
Jose Mourinho
A la «Décima» con Mourinho
El Madrid, por ahora, mantiene la confianza en el portugués, y éste en Adán: «Está mejor que Iker»

Mourinho aterrizó ayer en Lisboa, sonrisa de oreja a oreja; talante distinto del que mostró en la sala de prensa de La Rosaleda, gesto serio, huraño, al término de la cuarta derrota liguera del equipo. Su alegría, 24 horas después, no era sólo por «volver a casa por Navidad»; había algo más, viajó sabiendo que el club le ampara y que su puesto no está en almoneda. Todavía puede sentirse seguro como entrenador del Real Madrid. «No habrá novedades», es la frase que trasciende de los despachos de Concha Espina cuando flota en el ambiente la continuidad del técnico. «Mou» se comerá en Portugal las «azevias», los «sonhos», los «cuscurões» y el «bolo da rainha» como si lo único que de verdad importa en el Bernabéu fuera la consecución de la «Décima». En realidad, ése es su más firme punto de apoyo, por ahora.
Mourinho es el entrenador del Real Madrid, quien quita y pone, el que toma las decisiones sobre quienes son los jugadores más adecuados para cada partido. Contra el Málaga decidió prescindir de Casillas. «Tengo la conciencia tranquila», comentó al llegar a Lisboa, y repitió: «Adán está mejor que Iker». Podría ser que en un momento concreto de la temporada, el pasado sábado, por ejemplo, fuera así; sin embargo, fue Pellegrini quien demostró que el portero no es el único culpable de las derrotas del Madrid.
Sorprendió la suplencia de Casillas, incluso a Florentino Pérez; pero extrañó más que el entrenador tomara una decisión tan drástica y de tanto alcance sólo dos días después de que el presidente reclamara más unión y menos tensión... Hay quien califica la postura de Mourinho como un reto, un pulso con el club que sólo el horizonte de la «Décima» le permite sostener.
Así es Mourinho, un tipo encantado de haberse conocido, dispuesto a pagar 5 millones netos a Maicon o a entrenar a la selección portuguesa diez días, como si el Madrid sólo le tuviera a tiempo parcial. Es caprichoso, también; se lesionó Higuaín, no creía en Benzema y consiguió la cesión de Adebayor. Ni oculta sus filias –Mateu Lahoz, Howard Webb, el Inter, el Chelsea, Stepanek...– ni sus fobias –Pedro León, Valdano, el doctor Hernández, Toril, el calendario, la UEFA...–; tampoco le cuesta encontrar variados enemigos –Guardiola, Preciado, el Málaga, Benítez...– y no duda en proclamar a los cuatro vientos su manera de sentir; aunque choque frontalmente con lo que Butragueño y Pardeza aprendieron siendo críos en el Real Madrid.
Mourinho se queja –«siempre hablo yo; soy el malo de la película», repite–; pero tiene la bula que ninguno de sus antecesores disfrutó. Armet, Quincoces, Valdano, Toshack, García Remón y Schuster fueron despedidos cuando sólo estaban a 13 puntos del líder. Él se encuentra a 16 cuando aún faltan dos partidos para que concluya la primera vuelta.
Con la titularidad de Adán y la suplencia de Casillas ha puesto a dos guardametas en el disparadero. Quizá pretendía demostrar que el primero está verde y que, como no le tiembla el pulso, Casillas no es intocable y necesita alguien que le apriete... En verano pidió fichar un portero; antes y después mostró sus diferencias con el capitán del Madrid y de la Selección. Son antagónicos. Tan diferentes que «Mou» se cree el mejor entrenador del mundo, «Special One», y a Iker le consideran uno de los mejores porteros del universo, si no el mejor.
Tras la «bomba» de La Rosaleda, el aficionado al fútbol se ha pronunciado. La encuesta de LA RAZÓN sobre quién tiene más apoyos, si el técnico o el guardameta, no deja lugar a dudas. Arrasa Casillas con un 87% frente al 13% de su todavía entrenador.
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