Eunoto, la ceremonia secular de los masái
La enigmática y colorida tribu de los masái es uno de los atractivos más sugerentes de África. LA RAZÓN ha tenido el privilegio de «colarse» en una ceremonia inaccesible para el ojo occidental y contárselo de primera mano: la licenciatura de los jóvenes guerreros que vuelven a su hogar tras años de duro entrenamiento.
Conocí a Annabella Francescon hace años, una keniata de origen italiano que abrió mi cuerpo y alma al continente africano, e hizo que sucumbiese desde mi primer viaje a esas tierras a una adicción descrita hace siglos por los franceses como «mal d'Afrique». Annabella ha dedicado, y dedica, su vida a dar a conocer al mundo uno de los enclaves más bellos de la Tierra: el este africano. Su implicación con la naturaleza y la cultura de un pueblo ancestral le ha llevado desde su empresa, Maniago Safaris, a un desarrollo continuo de actividades que dan oportunidad al viajero de descubrir, además de una fauna fascinante, todo un conjunto cultural que a otros viajeros les pasa desapercibido.
No en vano, uno de sus mejores guías, James, es un mandatario masái -su nombre real es Oloishuru Ole Nairuku- que compagina su vida profesional en Maniago con sus tradiciones seculares como miembro destacado de la tribu masái. Y él nos abre, en exclusiva para LA RAZÓN, mil puertas en una comunidad misteriosa y ancestral que conserva un tipo de vida tan primitivo como hace siglos.
La etnia Masái es originaria del este africano, abarcando sus territorios una gran extensión del suroeste de Kenia y el noroeste de Tanzania. De hecho, hoy en día son los únicos, además de los animales, que cruzan sin control los límites entre ambos países. Aunque los censos de esta tribu no son muy exactos, se calcula que hay unos 850.000 masáis, que mantienen intactas tres de sus características más importantes: son nómadas, ganaderos y guerreros. Obviamente, esta última condición es más de carácter estético, ya que afortunadamente desde hace mucho tiempo no hay enfrentamientos tribales.
LOS MASÁI MORANO
De la mano de Annabella y del propio James tuve la oportunidad de adentrarme algo más en las costumbres y forma de vida de esta etnia, icono africano, que tanto magnetismo ha ejercido en todo occidente. Emprendí mi viaje desde Madrid hasta Bruselas, donde a bordo de un cómodo avión de Brussels Airlines llegué a Nairobi, la capital de Kenia, para viajar al día siguiente por carretera hasta Narok, una ciudad de origen masái que con el tiempo se ha convertido en el centro neurálgico y económico de esa zona del país. A unos 20 kilómetros de allí, en una zona puramente rural de extraordinaria belleza, iba a tener lugar una ceremonia mítica: un Eunoto.
Para entender mejor en qué consiste un Eunoto hay que explicar cómo es la estructura social de los masái: viven en poblados denominados bomas, compuestos por manyatas, pequeñas construcciones unifamiliares hechas con barro, ramas y estiércol, que se conforman en círculo para dejar un espacio central donde custodian el ganado. Las funciones de cada miembro del poblado están muy bien definidas, por sexos y por edad. Todo el peso doméstico recae sobre la mujer, desde la comida hasta el cuidado de los niños, desde la construcción de la manyata hasta el mantenimiento de las tradiciones. Los niños de ambos sexos reciben formación en las escuelas, que se sitúan cercanas a las bomas. Cuando los niños varones alcanzan los 11 o 12 años, se convierten en guerreros - morans- y emprenden la aventura de salir de la comodidad del poblado para formarse militarmente según sus más antiguas tradiciones. En el pasado, para demostrar su valor debían matar a lanza un león. Esta tradición prácticamente ha desaparecido, pero sigue habiendo algunos guerreros, más en Tanzania que en Kenia, que aún tienen que superar esa prueba.
Cuando el guerrero alcanza los 18 o 20 años, vuelve a la comunidad, a su boma, y es entonces cuando puede formar una familia, cambiando sus responsabilidades. Aunque la condición de moran es vitalicia, a partir de ese momento se dedicará al pastoreo del ganado. Una vez cumplido ese ciclo, pasan a ser ancianos, generación venerada por el resto de los integrantes de su tribu.
ESTALLIDO DE COLOR
Ahora sí es el momento de explicarles lo que significa el Eunoto: es la ceremonia por la que los jóvenes guerreros se licencian y vuelven a sus hogares tras varios años de duro entrenamiento. Para este peculiar evento, al menos al que yo tuve el privilegio de asistir, se reúnen masáis llegados de muchas zonas, de Tanzania y Kenia, y construyen una gran boma de más de 300 manyatas (sirva decir que un poblado suele componerse de unas 20 viviendas). Así que, el primer impacto cuando llegué fue ver reunidos a unos 2.500 masáis. Y entre ellos, jóvenes varones guerreros, ataviados de forma muy distinta al resto de la comunidad, hasta un número superior a los 200. El guerrero masái luce un pelo largo teñido de rojo, al igual que su cuerpo, a base de arcillas y grasas animales, que le dan un aspecto feroz y de una extraordinaria belleza.
Mientras tanto, el resto de la tribu muestra un increíble despliegue de color: ellos, con las famosas mantas masái, denominadas shukas, las más comunes rojas, y ellas, con todo tipo de tonos, menos austeras y luciendo collares y adornos de cuentas, parte de su más famosa artesanía.
En esta ceremonia, que dura unos 15 días, los moran reciben charlas de sus mayores, donde les instruyen en su nueva forma de vida, realizan desfiles y formaciones, danzan y cantan, saltan y compiten... Y como colofón final, cada poblado despliega e iza su enseña, para a continuación dar paso al momento más íntimo de toda la ceremonia: el corte de pelo del guerrero, de manos de su madre. Y todo entre grandes comidas y tertulias, entre risas y emociones... Tan similar a las celebraciones de nuestro mundo occidental.