Opinión

Entre el Barça y el árbitro...

El Atlético mereció más en el Camp Nou, igual que en el Metropolitano

Sánchez Martínez dialoga con Xavi en la banda del Camp Nou
Sánchez Martínez dialoga con Xavi en la banda del Camp NouEnric FontcubertaAgencia EFE

Si nadie se lleva a engaño, LaLiga ya tenía un claro ganador desde hace demasiadas jornadas, independientemente de que el partido del Camp Nou se hubiera saldado con victoria visitante.

Hay muchas ganas de vender mediáticamente lo contrario, pero esta temporada el Fútbol Club Barcelona de Xavi Hernández se lleva el título por su buen hacer y por la incomparecencia de sus rivales, que han estado muy por debajo de sus posibilidades desde hace demasiado tiempo. El Atlético mereció más en el Camp Nou, igual que ocurrió en el partido del Metropolitano. Se evidenció que la abismal diferencia de 16 puntos que separa a ambos equipos en la tabla no se corresponde con lo que se ve en el terreno de juego.

El Barça fue efectivo y el Atlético no. Pero al margen de esta consideración, todo lo hace mucho más complicado cuando el rasero por el que mide el colegiado es distinto para cada equipo. Una vez más, Sánchez Martínez no sólo concedió erróneamente una ley de la ventaja envenenada al Atlético, que culminó en el gol del Barca, sino que el criterio para mostrar las tarjetas amarillas se basaba en el color de la camiseta que llevase cada jugador. Punto y aparte merece la acción polémica del partido, una mano de Busquets dentro del área que podía haber supuesto el primer penalti a favor de los rojiblancos en lo que va de competición, pero que también se fue al limbo. Una mano que no se pitó, pero que sí penalizaron a los colchoneros en los partidos frente a Rayo y Getafe. La jornada anterior, sin ir más lejos, sólo el VAR, por fuera de juego, evitó que se pitara una mano similar de Giménez.

Ante la falta de criterios unificados por parte del colectivo arbitral, uno puede pensar que es una cuestión de suerte, pero curiosamente la moneda siempre cae del lado de los mismos. Aparte del protagonismo arbitral, Griezmann fue, una vez más, el mejor jugador de los que pisaron el césped junto a Raphinha, en un partido donde Carrasco ofreció sus servicios al futuro campeón de Liga. El belga resulta que hizo el mejor partido de la temporada ante el equipo que tiene una opción sobre él, casualmente supongo.