Fútbol
Koeman desafía al intocable estilo del Barcelona
El técnico, en entredicho, contradice las ideas del presidente Laporta y de parte de la afición y del entorno y afirma que con lo que tiene no puede ser fiel a la forma clásica de jugar del Barça
Lo de Koeman en el Barcelona no se sabe si tiene solución. Bueno, un poco sí. Si gana al Cádiz, al Levante, al Benfica y al Atlético, sus cuatro próximos partidos, tendrá un descanso que le durará hasta que lleguen un par de tropiezos y el ruido vuelva a aparecer. Si no saca adelante esos compromisos su futuro en el banquillo del Camp Nou seguirá en entredicho o llegará a su fin, si es que se encuentra un sustituto. Lo suyo en realidad parece la crónica de una muerte anunciada desde la pretemporada, salvo que los resultados digan lo contrario, como siempre. Joan Laporta nunca hizo un discurso contundente para defender la apuesta por el neerlandés e incluso tuvieron una pequeña guerra fría todavía antes de la derrota contra el Bayern Múnich que quedó cerrada a medias. Defiende el presidente que además de ganar, el Barcelona tiene que jugar con el estilo Barça. Es un mandatario futbolero y toma partido en estas cuestiones y manda mensajes: que si apostar por el sistema 1-4-3-3, que si le gusta Riqui Puig... Pero no es Koeman un técnico que se deje influenciar y hace lo que cree hasta las últimas consecuencias.
El tema del estilo es recurrente en el conjunto azulgrana. Se tocó la excelencia jugando de una manera y renunciar a ella es un delito para una gran parte de la afición y del entorno. Al final se puede convertir hasta en una losa. Alucinaba Tata Martino el día que se impuso 0-4 al Rayo Vallecano y muchas de las preguntas que le hicieron eran a propósito de que había tenido menos posesión de balón que el modesto conjunto madrileño. Se montó una buena pese al marcador tan abultado. También lo sufrió en parte Luis Enrique y más Valverde cuando elegían una fórmula más vertical y menos pausada para aprovechar la calidad de su tridente ofensivo Messi, Neymar y Luis Suárez. Pero Koeman desafía al estilo. “¿Qué vamos a hacer, jugar tiqui-taqui si no hay espacios? Hicimos lo que teníamos que hacer, que es intentar ganar el partido de otra forma”, contestó. E intenta explicarse: “El sistema básico es el 4-3-3, jugamos como el Barça, pero no tenemos mucha velocidad en banda porque Coutinho va adentro, o Demir. Con Ansu o Dembélé tienes más profundidad en el equipo, y si no hay, no hay, por eso hay que buscar otras maneras... Con Piqué y Araujo arriba. Para mí hay que destacar esto por encima de que no es el fútbol del Barça. El Barça no es el mismo ahora que el de hace ocho años. Perdón, si no me entendéis, la culpa es mía”, dijo resignado, demasiado derrotista quizá.
Aunque no le falte razón en mucho de lo que expone, algunos de los jugadores que tiene a sus órdenes no son novatos en esto. El caso es que el Barcelona terminó con dos centrales como delanteros junto a Luuk de Jong, y colgando balones, lo que para muchos es un sacrilegio en el Camp Nou, incluso en estas circunstancias. En realidad, la llegada de los laterales y los centros también fueron el gran argumento de la primera mitad, pero no estaba el atacante neerlandés, lo que es una contradicción: si la opción es jugar a balones colgados desde las bandas es necesario alguien que los remate.
De una manera u otra, Koeman no consigue que el equipo funcione y la excusa de los lesionados y la crisis económica puede colar contra el Bayern, pero es pobre ante rivales como el Granada. En la primera jornada de Liga y con la experiencia ya del año pasado, se vio un conjunto muy presionante y activo ante la Real Sociedad y parecía que entre todos iban a suplir la gran ausencia de Messi. Pero fue un espejismo. Es más, en esa misma jornada ya vivió un susto del equipo donostiarra cuando parecía tenerlo todo controlado. Sufre en las áreas el Barcelona: ha encajado gol en los cinco partidos que ha disputado y es cierto que también ha marcado siempre, menos contra el Bayern, aunque le cuesta mucho generar ocasiones de gol en jugada. Contra el Granada la primera llegó al filo del descanso y fue un cabezazo de Araujo en una acción a balón parado.
El central canterano es la mejor noticia del Barça en lo que va de curso. El lunes fue el que mejor defendió y el más peligroso en ataque, y el hombre que mostró hambre y fe cuando todo parecía perdido. Ya había sido el único salvable del duelo con el Bayern. La apuesta de Koeman por los jóvenes es valiente (Demir, Balde, Gavi, Pedri ya más asentado, Ansu el año pasado...), pero el clima de tensión no favorece a que puedan desarrollarse y crecer para en un futuro pasar a ser la base de un equipo poderoso.
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