Zamora
Los esprinters respiran
El australiano Michael Matthews, del Orica GreenEdge, se ha adjudicado la quinta etapa de la Vuelta disputada entre Sober y Lago de Sanabria, de 174,3 kilómetros.
Un día de «descanso» para los favoritos es un día para el lucimiento de los esprinters. Para gente como Michael Matthews, que se impuso en el Lago de Sanabria. Una victoria trabajada para el velocista australiano del Orica Green Edge. Por delante, como siempre, hubo durante toda la carrera aventureros dispuestos a recibir su pedazo de gloria. Edet, Van de Walle, Courteille, Piedra y Anacona lo intentaron desde los primeros kilómetros y a punto estuvieron llegar al éxito. Pero cuando el pelotón acelera y los esprinters llegan con hambre no hay posibilidades para los románticos. Piedra, por ejemplo, ya triunfó el año pasado en los Lagos de Covadonga. Un triunfo grande para un equipo pequeño como el Caja Rural. Pero el andaluz quiere repetir. Como Edet, el francés que ya se había escapado el día anterior. Tiene ganas. Tantas como Winner Anacona, el colombiano que debe su curioso nombre a la pasión de su padre por el ciclismo. El señor Anacona adoraba en los 80 a Peter Winnen y Andrew Hampsten y al nacer su criatura quiso homenajearlos llamando al pequeño Winnen Andrew. Pero se quedó a medias y el hijo perdió el Andrew antes de que los registraran y terminó llamándose Winner en lugar de Winnen.
Ninguno de ellos tuvo oportunidades en una etapa en la que los favoritos prefirieron quedarse a cubierto. La guerra era para otros, para los esprinters, seres en vías de extinción en esta Vuelta. Apenas tendrán oportunidades y las que les quedan tienen la obligación de aprovecharlas. Por eso Omega y Orica trabajaron para alcanzar a los escapados. Y lo consiguieron a falta de tres kilómetros, a pesar de los intentos de Courteuille y Van de Walle. Era el momento de los especialistas, la oportunidad para Michael Matthews, que por fin pudo conseguir un triunfo en una gran vuelta. «Es mi mejor victoria», dijo después de agradecer el esfuerzo de sus compañeros. «Han trabajado por y para mí». La llegada era complicada, «había curvas y mucho viento», pero Matthews fue el más rápido. Como cuando era más joven y se impuso en el Mundial sub'23 a John Degenkolb, el mejor esprinter de la pasada edición de la Vuelta, o Taylor Phinney. Desde entonces se le ve como esprinter, aunque a él le gustaría tener más libertad para mejorar en la contrarreloj.
Matthews, que luce un tatuaje en la espalda con su fecha de nacimiento (26-9-1990), llamaba más la atención por su gusto por la joyas que por sus triunfos en el terreno profesional. Desde los 16 años arrastra el apodo de «Bling», que en jerga se refiere a su gusto por exhibir pendientes y colgantes. «Me lo puso un amigo de mi padre porque iba con el maillot abierto y brillaba todo», cuenta. Ahora, su brillo es el de la victoria de etapa, por fin, en una grande.
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