San Fermín
Triunfo a las bravas de Roca Rey con Cuvillos para bordarlo
El peruano corta tres orejas y sale a hombros en la séptima de San Fermín
Contra todo pronóstico Morante de la Puebla regresó a los ruedos en Pamplona. Ahí lo llevas. De grana y oro, con el color de los valientes (y pamplonica) volvió a los ruedos después de una fea voltereta que le ha tenido apartado unos días y ha sido baja de unos cuantos compromisos esta semana. La de Cuvillo le esperaba este San Fermín. El comienzo de faena ya tuvo todo el sabor del toreo. Junto. Después se puso con la zurda en el intento de que entrara en la muleta. Dio la sensación de que medía si aquello era posible. Pedazo pitones el toro, anchura de sienes, lo de que el toreo es grandeza creo que no iba en este sentido, pero ya que estábamos aquí, Morante quiso torear y alguno que robó supo a gloria. Gloria sí tiene el toreo cuando lo hace el de La Puebla. Uno del desprecio, otro por alto, tres que se quita, suena la música entre el murmullo constante, recuerden que estamos en Pamplona… y entonces Morante le pega una trinchera sin olé, aquí los pegamos por dentro, pero la felicidad asoma (sin alcohol)… hay toreo en esta feria más allá de los rodillazos. Y pega los dos derechazos más lentos de toda la feria. El toro es noble, sin más. Sin más, Morante, la vida es bella. Después de tanto trallazo, me valen hasta los andares.
Tres verónicas al cuarto fueron un soplo de aire fresco, aroma de toreo mayúsculo, en pleno olor a chorizo pamplonica (rico, oiga). A estas horas se van los ojos. Morante brindó al público y lo hizo bonito/torero el comienzo. Perdió la muleta después encima del toro. Cosas que pasan. O no. Pero cuando la recuperó sus pies estaban atornillados a la arena y dejó apenas unos derechazos antes de volver a perder el engaño. Al natural, para aquí y para allá. Pero no nos engañemos no se puso ni poniéndonos románticos. Y ya puestos, o quitados, la espada tampoco fue su fuerte, pero huele a Morante con la misma intensidad que a chorizo por estos lares en el cuarto de la tarde.
Bravo fue el segundo, que fue con fijeza y codicia a la muleta de Alejandro Talavante, buen conocedor de este encaste. Talavante tiró de ligazón en la faena sin apreturas y pinchó después. Se echó de rodillas con el quinto Talavante, toro bueno también. La faena del extremeño fue efectista, basada en que ocurriera todo muy rápido y el toro girara y él quedara por detrás. Entró la espada y se pidió el festín. La presidenta no concedió. (Según los cánones sanfermineros esto es oreja). El resto es cuestionable..
Y de pronto llegó Roca Rey y vino la revolución. Primero de rodillas (arrucina incluida) y después con la diestra fue cuando toreó al Cuvillo, que tenía mucho dentro. Tanto que a la siguiente lo descompuso. No quería trallazos el animal, sí templar el pulsómetro. Roca Rey se buscó, pero no encontró los caminos del toro, era bravo, no tonto, pero respondía con una profundidad tremenda. Acabó asustando al miedo con las cualidades descomunales que tiene para manejarse en las cercanías y sí encontró el camino del público. Con el estocadón se caía la plaza. El sexto tuvo nobleza, pero poco fondo y se paró un poco. De ahí que en breve le costara repetir en el engaño. Roca quiso hacerle las cosas bien en el primer tramo de la faena y después buscó el calor de las peñas. Era la traca final al son de “¡Perú, Perú, Perú!”. La Puerta Grande la había abierto hacía tiempo. Aquí se está cociendo un nuevo ídolo.
FICHA DEL FESTEJO:
Martes 11 de julio. Plaza de toros de Pamplona. Séptima de la feria de San Fermín. Lleno de “No hay billetes”.
Toros de Núñez del Cuvillo. El primero, noblón; buen toro el segundo, repetidor y bravo; el tercero fue bravo y con profundidad; noblón el cuarto; bueno el quinto; y noble, pero más parado y protestón el sexto.
Morante de la Puebla, de grana y oro, media estocada eficaz (saludos); y dos pinchazos, media, descabello (ovación).
Alejandro Talavante, de habano y oro, pinchazo, estocada baja, descabello (saludos); y estocada (vuelta).
Roca Rey, de blanco y plata, estocada (dos orejas); y estocada (oreja).
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