
Ciclismo
París-Roubaix: La gloria después del infierno
Tadej Pogacar y Mathieu Van der Poel se citan en la gran clásica de los adoquines, con Oier Lazkano e Iván García Cortina como principales bazas para el ciclismo español

Si lo llaman el Infierno del Norte es por algo. Y allí, al averno, piensa bajar hoy el rey del ciclismo. Tadej Pogacar, quién si no, afronta el reto de ganar la París-Roubaix, la última gran clásica de adoquines de la temporada y uno de los dos Monumentos que le faltan. Hace apenas una semana que ganó el Tour de Flandes con gran autoridad. Pero que nadie se llame a engaño. Esto es distinto.
El gran factor diferencial de Roubaix son los adoquines. Los 27 tramos de pavés que el pelotón recorrerá durante los 255 kilómetros de carrera. Si los sumamos todos, en total los ciclistas atravesarán 55,2 kilómetros sobre empedrado. Flandes tiene las cuestas adoquinadas, pero el firme es hasta cómodo comparado con lo que se encuentran en el Carrefour de l'Arbre, el tramo donde se suele definir la carrera a 17 kilómetros de meta. Piedras con dos siglos de vida y que no ha tocado nadie. Si le da por llover -no está previsto, salvo quizá en la salida-, las escenas son absolutamente dantescas, hasta el punto de que hay veces que los charcos no dejan ver el camino.
Pues, efectivamente, allí va el vigente ganador del Tour de Francia, poniendo el ansia de gloria por encima del riesgo. Porque un tortazo allí te puede mandar al dique seco por un buen tiempo, y el Tour está a la vuelta de dos meses y medio. Por eso los maillots amarillos no se dejan ver en Roubaix, y por eso cada vez que el Tour mete una etapa -y nunca más de una- con adoquines suele dejar fuera los tramos más difíciles. Porque son los más peligrosos. El último ganador del Tour que se presentó en la salida del 'Infierno' fue Greg LeMond, allá por 1991. Era otro ciclismo, desde luego.
Una vez más, el gran rival de Pogacar va a ser, cómo no, Mathieu Van der Poel. De hecho, el neerlandés es el máximo favorito. Una carrera con peor firme, perfecta para alguien que viene del ciclocross, y sin tanto repecho. Pero, claro, Mathieu no se fía para nada del esloveno. Se impuso en San Remo en un sprint agónico entre ambos. En Flandes, en cambio, Tadej fue muy superior. Nada de eso importa ya.
De todas formas, y aunque está claro que los dos están muy por encima del resto, también habrá otros actores que querrán entrar ganadores en el velódromo de Roubaix. Wout Van Aert, que en esta temporada de clásicas está siendo una sombra del corredorazo que es. O Mads Pedersen, segundo en Flandes y ganador en Wevelgem este año.
Es más. Por tener, tenemos hasta españoles con opciones de ser protagonistas. Ganar ya es otra historia, pero a buen seguro Oier Lazkano e Iván García Cortina estarán delante si se dan las circunstancias idóneas. Es decir: si no se caen. Porque en un tramo de adoquín de la París-Roubaix se sabe cómo se entra, pero no como se sale. Ya no es caerse. Es que se te cae uno diez metros por delante en un pelotón y hay que esperar a que se levante, o lo aparten como sea. No hablemos ya de los pinchazos. El caso es que García Cortina consiguió el pasado domingo ser noveno en Flandes, primer Top10 de un español en la carrera desde que Alejandro Valverde acabase octavo en 2019. En Roubaix, el último fue Imanol Erviti, allá por 2016. Lazkano y Cortina, Cortina y Lazkano, aspiran a meterse de nuevo en esa zona noble.
Lo dicho. El Infierno del Norte. Con el rey entrando en territorio desconocido buscando una nueva cita con la historia, y los clasicómanos dispuestos a decirle que en su casa no entra cualquiera. Para disfrute de los aficionados que, a buen seguro, van a abarrotar cada tramo de piedras. Una tarde de ciclismo como para no perdérsela.
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