Champions League

Sevilla F.C.

El Sevilla y el United dejan el pase para Old Trafford

De Gea fue el mejor del partido y no permitió que el Sevilla llegara a Old Trafford con ventaja en la eliminatoria. El empate a cero no disgustó ni al equipo de Montella ni al Manchester United.

Éver Banega presiona al francés Paul Pogba, del Manchester United
Éver Banega presiona al francés Paul Pogba, del Manchester Unitedlarazon

De Gea fue el mejor del partido y no permitió que el Sevilla llegara a Old Trafford con ventaja en la eliminatoria. El empate a cero no disgustó ni al equipo de Montella ni al Manchester United.

El primer objetivo del Sevilla, al fin y al cabo un advenedizo en estas lides, contra el todopoderoso Manchester United era llegar vivo a la vuelta. Lo hizo. Fuera de esta evidencia, los sevillistas pueden sentirse frustrados por no llevar a Inglaterra un resultado favorable pero también, quizá mucho más, acabaron el partido orgullosos porque no desmerecieron contra un rival que es, más que un equipo, un monumento del fútbol mundial. Los chicos de Unai Emery, hace dos pretemporadas, ganaron 1-3 en Old Trafford. El camino está trazado pero, claro, el rival apretará. De Gea, por desgracia, fue el mejor futbolista sobre el césped.

Se enfrentaban José Mourinho y un entrenador italiano. Los banquillos garantizaban, o sea, que el ataque desbocado no iba a ser la tónica dominante. Y así fue en el arranque, claro. Los dos equipos se afanaron en aparentar dominio con posesiones largas, que no eran sino un truco para defender con la pelota, ya que el toque de los centrocampistas en zona tibia era pura intrascendencia. El Sevilla aspiraba a que una carrera de Muriel sacudiese a los centrales ingleses, duros de cintura como un octogenario bailando rumba, y el United quería que Lukaku, un ropero empotrado, bajase algún balón o rematase lo que cayese, ya fuese una lavadora. Porque el bigardo es capaz de rematar una Zanussi de carga frontal.

Una volea del ariete belga fue el único acercamiento en toda la primera parte de un Manchester cuyo plan inicial se chafó con la lesión de Ander Herrera. No es que lo sustituyese un desecho, nada menos que Pogba entró en su lugar, pero es verdad que los ingleses contaban con tener algo más el balón y la salida del vasco los obligó a defenderse, lo que lograron gracias a De Gea, muy acertado para detener sendos disparos de Muriel y Correa, enorme en un cabezazo de Nzonzi tras una segunda jugada de un córner y sencillamente imperial para evitar, en la última acción del primer periodo, que un testarazo a quemarropa de Muriel abriese el marcador.

Habría sido tan importante marcar antes del descanso... Si algo no le gusta al Manchester United, más bien a su entrenador, es gobernar el partido como habría debido hacer de haberse visto en desventaja. Al contrario, el 0-0 le encantaba y permitió que el Sevilla se adormeciese en un falso dominio, un asedio mendaz en el que no se presentaba más oportunidad que un remate de Lenglet que moría en las manos de De Gea. El caso es que los ingleses llegaban a los minutos finales como más les gusta: con el partido en un puño y el adversario fatigado, motivo por el cual el taimado entrenador de Setúbal llamó a filas al supersónico Rashford y al ultrarrápido Martial. Piernas frescas para acogotar a un Sevilla cuyos cambios se hacían esperar como la petición de mano de Espartaco Santoni.

El partido se decidió sobre un alambre, por detalles nimios. Por ejemplo, alguna decisión del árbitro, el francés Clement Turpin, que no se complicó al anular un gol de Lukaku por mano en el control previo ni en una caída de Navas ante Pogba, que un colegiado puntilloso podría haber sancionado con penalti. Muy poca cosa para decantar semejante batalla. El empate a cero no disgustó a nadie. Montella compitió de igual a igual con un trasatlántico del balompié continental. Mourinho, ese usurero, se jugará el pase a los cuartos en Old Trafford.