Lluvia, llenazo de «No hay billetes» y sin bombazo en la Monumental
El fallo a espadas condicionó la décima quinta de la Feria de San Isidro
Creada:
Última actualización:
Cayó la mundial minutos antes, pero lo bueno estaba por llegar. Y le vino de lleno a Miguel Ángel Perera y su faena al primero, que fue toro de buena condición, pero falto de fuerza y eso hacía que protestara. El dominio de Perera se impuso al toro y a las circunstancias, que no eran pocas. En muy poco tiempo la plaza se convirtió en un barrizal. Apretó la lluvia y el toro derrotaba porque defendía por arriba lo que no era capaz de hacer por abajo. Perera cumplió de largo. Cuando acabó también se relajó la lluvia como si se hubiera confabulado contra el torero extremeño. Otro de la tierra vino después y emocionó Talavante en el saludo de capa con las manos bajas y ese toro, que trepó en las primeras arrancadas al capote. Tuvo emoción el comienzo, con ese pellizco marca de la casa, en la verticalidad. Por la derecha llegaron los mejores pasajes, los más potentes, pero al natural hubo menos emoción, la cosa no cuajó y la historia se fue diluyendo y la explosión no se recobró hasta las manoletinas. La espada no fue, como ocurrió casi toda la tarde.
Ginés Marín se las vio con un tercero complicado, que comenzó mansurrón y acabó orientado con el objetivo de ver qué había detrás de la muleta. Desarrolló más pronto que tarde. Firme y seguro Ginés.
Vicente Herrera, Curro Javier y Javier Ambel destacaron en el tercio de banderillas del cuarto. Cada uno con lo suyo, una delicia. Parecía una maldición, pero la lluvia volvió cuando Perera tomó la muleta en el cuarto. Gran toro le esperaba, a un paso de rajarse, pero devorador de muleta por abajo. Lo apretó como gran muletero que es. La duda siempre fue cuánto aguantaría y la respuesta fue menos de lo que hubiéramos deseado. La querencia superó al animal, a pesar de su clase y Perera no renunció al lucimiento buscándolo hasta alargar la faena y escuchar un aviso sin haberse perfilado.
Tampoco son necesarios metrajes excesivos. El uso de los aceros se le atravesó.
Tampoco Talavante anduvo fino con el quinto con la espada, sí lo pareció en el primer tramo de faena al natural (su pitón fuerte), pero después al toro, que tenía buena condición, le faltó fondo de bravura y a la faena esa calidad que la superara.
El sexto iba y venía sin demasiada transmisión, por lo que la faena de Ginés no atravesó ninguna frontera. Profundizamos en la idea de que más allá de la lluvia, el viento, el taquillazo de este San Isidro, para tomar nota, nos falta un bombazo que nos ponga el corazón de verdad al revés. De los que te desfonda y pasan los días y sigues dándole vueltas. De los que mantiene vivo esto, vamos. El resto son medianías. Migajas para el hambriento.
Las Ventas (madrid). Décima quinta de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Toros de Cortés, 1º y 3º; 2º de Núñez de Cuvillo, 4º, 5º y 6º, de Victoriano del Río. El 1, noble pero falto de fuerza; 2º, bueno y a menos; 3º, complicado; 4º, bueno y manso; 5º, de buena condición pero a menos; 6º, va y viene sin más. Lleno de «No hay billetes».
Miguel Ángel Perera, de tabaco y oro, pinchazo, estocada (silencio); aviso, pinchazo, pinchazo hondo, media, diez descabello (silencio).
Alejandro Talavante, de rosa palo y oro, dos pinchazos, descabello (silencio); pinchazo, estocada corta atravesada, descabello (silencio ):
Ginés Marín, de caldera y oro, estocada tendida (saludos); pinchazo, media, descabello (silencio).