Balonmano

Las claves de la transición tranquila y exitosa de Jordi Ribera en los Hispanos

La metodología de trabajo de Jordi Ribera con los Hispanos ha permitido ir dando relevo a los antiguos campeones y seguir ganando

La selección española de balonmano, tanto jugadores como cuerpo técnico, posan en Barajas con el bronce que ganaron en el Mundial
La selección española de balonmano, tanto jugadores como cuerpo técnico, posan en Barajas con el bronce que ganaron en el MundialJ.J.GuillenAgencia EFE

La palabra transición se da en todos los deportes y asusta cuando llega después de una generación que ha tenido éxito. Las de España de balonmano lo van teniendo de forma constante desde los 90: triunfa, cae un poco y resurge. Esta vez el añadido es la situación de crisis que atraviesa la liga española desde el boom del ladrillo en 2008, del que no se ha logrado reponer. Se preveía que podía ser más duro el relevo tras el adiós de muchos de los campeones del mundo en 2013, pero la rueda de los Hispanos sigue girando. «Parece que se exigía un cambio generacional desde 2016. Tras quedar fuera de los Juegos de Río ya se pedía, y fíjate que no sólo no se produjo de una forma radical, sino que ha dado pie a una de las mejores etapas de la selección», explica César Montes, ayudante del seleccionador, Jordi Ribera, un día después del bronce logrado en el Mundial tras derrotar a Suecia.

No ir a los Juegos de Río fue un golpe duro y muchos de los jugadores ya no sabían si iban a llegar a la próxima cita olímpica. Para el proceso de cambio se fichó a Jordi Ribera, que justamente fue contratado antes por Brasil (lleva toda la vida en el balonmano) para formar no sólo un equipo competitivo en sus Juegos, sino una estructura alrededor de un deporte que tampoco es de los más famosos del país de la samba. En España, el trabajo también va más allá de elegir a los mejores. «Poco a poco ese cambio se ha hecho de forma tranquila: Raúl [Entrerríos]se retiró después de los Juegos de Tokio, Viran [Morros] dio un paso a un lado, Julen [Aginagalde] se retiró de la selección... Vas dando entrada a jugadores para ir dándoles experiencia aunque no sea en las grandes competiciones, y cuando llega el momento ya llevan 15 o 20 partidos internacionales y al final se nota. Tú no plantas un jugador en un Europeo o un Mundial sin experiencia, los has ido curtiendo poco a poco en otro tipo de partidos. En este Mundial han debutado ocho, que se dice pronto, unos más jóvenes, otros no tanto, y fíjate qué bien ha ido», cuenta Montes. Son Garciandia, Peciña, Serdio, Sánchez-Migallón, Ian Tarrafeta, Kauldi Odriozola y Dani Fernández, a los que se unió Pol Valera, tras la lesión de Tarrafeta. Algunos de ellos ya habían sido importantes en el pasado Europeo y Kauldi, que en ese torneo estuvo en un papel más secundario, ha explotado en este Mundial.

Durante el año son decenas de jugadores los que van a alguna concentración o juegan partidos, para después cuando llega el torneo importante (Europeo, Mundial, Juegos) elegir a los 16 que consideran mejores. Si tiene que entrar alguien nuevo no lo hace de cero porque ya ha estado y conoce a los compañeros, las dinámicas de trabajo, «los valores de la selección –prosigue Montes–, que van transmitiendo los más veteranos, saber lo que supone vestir la camiseta de la selección, y por supuesto ir cogiendo la experiencia necesaria». Pero eso es sólo con la absoluta. Hay mucho más. «El proyecto de Jordi es global y la selección quizá es la punta del iceberg, pero por debajo se hace un trabajo enfocado a que los diferentes equipos de las diferentes edades (júnior, juveniles, los promesas) funcionen de una manera parecida, dentro de los toques de cada entrenador, pero con una metodología común. Todo eso se hace en las tecnificaciones del CAR de Granada, en verano también, y abarcas a una gran cantidad de niños, de jugadores. No todos van a ir a la selección porque son muchos, pero de alguna manera sí que siembras para que tengan ilusión y la transmitan cuando llegan a su club; y que se sientan parte importante, porque realmente lo son, de este proyecto», desvela César.

Jordi Ribera se puso al frente de España en 2017 y ha sumado seis medallas: dos oros y una plata en Europeos, dos bronces mundiales y uno olímpico. “Es súper exigente, pero empieza por él mismo, y a partir de ahí a los demás también les exige. Al final el ambiente de trabajo es muy bueno, la relación es fenomenal y dentro del staff y dentro del equipo, también. Luego tú lo das todo para que el equipo llegue en las mejores condiciones, cada uno en nuestras parcelas, la técnica, de recuperación, de preparación física...”, dice César. “Es un apasionado del balonmano, ve muchísimo y analiza muchísimo y contagia a la gente de su alrededor y quieres tener el mismo compromiso que tiene él”, completa Miguel Sánchez-Migallón, el especialista defensivo, que lleva tres campeonatos seguidos: Juegos, a los que fue con ellos ya empezados; Europeo y Mundial, y tres metales. Sólo en los Mundiales de 2017 y 2019 el trabajo de Ribera no tuvo premio.