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Raquel Martín: día 1 de la nueva partida, percance, éxito y dificultades

Alejandro Adame acompañó a la debutante en su salida a hombros de la plaza de Olivenza
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Olivenza volvía por los mismos lugares que dos años atrás habíamos dejado, como si algo de nosotros quisiera retomar la huella deleble del tiempo, de una puñetera pandemia que nos ha arrastrado a infiernos más o menos olvidables. Fue la última feria antes de que nos metieran en casa. Encerrados. Aislados. Antes de que la vida se complicara en una espiral de sucesos increíbles, mucho antes de que estallara una guerra sin sentido. Hoy estábamos de vuelta. A lo finito de la vida en un ruedo. A otro tipo de incertidumbres en las que moverse sí tiene sentido. Al menos para algunos locos. ¿Locos? Dice... El mundo sí que está loco. Dos debuts a comienzo de temporada. El de una mujer, Raquel Martín, que viene acompañada por un hecho insólito: ser apoderada por otra mujer, Cristina Sánchez, con la carrera más brillante en los ruedos hasta el momento.
No fue un estreno sencillo, de esos que uno sueña por la noche y eso que sobre el papel no podía estar mejor concebido. Olivenza y El Freixo por marzo. Bolazo. El de El Juli se la llevó por delante al cuarto o quinto lance de recibo, eso sí, como diría Leiva “por delicadeza” la embarcó desde abajo y le dejó caer. No hubo daños, que se vieran, a pesar de que estuvo un tiempo a merced. En el animal no se vislumbraban cosas buenas. Se paró pronto después sin querer empujar en la muleta, al paso y dubitativo. Aguantar eso en tu primera tarde con caballos no era fácil. En las sin picadores va todo muy rápido, los desafíos son otros y de pronto además del volumen había que tragar esos tiempos indefinidos hasta verlo embarcar a regañadientes en el trapo. Cumplió Raquel Martín, que ya era mucho. Y midió los tiempos de la labor, que es un reto. Fue muy efectiva con la espada, lo que empujó a los trofeos.
Muy verde estuvo con el capote con el sexto. El novillo tenía media arrancada, no más, y le costó acomodarse a ese tranco. Fue de menos a más. Y las florituras dieron paso a momentos más centrada con el animal. Comenzó la tarde mejor que la acabó, sobre todo con la espada, con la que estuvo a punto de rematar con un apagón. Queda camino por recorrer.
Por la derecha hizo todo Alejandro Adame, que es una copia de Joselito y Luis David, sus hermanos. Temple impuso a las buenas arrancadas del primer novillo de El Juli en una faena de francas intenciones.
Con el cuarto desafió al miedo y a él mismo y se fue a portagayola. Agónica. Salió trastabillado de la suerte. Él y un peón. Hubo uno de esos momento de desconcierto que la vista no te da para todo lo que ocurre ahí abajo. Fue novillo con muchas opciones. Lo supo Adame que lo exprimió en una faena muy afanosa. Y larga. Acortó tiempos y espacios con una eficaz estocada que le valió el doble premio.
Su debut con caballos hizo también un rubio rubísimo del otro lado de la frontera y no era la más cercana de esta tierra, que linda con Portugal, sino francés. El espigado torero se las vio con un segundo que estuvo siempre a la espera, había que ir a sacárselo. No tuvo dudas y pulseó al animal para sacarle faena en las cercanías y en los circulares. Otra cosa fue la espada. Todo lo puso con el quinto desde el comienzo de rodillas. Tuvo nobleza el novillo, pero sin empujar en la muleta.
Ficha del festejo
Se lidiaron novillos de El Freixo, propiedad de El Juli. El 1º, noble y repetidor; 2º, a la espera y con menos ritmo; 3º, deslucido; 4º, bueno; 5º, noble pero de poco empuje; 6º,de media arrancada. Tres cuartos de entrada.
Alejandro Adame, de azul e hilo blanco, pinchazo, estocada, aviso (saludos); estocada (dos orejas).
Lalo de María, de tabaco y oro, tres pinchazos, estocada, descabello (silencio); cuatro pinchazos, media (ovación).
Raquel Martín, de azul y oro, estocada buena (dos orejas); cinco pinchazos, dos avisos, diez descabellos (silencio).