
Sanfermines
Pamplona: La verdad de Fortes y la tremenda cogida de Adrián acaban en triunfo
Ginés Marín corta un trofeo de una interesante corrida con toros buenos de La Palmosilla en los sanfermines

El sábado negro inundó la jornada, con la cogida de Rafaelillo en este mismo ruedo, la impresión del percance al entrar a matar del valentísimo Juan de Castilla y las noticias de la gravísima cornada de Sergio Rollón en un pueblo que le ha puesto entre la vida y la muerte. Hablamos del toro de Pamplona y su espectacularidad, todavía no hemos superado la inmensidad del Escolar (de pitones) con el que tuvo que verse las caras ayer De Castilla, pero un chavalín que está buscándose la vida en esta loca aventura de ser torero estuvo a punto de perderla con un novillote. El toro aprieta y asfixia. No hay lugar para la broma. Un helicóptero tuvo que asistir para evitar que se desangrara. Un horror. La tragedia en el toreo nos persigue a la media vuelta. Mucha fuerza Rollón, en tu corazón torero está la afición entera de este planeta que nos mueve y nos une, aunque a veces no sepamos explicar el por qué de esta mágica, dura e incomprensible maravilla de pegar muletazos a un toro poniendo lo más preciado que tenemos en juego. Para dar continuidad a las turbulencias, los de La Palmosilla nos dieron un encierro complicado.
Lote de Fortes
Y Jiménez Fortes una primera parada cardiaca para irse a portagayola. El malagueño volvía a Pamplona diez años después. Nada menos. Toreó y arriesgó a partes iguales y la lluvia apretó como si tampoco quisiera perdérselo. La firmeza y el corazón de Saúl a disposición del toreo con un toro que tuvo movilidad y repetición, también el defecto de reponer por dentro al tercer muletazo. Pesaba un mundo salvo a Fortes que no le pesa nada. Interesó todo porque su puesta en escena es impecable, como el espadazo. Y el premio. Da gusto verlo. Intentó improvisar en el saludo de capa Fortes al cuarto y más lo hizo sobre todo al comenzar la faena de muleta sentado en una silla. Recuerdos de Morante. El toro tenía movilidad y repetición y parecía una cosa en el embroque y luego era otra de mitad de muletazo para adelante. Pegajoso y correoso. Desagradable, por lo que las series se le amontonaban a la fuerza, pero no volvió la cara jamás. En la rectitud se tiró a matar y ahí cobró una efectiva estocada, que le pudo salir cara. Al público ya lo había conquistado antes y se fue una década después por la Puerta Grande.

El susto de Fernando Adrián
Fernando Adrián se las vio con un segundo, que tenía media arrancada y peligro. Se justificó de largo y se le atravesó la espada.
El quinto fue gran toro, encastado y exigente. Había que ganarle la batalla o te la ganaba él a ti. No había medias tintas. De ahí que mediada la labor cogiera a Adrián de manera horrible. Suerte infinitiva tuvo. Bendición. Volvió a la cara del toro y metió una estocada fulminante lo que hizo el doble trofeo. Así es Pamplona. La faena no estuvo a la altura del toro.
Veinte arrancadas muy buenas tuvo el tercero antes se rajarse y Ginés Marín lo supo y lo disfrutó en una faena de técnica, oficio y ligazón. Buen toro fue el sexto que cerró plaza, con el que Ginés se alargó y esmeró hasta meter a la gente en la faena. No faltó nobleza al animal, ni repetición. La estocada, a la segunda, eso sí, hizo el resto y Ginés también tocó pelo en la tarde. La tarde en la que Fortes puso mucha verdad y Adrián lo acompañó a hombros al calor de una cogida horrible. Así es Pamplona.
Ficha del festejo
Pamplona. Séptima. Toros de La Palmosilla, bien presentados. El 1º, movilidad y repetición con ese punto de reponer por dentro; 2º, de media arrancada y mala clase; 3º, noble y repetidor; 4º, correoso; 5º, encastado y exigente, gran toro; 6º, bueno. «No hay billetes»
Jiménez Fortes, de rosa y oro, estocada (oreja); estocada (oreja).
Fernando Adrián, de tabaco y oro, cuatro pinchazos, aviso, nueve descabellos (silencio); estocada (dos orejas).
Ginés Marín, de verde y oro, pinchazo, estocada, aviso (silencio ); pinchazo, estocada (oreja).
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