¿Quiere ser El señor de la guerra?
La compañía alemana Rimini Protokoll llega a los Teatros del Canal para darle la vuelta al escenario en «Situation Rooms». Ahora el que se mueve por el decorado es un público que debe dejarse guiar entre las sombras del tráfico de armas.
La compañía alemana Rimini Protokoll llega a los Teatros del Canal para darle la vuelta al escenario en «Situation Rooms». Ahora el que se mueve por el decorado es un público que debe dejarse guiar entre las sombras del tráfico de armas.
Rimini Protokoll no le interesan los espectadores pasivos. Los quiere en plenas facultades para moverse por todas partes. La compañía alemana armará a cada persona que se acerque a la Sala Roja de los Teatro del Canal con una tableta y unos auriculares y a correr. Que no paren de entrar y salir ni de subir y bajar por sus instalaciones. En «Situation Room» abres una puerta y, con solo traspasarla, te mueves de un país a otro. De una terraza en Pakistán a San Diego, concretamente a la cabina del piloto de aviones no tripulados desde la que se vigila y/o bombardea el mundo; de estar sentado en la sala de una escuela de Sudán dirigiendo una radio que invita a la gente a deshacerse de sus fusiles AK47 y G3 a, unos pocos pasos más allá, observar cómo un hombre suizo fabrica instrumentos de defensa.
«Situation Rooms» es una propuesta de teatro inmersivo en la que se propone un modelo fragmentado del mundo. Un tablero en el que el público se introduce para experimentar situaciones muy diferentes en torno al hecho de que vivimos en un planeta repleto de armas. «Negocios que viven de la muerte y que no paran de crecer lejos de un control que no existe. Y usted, como miembro de la audiencia, ingresa en este conjunto de películas fantásticas, una enorme instalación de Dominic Huber hiperreal, y le proporciona sensaciones contradictorias», explica a LA RAZÓN Daniel Wetzel, miembro del terceto de Rimini Protokoll, compuesto junto a Stefan Kaegi y Helgard Haug.
Como Barack Obama
Una pieza «multijugador», presenta, en la que se propone un juego similar al que vivió Barack Obama el 1 de mayo de 2011. Diez años antes, Estados Unidos había sido atacado en el corazón de Manhattan y esta Operación Gerónimo –seguida por el presidente desde la sala de operaciones de la Casa Blanca– ponía fin a la caza de Osama Bin Laden, perseguido por todas las armas conocidas y abatido en Pakistán una década después de poner a Occidente patas arriba. Desde el otro lado del mundo (y de la pantalla), Obama y su equipo seguían a salvo –por supuesto– la muerte del terrorista más buscado de principios de este siglo. Aquel espíritu «videojueguesco» es el que ahora toman estos alemanes en su instalación: «En ambos casos se encuentra la relación y afectación entre imágenes, armas, cuerpos, virtualidad y realidad».
En un mundo dominado por las imágenes –creadoras a su vez de su propia realidad–, por sus tecnologías y dispositivos, empuñar una tableta invita al «soldado escénico» a preguntarse qué pueden hacer las imágenes para cambiar la sociedad. Es lo que quieren poner en cuestión desde Rimini Protokoll con su forma de entender la historia. «Ví el futuro del teatro», escribía un periodista austriaco después de sumergirse en las salas de la pieza. Y mientras, Wetzel quiere escaparse de la idea de que «Situation Rooms» es un videojuego: «Es lo opuesto. Nosotros lo llamamos vídeo multicapa de paz, pero es teatro en un sentido profundo: estás en la posición en la que normalmente estaría el actor y, entonces, ves el mundo a través de sus ojos».
Niños soldado y periodistas
Veinte espectadores se mueven por diferentes ambientes; cada uno con su episodio hasta que, de repente, les toca cooperar en un mismo nivel: uno como paciente y otro como doctor, por ejemplo. «Porque no son juegos de médicos, sino un punto de vista más sobre la violencia y el mundo global, incluidos los negocios españoles», añade Wetzel. Son las vidas de refugiados, políticos, periodistas de guerra, fabricantes de armas, economistas o niños soldado que se van entrelazando con el paso de los minutos, en este caso en la Roja de Canal, pero al mismo tiempo ocurre lo mismo a miles de kilómetros de esa sala.
Más de cincuenta años después de que el filósofo francés Roland Barthes se preguntara qué es el teatro, Rimini Protokoll responde: «Una especie de máquina cibernética». Y cierran argumentando que «se basa en la retroalimentación e interacción entre las partes [aquí vidas] del sistema que han creado. El espectador participa mediante un juego interactivo y simulado por este teatro “high-tech” en que es atravesado por las distintas historias, multiplicando los puntos de vista, destruyendo y reconstruyendo el suyo propio».