Atletismo
Asier Martínez, bronce en el Mundial en 110 vallas
El navarro hace la carrera más rápida de su vida (13.17) para subir al podio en una prueba muy accidentada que gana el estadounidense Holloway
Asier Martínez, de Navarra al cielo. Los San Fermines se han alargado unos días y se han trasladado a Eugene, Oregón, donde se está celebrando el Mundial de Atletismo y el atleta nacido en Zizur Mayor está dispuesto a liarla en la final de los 110 vallas. Los toros no corren detrás de él, es él el que embiste. Ya había estado en la última carrera de los Juegos de Tokio el pasado verano, en la que terminó sexto. Esta vez quiere más y para ello tiene que hacer la mejor faena de su vida, que le sirve para ganar un bronce fantástico, la primera medalla de España en este Campeonato del Mundo. Pero antes, la tensión, la espera.
En el calentamiento, el jamaicano Hansle Parchment, precisamente el ganador olímpico en la capital de Japón, invicto este año, se come una valla y se hace daño. Se tumba en el suelo, le estiran la pierna, le hacen pruebas... No va a poder competir. ¡Sorpresa! Pero no es la única. Presentan a todos los competidores, Asier concentrado, suena el disparo, el español arranca bien, pero tienen que volver a parar porque ha habido una salida nula, del estadounidense Devon Allen, por una milésima de segundo, literal. Pero no se quiere ir. Se queda quieto. Le muestran la tarjeta, protesta otra vez, mientras el nerviosismo se masca en el resto de finalistas. Se da la vuelta Allen, se queja, regresa a la calle, va otra vez en dirección a los jueces, pero no hay solución y finalmente se va, resignado, cabreado, y sentado en una silla en la cámara de llamadas mira el desarrollo de la prueba.
Son dos rivales menos para el español, pero los 110 vallas es una prueba con muchísimo nivel y quedan muchos gallos todavía.
Vuelve a sonar el disparo y Asier reacciona de nuevo bien, pero tropieza con la primera valla. Por un momento parece que va a perder el ritmo, que se va a quedar muy atrás, pero pocos remontan como él. No se desconcentra y empieza el baile, en perfecta sincronización: uno, dos, tres, cuatro y pierna derecha delante para superar el obstáculo, así hasta nueve veces más, todas de forma impecable, para ir recortando la distancia con sus competidores. Cuando todavía faltan dos vallas por superar, ya los tiene a casi todos detrás y resiste y sigue apretando. El polaco Damian Czykier y el británico Keller ya han caído y Asier Martínez vuela a por el bronce. Los estadounidenses Cunningham, plata, y Grant Holloway, el gran favorito que cumple con los pronósticos, son insuperables.
El navarro para el reloj en 13.17, más rápido que nunca, superando los 13.22 que había logrado en la final de los Juegos Olímpicos. En las grandes citas, las grandes marcas. Eso es competir como los ángeles. Con 22 años, ha derrotado a algunos de sus ídolos.
Y en la grada, su entrenador, François Beoringyan, se tapa la cara y está al borde de la lágrima. Poco después, llegó el gran momento. Asier se coloca el gorro de la sudadera camino del podio, que hay que estar guapo para la gran foto. Aplaude y sonríe al oír si nombre. Y mira la medalla y respira hondo.
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