Dopaje

¿Se pueden ganar siete Tours sin doparse?

Juan Mari Irigoyen, médico de la Vuelta, duda de que sea posible

La Razón
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«¡Qué pregunta más fácil!». Juan Mari Irigoyen, cardiólogo y médico de la Vuelta desde hace más de treinta años, no encuentra una respuesta inmediata a la cuestión de si se pueden ganar siete Tours sin recurrir al dopaje. «Esperemos que sí», responde. «Otros han ganado cinco y no se ha demostrado que hicieran trampas. Aunque llega un momento en que no sabes de qué te tienes que fiar», añade. «Pero alguno lo habrá hecho sin doparse. ¿O es que ya no vamos a creer en los Reyes Magos? Armstrong siempre ha sido un campeón bajo sospecha», afirma Irigoyen.

«Todos pensaban que utilizaba su enfermedad para recurrir a sustancias a las que otros no podían acceder, pero los tiros no iban por ahí. Era un dopaje programado», añade. Y los controles no podían detectar las trampas porque «la medicina extraoficial siempre ha ido por delante de la oficial». Eso es lo que hace imposible estar seguro de la limpieza de los campeones. La sensación después de la suspensión de Lance Armstrong es que «todo es mentira». Y se plantea una duda: «¿Qué tenemos que hacer ahora? ¿Vamos a volver atrás con todos los deportistas? ¿Van a preguntar a los gregarios de Anquetil, que ya está muerto y que en un Tour se negó a pasar un control antidopaje? ¿Ese Tour ya no vale? ¿Van a preguntar a los gregarios de Indurain?». Y la duda se extiende a otros deportes. «En el fútbol no se ha levantado la alfombra y, por ejemplo en el tenis ha habido cosas y las seguirá habiendo».

El castigo a Armstrong genera sensaciones contradictorias. «Me ha dado mucha pena, porque es un hombre al que todos hemos considerado un gran campeón y parece injusto que ahora le quiten los siete Tours. Por otro lado, él mismo ha acabado confesando y es lógico que se lo quiten». El caso genera más dudas que certezas. Incluso para un doctor de la experiencia de Irigoyen, que lleva más de media vida ligado al ciclismo. Sólo se muestra seguro de que este deporte pocas veces ha estado tan limpio como ahora. «En los últimos años ha habido un cambio. No sé hasta dónde llega el grado de limpieza, pero es evidente que hace unos años estaba más corrompido», afirma. Eran los años en que Armstrong funcionaba no sólo como el líder del Tour, sino también como el jefe de una trama de dopaje en torno a sus equipos. El deportista siempre que ha podido ha tomado algo para mejorar su rendimiento. Desde los tiempos de los romanos. Pero lo de Armstrong es la profesionalización del dopaje», explica Irigoyen. «Es muy difícil ganar un Tour sin ayuda. Pero no todos los pecados, ni todos los pecadores, son iguales».