcalá reza: «¡Exprime los clásicos! Y se lo tomaron tan en serio que han llevado al mundo de la lírica dos obras cumbres de nuestra literatura áurea, «La vida es sueño», de Pedro Calderón de la Barca, y el «Lazarillo», ambas convertidas en sendas óperas por encargo del Festival, que acogerá sus estrenos mundiales absolutos. La primera es una coproducción con el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá y La Chapelle Harmonique de Francia, y será la encargada de abrir el Festival mañana. Se trata de una ópera contemporánea para orquesta barroca y nueve cantantes solistas, dividida en tres jornadas y un epílogo, compuesta por el colombiano Juan Pablo Carreño y con libreto de Iván Olano. La dirección musical será de Valentín Tournet y la escénica, del argentino Alejandro Chacón. Para Carreño, «estrenar una ópera en estos tiempos es casi un acto suicida», manifiesta. «La vida es sueño» es la tercera que compone. «Las dos anteriores pueden considerarse contemporáneas con un lenguaje moderno, pero esta la escribí inspirado en el estilo de los maestros barrocos, no sólo por el título, sino por el marco en el que se va a estrenar dentro del festival clásico. Su lenguaje moderno dialoga con el del Siglo de Oro». Narra el drama de Segismundo, heredero del rey de Polonia, quien, obedeciendo a los presagios de una profecía que anunciaba que su hijo se convertiría en un tirano, lo condena a vivir en cautiverio y en la miseria desde que nace, aunque, sin embargo, este es capaz de transformarse y perdonar a su padre. «El hilo conductor es el pasaje entre los diferentes estados del alma de Segismundo», afirma Carreño, cuyo reto era responder a una pregunta esencial: «¿Cómo expresar, en una dimensión lírica, esos diferentes estados, cómo apartarse de lo rigurosamente narrativo para expresar musicalmente el estadio más caótico, expresivo y obsesivo de los sueños, de la duda, pero manteniendo la musicalidad de la lengua de Calderón, cómo enfrentarse a la prosodia del texto que viene con una métrica implícita, y traducirla en música y cantarla? La lengua española tiene una musicalidad particular, una forma que la hace fascinante que va entre un aria y un recitativo, y esto la hace un reto interesante», afirma el compositor.

Versión fiel al original

En cuanto al libreto, «la adaptación de Iván Olano es bastante fiel al texto de Calderón, hemos sacado personajes, porque la obra es larga y en música se alarga tres veces más. Con vestuario de Lorenzo Caprile, el reparto lo componen el tenor Diego Godoy (Segismundo), la soprano Paula Mendoza (Rosaura), el bajo Ernesto Morillo (Clotaldo), la mezzo Paola Leguizamón (Clarín) y el tenor Basilio César Gutiérrez (Basilio), entre otros.

El segundo estreno absoluto es «Lazarillo», una coproducción de Teatro Xtremo y Euroscena que podrá verse en el Corral de Comedias. La partitura ha sido compuesta por el Premio Nacional de Música David del Puerto, el libreto es de Martín Llade, la dirección escénica, de Ricardo Campelo, y la musical, de Lara Diloy, al frente de un ensemble de seis músicos y un reparto formado por la soprano Ruth González, el tenor Antoni Comas, la mezzo Silvia Zorita y el barítono Enrique Sánchez-Ramos. Para Campelo, «la música de David del Puerto está totalmente a favor de la acción teatral, de que sucedan cosas en el escenario, aparte del elemento estilístico, como la guitarra española amplificada, que le da al Lazarillo ese valor de icono español».

Castellano antiguo

En cuanto al libreto de Llade, es «muy respetuoso y fiel con el original. En lugar de hacer la narración de Lázaro, que sabemos que es epistolar, ha creado diálogos sin añadir nuevas palabras utilizando las originales del castellano antiguo», explica Campelo. Para él, «la obra presenta una cruda mirada a una España azotada por la miseria, el fanatismo y la explotación a través de la vida de Lázaro». Pero no ha deseado colocarla en una época determinada. «Queríamos hacer una acronía fuera de coordenadas temporales, atravesando todas las épocas con elementos comunes, con instituciones que todavía permanecen, como la Iglesia o las casas nobles. ¿Estamos en 1550 o en 2050, antes o después del desastre climático?», se pregunta, porque, para él, «mirar al Lazarillo es estar en la contemporaneidad y proyectarse hacia lo que está por venir».

La compañía Teatro Xtremo ha concebido la puesta en escena utilizando la tecnología audiovisual. «Solemos trabajar acciones performativas que retransmitimos a través de una cámara en directo, no solo como un elemento de construcción escenográfica, sino amplificando lo que sucede en el escenario, nos gusta ver cómo los cantantes sudan, cómo se vomita o derrama el vino cuando Lázaro agujerea la jarra del ciego. Con este elemento no tenemos la necesidad de una escenografía gigante y va de acuerdo al discurso que queremos emplear», concluye.