Una señora ideal
Recibo con dolor la noticia de la muerte de Amparo, una gran actriz y una bellísima mujer. Yo quise siempre mucho a sus padres. Ella era dúctil, hacía todos los géneros y poseía una gran belleza. Hizo muchas comedias, pero de igual forma pasaba a interpretar «La Celestina», o rodaba películas. En los años 50, todo el cine era Amparo Rivelles. Nos conocimos en México, donde ella estaba haciendo una obra de teatro en la Avda. Insurgentes. Luego hicimos teatro juntas en España, en «Los padres terribles», una obra que duró más de un año, dirigida por Pérez de la Fuente. Fue una experiencia estupenda. Era una señora ideal, una gran estrella y lo sabía. Por eso no tenía ningún problema: no tenía complejos ni miedos de que nadie la pisara. Lo pasamos divinamente, hablábamos de sus padres, comíamos y cenábamos juntas. Pasamos toda la «tourné» unidas. Fue una experiencia maravillosa.