El zafio rédito político de Barbastro
La manipulación de la realidad, de una cultura que se niegan a conocer, para atacarla, dividir y beneficiar sus intereses de animalistas ciegos ya no nos toma por sorpresa, pues a los políticos cada vez les ruboriza menos mentir
Creada:
Última actualización:
Durante las últimas horas está circulando en las redes sociales un vídeo de un toro embistiendo a unos cabestros en la plaza de Barbastro. Aunque los hechos se produjeron el miércoles, es ahora cuando han cobrado protagonismo gracias a que los de siempre han visto el filón.
Lo que no era nada más que un lamentable accidente en una tradicional desencajonada, una faena en la que los toros que serán lidiados después en la plaza son sacados de los cajones en los que han sido transportados para ser guiados a los chiqueros de la plaza con la ayuda de los cabestros, reses mansas entrenadas para estas labores. Esta labor resulta bastante atractiva para el público, que asiste con la intención de apreciar los toros que después verá embestir en la plaza. Igual que muchas veces se hace en los encierros en los que, por cierto, también se cuenta con la ayuda de los cabestros para guiar a los toros por el recorrido.
Y hablamos de accidente porque, aunque es normal que los toros salgan excitados de sus cajones debido al estrés del transporte, y que son animales bravos, al entrar en contacto con los cabestros suelen hacerlos estos de guía. Por lo tanto, que un toro embista a un cabestro hasta inferirle alguna cornada o incluso matarle, está lejos de ser lo habitual. Eso sí es un reflejo de lo que es el toro bravo, igual que los animales salvajes se se matan entre ellos en el mismo campo. No sólo los toros, todos los que no son domésticos. Es instinto y supervivencia. Solo que los urbanitas no estamos acostumbrados a verlo y vivimos mejor en un mundo de rosa aunque sea de mentira.
Pero lo que algunos quieren vender como sadismo y barbarie usando palabras altisonantes como destripar, con el único objetivo de generar controversia y centrar la atención en lo excepcional para disfrazarlo de cotidiano, como si fuese lo que se buscara con una desencajonada, no es otra cosa que querer descontextualizarlo todo para buscar el beneficio de sus intereses animalistas y abolicionistas de una cultura que no entienden.
Así ocurre una vez más. No hace tanto que la misma Yolanda Díaz, que ostenta cargo público, que pagamos todos, daba cabida a que la tauromaquia, en este caso la de Pamplona y los sanfermines, se financiaban con dinero público. La realidad es que todo lo que se recauda va a la Casa de la Misericordia, destinado a las personas mayores. Pero, claro, desde cuándo la clase política siente pudor ante la mentira. En respeto a una sociedad plural, de derechas y de izquierdas, a estas alturas se pediría a la clase política que no manipule la realidad a su antojo. La verdad nos hace más libres. Pero libres de verdad. No de boquilla.