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Llull despega

El base lidera al Madrid, que supo resolver con brillantez el espeso partido propuesto por el Maccabi

Llull trata de entrar a canasta ante la defensa de Hickman
Llull trata de entrar a canasta ante la defensa de Hickmanlarazon

El Real Madrid necesita la mejor versión de Llull para aspirar a lo máximo en España y en Europa. La del segundo partido de la serie ante el Maccabi fue excelente. La presencia y las acciones del base tienen un efecto contagioso con sus compañeros. Además, es uno de los jugadores que mejor conecta con la grada y a estas alturas de la competición ese factor también juega. Ante la inspiración de Llull de poco sirven los recursos tácticos de David Blatt. La pizarra del técnico es el gran arma del Maccabi. Demasiado poco comparando con los grandes equipos que históricamente han presentado los israelíes. Ante jugadores de la capacidad de Llull los dibujos tácticos no sirven. El Madrid se siente superior al Maccabi y en el equipo existe la convicción de que la victoria que resta para acudir a la «Final Four» se puede lograr en Tel Aviv.

El Maccabi fue capaz de tener al Madrid maniatado hasta el descanso. El equipo no estaba cómodo. El partido resultaba raro. No había fluidez, los de Laso dominaban, pero carecían de la autoridad necesaria para poder mirar el marcador y sentir algo parecido a la tranquilidad. Blatt es muy dado a trampear los partidos. Muchas veces le da resultado. Unas defensas zonales incomodaron lo suficiente para olvidar las facilidades que había tenido en el primer partido, pero... el Madrid es capaz de reventar un partido en apenas tres minutos. Fue lo que sucedió con Llull como maestro de ceremonias. Él ha sido uno de los que más pagaron la derrota ante el Barça en la Copa. Con su exhibición de ayer, aquello debe quedar definitivamente enterrado. No sólo dirigió, también anotó con una facilidad insultante. La mezcla de talento y capacidad física de la que presume la tienen muy pocos en Europa. En el Maccabi, nadie. Él lideró la salida en el tercer cuarto y encontró muy pronto el acompañamiento de Carroll. El quinteto era idéntico al que acabó con el Maccabi en el primer partido de la serie, la única diferencia era Llull por Rudy. Por dentro estaban Reyes y Slaughter. Como el Maccabi no tiene un juego interior destacable, dos «bajitos» como el norteamericano y Reyes dotan al equipo de una intensidad que también resulta contagiosa. Cinco puntos de Llull y otros cinco del escolta emborronaron la pizarra de Blatt (66-51, min 33).

En un visto y no visto

El equipo despegó con las armas que le gustan. Esfuerzo colectivo atrás, ataques rápidos en los que no se mira el reloj de posesión y a disfrutar. Así hay pocos bloques capaces de resistir una andanada como la que lanzó el Madrid en un visto y no visto. El Maccabi no se rindió, pero el ataque de dignidad sólo sirvió para no afrontar el tercer partido con la sensación de que si el Madrid está a su nivel, la eliminatoria se debe resolver en Tel Aviv.