Teatro

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"Madre coraje y sus hijos": La contradicción humana

"Madre coraje y sus hijos": La contradicción humana
"Madre coraje y sus hijos": La contradicción humanalarazon

Autoría: Bertolt Brecht. Dirección: Ernesto Caballero. Intérpretes: Blanca Portillo, David Blanco, Bruno Ciordia. Teatro María Guerrero. Hasta el 17 de noviembre de 2019

Sin restar uno solo de los incontables valores que tiene un obrón como «Madre Coraje», reconozco que no es este un título que a mí personalmente me haya movido a ir al teatro con ilusión las veces que la he visto representada profesionalmente. Y no porque el resultado de cada uno de esos montajes me decepcionase en su momento, que nunca fue así. La verdad es que no sabría explicar muy bien el motivo concreto de esta reticencia mía, pero supongo que tenía que ver con esa pátina de sordidez con la que yo guardaba el texto en mi memoria desde que lo leyera por primera vez. Y digo «guardaba» porque Ernesto Caballero ha conseguido con esta nueva propuesta eliminar ese postizo barniz de mi recuerdo para hacer que la obra de Brecht resplandezca ahora en mi inconsciente como si me acercara por primera vez, desprejuiciado y desnudo, a su verdadera esencia literaria y teatral. En un trabajo que –supongo que son las cosas del día del estreno– fue de menos a más en la primera función, Blanco Portillo compone a la Ana Fierling más cínica, compleja y contradictoria que yo haya visto antes y que, probablemente, hubiera sido capaz de imaginar por mí mismo, por más que volviera releer el texto mil veces. Lo curioso es que la actriz lo consigue no tanto esta vez por sus ya conocidas dotes interpretativas como por haberse dejado llevar dulcemente en la corriente de la propia historia; por haberse puesto al servicio de una trama en la que solo es un elemento más. Y en eso le debe sin duda mucho a su director, que ha leído el texto con inteligencia, y con mucha poesía, para extraer directamente los símbolos que hay en él sin detenerse más de la cuenta en los personajes que han de portarlos; un director que se ha distanciado al mirar la obra, tanto o más que el propio autor se distanciaba cuando miraba el mundo. En conclusión, y merced también al trabajo del resto de un elenco perfectamente cohesionado, todo en Madre Coraje se ve aquí más bello que de costumbre, más cómico incluso –cruelmente cómico-, menos afeado por nuestro particular bagaje, por nuestro realismo cercenador; y ello sin que la obra deje de resultar tan demoledora como ya cabía esperar. El batacazo intelectual es el mismo de siempre; pero esta vez se encaja con gusto.