Madame Bovary no quiere ser una princesa Disney
Carme Portaceli y Michael de Cock presentan la versión de la obra de Flaubert "sobre la esposa de un médico amenazada por los estereotipos sociales", sostienen
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Aquella Mrs. Dalloway que protagonizó Blanca Portillo, hace ya cuatro años, nos trasladaba al universo de Virginia Woolf, pero en su esencia, entre bambalinas, su papel también estaba siendo el de la mismísima Celestina. Autor de la versión y directora, Michael de Cock y Carme Portaceli, daban inicio con ello a una colaboración teatral que ahora trae nuevos frutos por la capital –primero, se versionó en el cine para sortear la pandemia mientras las tablas permanecían en «pause» y, luego, se estrenó en el KVS de Bruselas–. Tras aquella adaptación de La señora Dalloway, se les metió en la cabeza la idea de «hacer otro personaje femenino interesante», cuenta la valenciana. Fue como llegaron a Madame Bovary, novela cumbre en Gustave Flaubert y libro que marcó a Portaceli ya en su primera lectura por su historia más allá de las páginas, «porque su escritor fue a juicio por hablar de una “mujer libertina”, decían». Sin embargo, lo que a la directora le transmitía el cuento era «todo lo contrario», señala, «tenía la sensación de que era una mujer esclava, víctima».
Y, con esa imagen, la pareja de «cómplices», dice, comenzó a imaginar una adaptación que se saliera de esa «lectura equis» que había imperado durante años para dejar paso a la suya: «Nos acercamos más a la realidad. Es una mujer que busca la felicidad y que se equivoca tanto por escoger el camino que le va marcando la sociedad».
Emma Rouault, que vive en mitad del campo con su padre, entre ovejas, vacas y huertos, se aburre sin remedio. Solo las novelas le sacan del tedio del día a día a través de un mundo imaginado en el que el amor aparece como su gran salvador... para desgracia de una Marguerite Yourcenar que se revolvería en su lecho después de afirmar aquello de que «la culpa del amor romántico mal entendido la tiene la literatura francesa». Y es justo eso lo que Flaubert puso a leer a la pobre de Emma. «Está envenenada», lamenta Portaceli a la vez que apunta a ese ideal romántico «todavía hoy presente»: «En Disney vemos a príncipes necrófilos que te levantan de la muerte. Son enseñanzas de que el amor es lo único que te salva y que necesitas que te quieran», sostiene.
Así que, con todos esos «fantasmas» dentro, la protagonista no tarda en irse con casi el primero que se le cruza, el doctor Charles Bovary, su aparente única salida... Pero «con el primer beso ya se da cuenta de que eso no es así. Y es cuando empieza a soñar y a buscar amantes que le saquen de las miserias de la vida. Entra en una vorágine en la que cava su tumba. Piensa que lo importante son el dinero, los trajes y la ópera», explica una Portaceli que se abraza a la frase de Simone de Beauvoir: «El día que una mujer pueda no amar con su debilidad, sino con su fuerza; no escapar de sí misma, sino encontrarse; no humillarse, sino afirmarse...; ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal». «Eso es lo que nos lleva a ser un poco más felices», resume la directora.
La Bovary que aterriza en Canal, de hoy al domingo, es una condensación de la obra de Flaubert en apenas dos personajes interpretados por Maaike Neuville y Koen de Sutter (más una soprano, Ana Naqe/Noemie Schellens). Síntesis en la que De Cock y Portaceli recrean la asistencia de los protagonistas a una representación de la ópera «Lucia de Lammermoor», donde Emma se da cuenta «de que su vida es de una mediocridad y un aburrimiento extraordinarios», apunta la directora.
Será el momento en el que Madame Bovary se torne en «una rebelde metida en el sistema. Hay muchos como ella, el problema es que el sentido común no está en él y es el aspecto más revolucionario con el que contamos. Desde el primer instante tuvimos claro que solo queríamos a ellos dos. Nos interesaba que lo que se explicaba del amor no fuera lo que se hubiera vivido, sino lo que se necesitaba, sus deseos de salir de ahí. Por eso, lo importante es la relación de ellos. Lo que sucede al darse cuenta de que lo que vive no es amor y de que la ha pifiado para toda su vida –continúa Portaceli–. Es entonces cuando se entrega al sueño y reinventa su persona. Luego, cuando hay carne podrida son los buitres los que planean. No hay persona buena que se te acerque cuando estás jodida. Hay que estar vigilante», explica quien no vivirá el estreno de esta noche en Canal –«está controlado, no me necesitan»– por levantar, en Belgrado, una versión de María Velasco de los Fuegos de Yourcenar.
- Dónde: Teatros del Canal, Madrid. Cuándo: desde hoy hasta el domingo. Cuánto: desde 9 euros.