Historias del balón
El insólito caso del árbitro que se expulsó a sí mismo
Melvin Sylvester se sacó tarjeta roja tras perder la cabeza y agredir a un jugador. Fue sancionado con seis partidos pero no volvió a pitar
¿Puede autoexpulsarse el árbitro durante un partido?. En 2007, se añadió en las Reglas de Juego la figura del Árbitro Asistente, suplente que sustituye a uno de los asistentes titulares en caso de no poder continuar estos durante el encuentro debido a una lesión o amonestación por parte del árbitro principal. La expulsión de un asistente es totalmente legal según la actualización del Reglamento decretado por la FIFA. Sin embrago, ¿Quién saca tarjeta roja al árbitro? Melvin Sylvester lo tuvo claro tras perder los nervios y agredir a un jugador.
Ocurrió en marzo de 1998, en el suburbio londinense de Charlton, según relataba The Guardian.Melvin Sylvester, conserje de escuela, de 42 años, dirigía en Londres un partido dominical entre el Southampton Arms y Hurstbourne Tarrant British. Sylvester explicó que perdió la cabeza cuando uno de los futbolistas, Richard Curd, de 27 años, lo empujó.
Los dos equipos estaban completos, los entrenadores en sus puestos y los amigos y familiares, en las gradas. El encuentro se volvió muy físico con varios rifirrafes entre los jugadores. El delantero centro del Hurtsbourne Tarrant British, Richard Curd, ya había tenido un pique con el portero del Southampton Arms, por lo que el árbitro, les advirtió que se calmaran.
“Me provocó y no aguanté más”
Con el correr de las acciones, la situación se fue tornando más complicada para Melvin Sylvester, cuyos fallos eran duramente cuestionados, uno a uno, por los jugadores. En el segundo tiempo, al proseguir la andanada de protestas, la paciencia de Sylvester llegó a su fin. El quipo de Southampton había recuperado el balón y armaba un contragolpe. Melvin comenzó a correr hacia la pelota para tener una visión más clara de la jugada. Justamente pasado el medio campo, el delantero Curd dió un empujón por la espalda al colegiado. Sylvester perdió la cabeza y comenzó a soltarle puñetazos hasta hacerle caer al suelo. “Me provocó mucho. Le di varios puñetazos después de que me empujara por detrás. No pude aguantar más”, explicaría Sylvester tras concluir el encuentro.
Al darse cuenta de lo que había hecho, el árbitro, sumamente afectado, sacó la tarjeta roja y… ¡Se autoexpulsó! Lanzó su silbato y se marchó a los vestuarios. Uno de los aficionados tomó el silbato y se hizo cargo del resto del partido. Sylvester fue suspendido durante seis semanas pero fue una sanción inútil: el referí ya había jurado que nunca más volvería a dirigir.
Solo se recuerda otro caso similar. En 2005, Andy Wain, que dirigía un partido de la Liga dominical entre Peterborough North End y Royal Mail AYL se cansó de las quejas de los jugadores. Cuando el arquero del North End, Richard McGaffin, comenzó a protestar porque a su equipo no se le había concedido un tiro libre, Wain lanzó su silbato, corrió y se encaró al arquero. Al final no se intercambiaron golpes, pero Wain se autoexpulsó y el partido fue suspendido porque no había nadie más disponible para arbitrarlo. “Nunca debí haber arbitrado ese partido”, declaró Wain, quien reconoció haber tenido algunos problemas personales en los días previos al encuentro.
Sus casos con excepcionales pero plantean ciertas dudas. ¿Por qué no implementar una nueva disposición en la que una especie de “Juez Instructor”, pueda evaluar y sancionar durante los partidos, el desempeño de los árbitros? ¿Por qué no sustituir al árbitro central por el cuarto árbitro si se produce una actuación antideportiva o hay sospechas de fallos intencionados? El debate sigue abierto.
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