Una muestra tardía del nuevo cine alemán
«El tambor de hojalata», analizado por Carlos Losilla
Es curioso. Al contrario de otros escritores destacados, la obra de Günther Grass apenas ha seducido al cine ni a la televisión. Casi en solitario, salvo algún «telefilme» que pasó si pena ni gloria, la adaptación que Volker Schlöndorf realizó de «El Tambor de Hojalata» en 1979 («Die Blechtrommel») queda como gran referencia del escritor en el terreno audiovisual. Sin duda convenció al jurado del Festival de Cannes, que le dio la Palma de Oro en 1980, y a los académicos de Hollywood, pues se llevó también un Oscar como Mejor Película en Lengua Extranjera. Vista hoy, merece una revisión. Lo explica a LA RAZÓN el crítico cinematográfico Carlos Losilla: «Tuvo mucho éxito en su momento», reconoce éste, «pero era ya una muestra tardía del nuevo cine alemán, del que formaba parte Schlöndorff. Me parece una película interesante, pero bastante académica, en la línea de lo que serían las adaptaciones al cine de muchos novelas, incluyendo algunas españolas». Por eso, prosigue el profesor de la Universidad Pompeu i Fabra, el interés del filme reside más en «lo que tuvo de cierto cine académico, canónico, que por ser rupturista». El cineasta alemán fue «fiel» al libro, pero, matiza el crítico español, «en la línea de lo que hizo y ha hecho despues Schlöndorf: era una especie de destilación del original de Günther Grass. No se dedicaba tanto a ser fiel a la novela como a traspasarla a un discurso muy para todos los públicos, o al menos para el de lo que se conocía como arte y ensayo». Losilla entiende que, «como todo el cine de Schlöndorff, tiene las virtudes de ser una película clara y expositiva, con ciertos valores literarios, pero le falta un impulso más cinematográfico». Así, la sitúa junto a títulos españoles como «Los santos inocentes» y «La colmena», y frente a lo que, ya por aquellos años, hacían Wim Wenders o Rainer Werner Fassbinder. A su juicio, el filme «hizo mucho por simplificar una cierta representación del nazismo en Alemania, que en aquel momento era muy importante por lo que tenía de revisionismo del cine alemán de su propia historia». Quizá por ello queda la imagen del joven actor David Bennent, aquel Oskar Matzerath del tambor. «Un niño muy escogido» y una «imagen de rebeldía», aunque, reflexiona Losilla, «nos deberíamos preguntar hasta qué punto películas como ésta han contribuido a expandir y dar a ver en la Alemania de la época lo que fue el nazismo, pero también a vulgarizarlo un poco».