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Las claves de la jornada: el VAR como excusa

La utilización del VAR y la interpretación del reglamento marcó una jornada en la que poco se hablará de fútbol

Acción en la que el balón golpea en la mano de Militao y que el árbitro señaló como penalti tras revisarla en el VAR.
Acción en la que el balón golpea en la mano de Militao y que el árbitro señaló como penalti tras revisarla en el VAR.BallesterosEFE

Todo sigue igual en la clasificación, pero con un partido menos. El empate en el Camp Nou contra el Barcelona y la igualada entre Real Madrid y Sevilla en Valdebebas mantiene al Atlético líder, con dos puntos de ventaja sobre Madrid y Barça, a falta de tres encuentros. Pero en esta jornada, como en muchas otras, poco se hablará de fútbol y mucho del VAR.

VAR. Debería ser obligatorio que los futbolistas profesionales se supieran el reglamento. Como debería ser indispensable que los árbitros, además de conocer las reglas, supieran interpretarlas y lo hicieran siempre en la misma dirección. Esto vale también para los colegiados que en cada jornada manejan el VAR.

El VAR llegó para mejorar el fútbol, para reducir los errores, pero el problema es que su utilización errática ha terminado convenciendo a muchos de que es una herramienta del demonio que va a acabar con el fútbol. Los criterios aplicados en unos partidos nada tiene que ver con los que se aplican en las mismas situaciones en encuentros diferentes. Y así no hay quien se aclare. Lo que ahora se permite, quizá en el partido de mañana, no. El problema no es el VAR, sino la deficiente utilización que los árbitros están haciendo de él. En alguno u otro momento, todos los equipos se han sentido maltratados por el VAR, que no discrimina y a todos enfada. En esta jornada fue el Real Madrid el que se sintió agraviado, como tiempo atrás fue el Atlético el que se sintió perseguido y otras días lo fueron el Barcelona o el Sevilla.

El VAR no va a acabar con el fútbol, pero lo que sí ha conseguido es desviar el foco y que nos centremos en la polémica y olvidemos el juego de los equipos, si han presentado suficientes argumentos para ganar un partido o si han sido sus errores y no los de los demás los que los han condenado a la derrota.

Después de 38 jornadas, nadie gana o pierde una Liga por el VAR, pero en la historia del fútbol español, los árbitros siempre han sido una excusa fácil para quien no gana. En clase, siempre había alumnos que se quejaban de que el profesor los tenía manía. Solían ser los que suspendían.

Luis Suárez. Regresó a la que fue su casa, de la que le obligaron a irse para alegría del Atlético de Madrid, que encontró a un goleador donde el Barcelona solo veía un problema. No sabemos si el Barça hubiera sido campeón de Liga con Luis Suárez en su plantilla, pero lo que sí es seguro es que si el Atlético logra el campeonato será, en buena medida, gracias a los goles del uruguayo. En su vuelta al Camp Nou no dejó grandes detalles de fútbol, solo las protestas y simulaciones de costumbre. Lo mejor de su vuelta, su abrazo al inicio del partido con su amigo Messi.

Voro. Cuando Voro se sienta en el banquillo del Valencia es porque el equipo no está bien. En este caso, ni está bien el equipo, ni está bien el club. Voro es lo que siempre se conoció como un hombre de club, aunque en realidad no es más que un solucionador de problemas. En situaciones de extrema dificultad, cuando el equipo vaga sin rumbo y los que manejan la entidad no saben qué hacer, la solución siempre es mirar a Voro para que sea él quien dé la cara y vuelva a poner todo en su sitio. En su regreso al banquillo consiguió que el Valencia volviera a ganar después de seis jornadas sin hacerlo y quizá lo que es más difícil, que Maxi Gómez marcara. Cuatro meses, desde el 4 de enero, llevaba el uruguayo sin marcar. Mucho tiempo para un delantero y una eternidad si presuntamente deberías ser el goleador del equipo. Por un momento, todo volvió a la normalidad con Voro, pero en unos días volverá a alejarse de los focos y todo seguirá como estaba antes, nada habrá cambiado en el club.

Recio. Hay equipos que no buscan la victoria y la encuentran, como el Éibar. Y otros que ni la buscan, ni la encuentran, como el Getafe. El Eibar se jugaba la vida, aunque en realidad, se la lleva jugando desde hace semanas. Lleva tiempo caminando sobre una estrecha cornisa y cualquier resbalón le hará caer. Después de 16 jornadas sin ganar, ahora ha enlazado dos triunfos consecutivos. Tumbó al Getafe gracias a un penalti convertido por Recio cerca del final. Recio no era el hombre designado para lanzarlo, pero cogió el balón y decidió que ese era su momento. En situaciones de extrema necesidad suelen sobrevivir los equipos con carácter y personalidad, y el Eibar tiene mucho de eso. Mientras, el Getafe continúa jugando a la ruleta rusa y está solo cuatro puntos por encima de los puestos de descenso. Su ventaja es que ya solo quedan nueve en juego.

Coudet. Cuando llegó en noviembre, el Celta estaba en zona de descenso, con una victoria en nueve partidos. Ahora tiene al equipo octavo, cerca de los puestos europeos. Un cambio de entrenador a tiempo permitió variar el rumbo de un equipo que se estaba acostumbrando a sufrir y ahora disfruta de cada encuentro. Lo que no ha variado es que antes y ahora el mejor, quien marca el rumbo de lo que sucede dentro del campo, es Iago Aspas. La diferencia es que cuando él no está, ahora el equipo tiene recursos para salir adelante.