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The Band, el milagro que salió del sótano

Se cumplen 50 años de la publicación de «Music from Big Pink», un álbum que marcó a la mejor generación de músicos del pasado siglo

The Band fue el fruto de un germen que creció junto a Bob Dylan, The Hawks
The Band fue el fruto de un germen que creció junto a Bob Dylan, The Hawkslarazon

Se cumplen 50 años de la publicación de «Music from Big Pink», un álbum que marcó a la mejor generación de músicos del pasado siglo.

Esta historia ocurrió hace medio siglo en los frondosos bosques de Woodstock. Había pasado un año desde aquel verano del amor y una generación idealista se había sumido en una profunda desilusión. Después de tantos esfuerzos, nada había cambiado en América. Kennedy era ya sólo un recuerdo mientras Estados Unidos mantenía el luto por el reciente asesinato de Martin Luther King y Vietnam seguía envolviendo cadáveres en banderas llenas de sangre. La música, testimonio vivo de aquella década tan especial, se debatía entre dos conceptos: la furia de las guitarras eléctricas y la introspección de los cantautores. Y en estas llegó The Band con un prodigio llamado «Music from Big Pink». Una lujosa edición recuerda ahora lo que fue aquella epopeya sonora. La ampulosa caja incluye el CD remasterizado con seis cortes extras, un doble vinilo, el single compuesto por «The Weight» y «I shall be released» y disco en Blu-ray.

Aquel final de los años 60 eran tiempos confusos, muy alejados de la luminosidad del verano de 1967, el festival de Woodstock y las caravanas de hippies. Gente como Rolling Stones, The Who, Hendrix o Cream llevaban la furia de las guitarras a otro nivel mientras los Beatles ya atisbaban su final. De otra parte, surgía una corriente que buscaba soluciones en la introspección con gente como Neil Young, Jackson Browne, Joni Mitchell o James Taylor, músicos asociados a la costa oeste y Lauren Canyon.

¿Y Bob Dylan? Cabe referirse a él por su influencia en la historia que nos ocupa. El gran referente de la música estadounidense de la década había sufrido un accidente de moto el 29 de julio de 1966 después de una gira tan legendaria como devastadora tanto física como emocionalmente. En su electrificación le había acompañado un grupo llamado The Hawks, el germen de lo que posteriormente sería The Band. Junto a ellos se refugió bajo los árboles de Woodstock para crear en la intimidad una música jamás escuchada antes, un regreso a la tradición americana. Aquellas grabaciones «clandestinas», realizadas sin ningún interés comercial, serían conocidas posteriormente como las «Basement Tapes», las cintas del sótano.

Al grupo que tocaba con Dylan le comenzaron a llamar con un nombre tan simple como The Band. Era un grupo de multi-instrumentistas que compartían vida y música en una misma casa, conocida como «Big Pink» por estar pintada con un extravagante color rosa. Allí cohabitaban el batería Levon Helm, el pianista Richard Manuel, el teclista Garth Hudson, el bajista Rick Danko y el guitarrista y compositor principal Robbie Robertson. Mientras Dylan escribía canciones sin parar, en The Band se dieron cuenta de que ellos también tenían algo que ofrecer. En los sótanos de aquella peculiar casa, acondicionados por Hudson para crear un modesto estudio de grabación con dos pistas, comenzaron a gestarse las primeras canciones de la banda. Y con ellas, el mito.

El grupo se trasladó a la séptima planta del estudio A&R Sound de Nueva York para registrar las primeras canciones de su álbum de debut. Una de las primeras sería «Tears of rage», una de las canciones surgidas de la colaboración con Dylan y coescrita junto a Manuel, una pieza que ya definía espléndidamente lo que era el particular sonido del grupo: ni un solo de guitarra, arreglos elegantes con austeridad sonora, voces únicas y absoluta magia. Otra de las primeras canciones grabadas sería «The Weight», uno de los grandes himnos populares y una obra maestra indiscutible con las voces de Helm y Danko, los brillantes dibujos de Robertson, el luminoso piano de Hudson y una cadencia rítmica realmente hipnótica.

«We can talk» y «Lonesome Suzie» fueron las otras dos canciones finalizadas en Nueva York antes de que The Band viajara a Los Ángeles, para completar lo que sería un impresionante álbum de debut con otras joyas como «Chest Fever» o las dylanianas «I shall be released» y «This Wheel’s on fire», ésta coescrita junto a Danko.

¿Qué tenía de especial ese sonido, que sonaba a futuro cuando en esencia era música con referentes pretéritos? El propio Helm lo definió así: «Queríamos que sonase como nada de lo que estaban haciendo otros. Era nuestra música, perfeccionada por el aislamiento de la radio y de las tendencias del momento, liberadas del mundo de los clubes y del clima de las giras con Dylan».

Robertson era un compositor único, un hombre con una tremenda cultura musical e intelectual, un devoto de la historia americana, la guerra civil, la esclavitud y los indios del norte. Naturalmente, Dylan aparecía como una influencia, pero también los Staples Singers, Smokey Robertson, Hank Williams, el viejo blues negro y las canciones apócrifas de siglos anteriores. El resto lo pusieron unos músicos de enorme talento.

Resultados discretos

Los resultados comerciales del álbum fueron discretos. Apenas llegó al puesto 30 en la lista de Billboard y «The Weight» no pasó del puesto 64 en la lista de singles. La audiencia no estaba preparada para un disco así. Aunque suene pretencioso, aquellas canciones necesitaban entonces de una sensibilidad superior para ser comprendidas. O de otro contexto. Sí las entendieron los músicos de la época. Por ejemplo, el teclista Al Kooper escribió en «Rolling Stone»: «Esta álbum fue elaborado con una consigna: la honestidad».

Eric Clapton se quedó impresionado con lo que escuchó: «Ese disco cambió mi vida». De tal forma que el músico británico decidió abandonar Cream y todos los egos de aquella etapa de su vida en busca de esa «honestidad» que transmitía «Music from Big Pink». George Harrison también se quedó extasiado y entró en conflicto con sus compañeros de los Beatles al entender que la banda de Liverpool ya se encontraba en un callejón sin salida, muy alejada del sentido grupal, solidario y amistoso que transmitía The Band. Él quería un grupo y una música como la de sus amigos norteamericanos. También le ocurrió algo parecido a Roger Waters, que lo calificó como «toda una revelación», ayudando a definir lo que querría para su banda, Pink Floyd. Y aquel álbum pronto se convertiría en compañía inevitable de la comunidad musical más talentosa, gente que llevaba el vinilo a las fiestas para disfrutar de audiciones comunales. Pasarían los años y las décadas, llegarían otros magníficos discos de The Band, y muchos seguirían refiriéndose a ellos sin justicia ni precisión como «el grupo de Dylan». Y llegaría el movimiento conocido como «Alt-country» a finales de los años 80 con grupos como Uncle Tupelo, Long Ryders o Jayhawks, muchachos que se encargarían de reivindicar la importancia de The Band dentro de la música contemporánea y su enorme influencia a lo largo de toda la historia. Hasta el día de hoy, en el que The Band es ya una leyenda.

«Music from Big Pink» sigue siendo hoy una auténtica cima musical, el resultado de una mezcla única de influencias que surgieron en un momento de confusión social, cultural y musical. The Band ofreció una obra maestra incomprendida en su tiempo, pero que el paso de los años situó en una verdadera cumbre. Una historia que merece ser contada y escuchada, un hito de nuestro tiempo. Casi un milagro.