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Los videojuegos dan un paso más para ser considerados el décimo arte

OXO Museo del Videojuego de Málaga y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

celebran una mesa redonda para analizar la faceta cultural y plástica del medio con

motivo del inminente lanzamiento de The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom

(De izquierda a derecha) Juan Gómez Jurado, Ana Orcina, Rufino Ferreras, Valeria Castro y Santiago Bustamante
Los videojuegos dan un paso más para ser considerados el décimo arteOXO

En la Grecia helenística se ordenaron las artes, una enumeración que perdura desde hace más de dos mil años. La arquitectura es la primera (considerada entonces como fuente de todas las demás), seguida de la escultura, la pintura, la música, la danza y la poesía (y la literatura). El cine hace ya décadas que ocupó el séptimo lugar de esta lista, seguido de la fotografía y el cómic. Desde hace ya una década crece un debate académico sobre qué disciplina debería ocupar la posición número diez. Con motivo del próximo lanzamiento de ‘The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom’ (una de las sagas más empleadas por quienes defienden que jugar también es arte), en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza los videojuegos han dado un paso más para ocupar ese escalafón, con una mesa redonda compuesta por representantes de diferentes sectores culturales.

El debate ha estado integrado por el novelista Juan Gómez Jurado, la ilustradora y autora Ana Oncina, el artista y educador, director de EducaThyssen, Rufino Ferreras y la desarrolladora de videojuegos, presidenta de la Asociación Española de Empresas Productoras y Desarrolladoras de Videojuegos y Software de Entretenimiento (DEV), Valeria Castro. Juntos han analizado las características que definen la industria del videojuego, moderados por el periodista especializado Santiago Bustamante, director y presentador de Fallo de Sistema (Radio3) y director cultural de OXO.

El escritor Juan Gómez Jurado ha asegurado que “el arte es la traslación de la expresión de la experiencia humana”. “Podemos entender el arte como aplicación técnica, o humanista, pero debe ser la capacitación de una expresión, y si eres capaz de emocionarte con algo, es arte.

¿Todos los videojuegos son arte? No, igual que muchas películas tampoco lo son”, ha matizado. No obstante, para el escritor resulta evidente que hay que dejar atrás los límites museísticos para definir el arte, y ceñirse a “las emociones”.

Gómez Jurado ha defendido la idea de que los videojuegos poseen un elemento que los hace muy diferentes al resto de manifestaciones artísticas: “Es el único arte que te enseña a sumergirte en él, y cuánto mejor sea un tutorial mejor es un juego”, un fenómeno que se repite en los primeros capítulos de un libro o una serie (donde se pone “más esfuerzo” para “enganchar”), pero que en los videojuegos se lleva a la práctica de una forma especial.

Por su parte, la ilustradora Ana Oncina ha remarcado la idea de que “el videojuego aúna todas las artes; hay arquitectura, hay música”. La autora dice obtener “inspiración” de algunos títulos y deja atrás sin miramientos la propia naturaleza del debate: “Sin duda los videojuegos son arte”.

“La posibilidad de crear diferentes finales y modificar personajes también es expresión artística”, ha añadido en referencia a las mecánicas de juego de The Legend of Zelda: Breath of the Wild, predecesor del inminente Tears of the Kingdom: “Lo que ha conseguido Breath of the Wild es algo brutal”.

“Hace falta consenso social”, ha sostenido la desarrolladora Valeria Castro, para reforzar la percepción artística de los videojuegos. En referencia al propio Zelda, Castro destaca las capacidades que tiene de “convertir al jugador en creador, razón por la cual está considerado el mejor juego de la historia”. La presidenta de DEV no ha escatimado en emplear los últimos títulos de la saga como ejemplo clarificador del potencial expresivo del medio: “Detrás de algo tan sencillo como unos alimentos que saltan mientras los cocinas hay muchas decisiones”.

Desde la perspectiva del artista y educador Rufino Ferreras, “el videojuego juega a engañar al espectador, igual que el cine y la pintura”. Para Ferreras, el debate comienza desde el momento en el que se acepta el videojuego como producto cultural, fenómeno que comenzó a cristalizar en los ochenta. Además, ha vinculado los videojuegos con la concepción de la ópera de Wagner como arte “integrador” de otras disciplinas, como la música, el teatro y la escenografía.

“Es la clave y la diferencia”. Sobre la idea de los tutoriales expuesta por Gómez Jurado, ha planteado un reto al sector, que dará “un gran paso” cuando deje de necesitar esos primeros niveles introductorios y explicativos. “Es algo tan nuevo que aún carece de convenciones”.

Con respecto a los videojuegos y su factor educativo, Ferreras tiene claro que la pedagogía no puede alejarse de la naturaleza del medio. “Para que eduque, el juego tiene que ser un juego, un espacio para el aprendizaje”. Pese a todo, y a la luz de las múltiples iniciativas de EducaThyssen vinculada al videojuego, “aún hay mucho que recorrer”.

La mesa, abierta al público y gratuita, ha repasado algunos títulos que se relacionan con el arte de forma especial, desde el primer Super Mario Bros hasta el mítico Snake de los primeros Nokia, pasando por la saga Animal Crossing. Santiago Bustamante ha puesto el punto y seguido a la conversación, cargada de reflexiones y nuevas propuestas para jugar con el arte.