Ciclismo
Así ha sido la caída de Pogacar en el Tour, un susto tremendo
El gran favorito para ganar la prueba francesa ha sufrido un incidente inesperado y ha puesto en tensión la etapa
En el Tour de Francia siempre pasa algo. Y menos aún en una etapa de media montaña con aroma a clásica, con muros cortos y explosivos, donde el ritmo no baja y las emboscadas se suceden con la misma frecuencia que los cambios de pendiente. La jornada de hoy, la undécima, de apenas 160 kilómetros pero cargada de tensión, velocidad y nervio, fue otra entrega de esa película en la que todo puede pasar. Incluso que Tadej Pogacar se vaya al suelo.
Fue a falta de cinco kilómetros para meta cuando el líder del UAE Emirates besó el asfalto en una caída tan aparatosa como inesperada. El esloveno, que había logrado superar con buena nota los múltiples cortes, ataques y repechos que marcaron una etapa frenética, se fue al suelo de forma violenta justo cuando el pelotón tensaba en busca de neutralizar la última intentona de fuga. Rápidamente se levantó, revisó su bicicleta, comprobó los daños y, como si no hubiera pasado nada, volvió a subirse con una mezcla de rabia y entereza. Por delante, el grupo principal , en una de esas muestras de respeto implícito del ciclismp. levantó el pie unos segundos. El líder volvía a estar dentro.
Hasta ese momento, la etapa había sido un constante pulso entre la fuga y un pelotón que no estaba por la labor de regalar nada. Desde los primeros compases, se intentó seleccionar la carrera. Jonas Abrahamsen (Uno-X), Mauro Schmid (Jayco-AlUla) y Davide Ballerini (XDS-Astana) fueron los primeros en consolidar una escapada con visos de éxito. Después se les unieron Fred Wright y Mathieu Burgaudeau. Juntos lograron abrir una renta que, aunque nunca llegó a los tres minutos, fue suficiente para soñar con la gloria.
La persecución por detrás fue despiadada. Van Aert, Simmons, Healy, Van der Poel, todos metidos en un juego de desgaste constante que recordaba más a las Ardenas que a una jornada de transición del Tour. A 50 km de meta, la ventaja de los fugados apenas era de dos minutos, y desde entonces, la presión no hizo más que crecer.
Mathieu van der Poel, desatado, lanzó su ofensiva definitiva a falta de ocho kilómetros. Soltó a sus compañeros de grupo como quien cambia de marcha en una moto, y se lanzó en busca de la cabeza de carrera con su habitual mezcla de potencia descomunal y estilo agresivo. Sin embargo, Abrahamsen y Schmid no cedían. El neerlandés, pese a su esfuerzo, no logró conectar del todo. Se quedó a 15 segundos cuando la carretera picaba hacia arriba en las inmediaciones del muro de Pech David, última dificultad montañosa del día.
Van der Poel, como siempre, lo intentó todo. Aceleró en los últimos kilómetros, trató de enlazar con Abrahamsen y Schmid, que se resistían a rendirse, pero los 15 segundos que les separaban eran una barrera insalvable en ese tipo de final. El neerlandés necesitaba más colaboración, más piernas, o quizá menos kilómetros acumulados en las suyas. Fue Abrahamsen quien ganó.
Y mientras todo eso ocurría por delante, el líder del Tour, Pogacar, rodaba cómodo entre los favoritos. Había salvado la trampa de la etapa con solvencia, parecía tener el día controlado… hasta que el asfalto lo sacó del guion. Su caída, aunque sin consecuencias graves, alteró el desenlace de la etapa. El pelotón levantó el pie y dejó que el esloveno regresara, con arañazos y algún gesto de dolor, pero entero. Su carrera no peligra, pero el aviso está ahí: el Tour no perdona.