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El Barça sin Messi: acaba una era y empieza una crisis

El cuento de hadas entre el argentino y el club azulgrana terminó mal. El jugador quería quedarse, pero el Barcelona, al que llegó de niño, no le podía pagar porque estaba en quiebra

Messi lloró en su despedida del Barcelona el 8 de agosto de 2021, tres días después de que el club anunciase que no seguía
Messi lloró en su despedida del Barcelona el 8 de agosto de 2021, tres días después de que el club anunciase que no seguíaAndreu DalmauEFE

En la imagen que ilustra esta texto, Messi llora desconsolado. Tenía hasta hipidos y Antonella Roccuzzo, su mujer, le dio el pañuelo con el que se secó las lágrimas y se sonó los mocos. Era el momento que nadie en la Ciudad Condal esperaba ver y en el disparate en el que vivimos ahora se hizo viral que alguien había subastado ese kleenex por un millón de pesos argentinos (unos 9.000 euros), aunque todo olía a «fake». La noticia también levantó ampollas sobre si lo que hace Ibai Llanos es periodismo o no, metido el «streamer» en medio de la polémica por tener el mérito y la habilidad de estar con Messi en París un rato después de la presentación con su nuevo equipo. Por estar, no por hacerle una entrevista que no fue tal. Pero rebobinemos: ¿Messi en París? Sí. Las lágrimas, el pañuelo, la polémica venían a raíz de la rotura de un cuento de hadas que parecía perfecto: Leo, el futbolista que llegó a Barcelona de niño, que hizo su vida allí, creció, se convirtió en el mejor futbolista del mundo, lo ganó todo y era el ídolo absoluto, se tuvo que marchar, y, además, lo hizo de mala manera. Cuando su renovación parecía resuelta y estaban todos de acuerdo, en el club hicieron cuentas y llegaron a la conclusión de que no podían pagar al «10» ni la mitad de lo que estaba cobrando los años anteriores. Messi en Barcelona es una religión y «Dios» abandonó el Olimpo para irse al poderoso PSG, entre ciertos reproches y malas caras con el presidente Joan Laporta, que incluso insinuó que ya se podía haber quedado a jugar gratis...

El caso es que el planeta Barça explotó sin su «Messias», aunque la tendencia era clarísima en esa dirección desde hacía ya unos años. Ya el curso anterior era el delantero el que quería marcharse y se montó un terremoto con su burofax. Se quedó obligado y el año futbolístico lo superaron más o menos con un aprobado, con la conquista de la Copa del Rey, aunque sumando un nuevo fracaso en Europa, el espejo que mostraba la situación real de los azulgrana. El caso es que cuando se quiso ir se tuvo que quedar y cuando se quiso quedar se tuvo que ir. Tanto hablar de que había que estar preparado para cuando se jubilara (tiene 34 años) el futbolista que ha sido la base del equipo los últimos tres lustros, para que el momento se precipitara y no hubiera respuesta ni plan. El club barcelonista perdió a Neymar en 2017, malgastó el dinero que ingresó (y más), fue renovando a jugadores a precios exagerados (también a Messi le iban revisando el contrato cada año hasta llegar a cantidades desorbitadas) y se movía en «Barçagates» dignos de una película de espías cutres. La mala gestión en la etapa de Bartomeu, que tuvo que dimitir para convocar unas elecciones que ganó Laporta; más el empujón que dio la pandemia hicieron ¡booom! El Barcelona se quedó en números rojos de verdad, ahogado por una masa salarial estratosférica y una política de fichajes nefasta. El absurdo llegó hasta el punto de que se contrataron jugadores el pasado verano a los que no se sabía si se podían inscribir para no romper el «fair play» financiero, o de tener que vender también a Griezmann una vez comenzada la Liga para reducir el gasto en sueldos. Si hubiera sido una empresa, las cifras indicaban que estaba en quiebra técnica.

La entidad acaba de aprobar el macroproyecto del Espai Barça y el Nou Camp Nou, lo que supone pedir un crédito de 1.500 millones, y los pasos a partir de ahora deben ser cuidadosos, porque el equipo está sobreviviendo gracias a una panda de adolescentes talentosos que tiran del carro y que bien rodeados pueden hacer renacer al equipo y mal gestionados pueden quemarse. La eliminación de la Champions en la fase de grupos le ha colocado en su sitio: ahora es un equipo nivel Europa League, competición en la que ni siquiera es el gran favorito. Y en diciembre ya no pelea por ser campeón de Liga. El nuevo líder, el nuevo «Messias» es Xavi, un hombre destinado a volver al club después de ser leyenda como jugador, pero que también puede abrasarse al hacerlo justo en este momento. El técnico alucina con los jugadores que tiene a sus órdenes, con que el equipo que dejó en 2015 no se parece en nada al que ha cogido. Gavi, Nico, Abde, Pedri, Araujo... hacen lo que pueden mientras en el club se filtra que Haaland es el fichaje del futuro, la ilusión, como el Ronaldinho de la antigua etapa de Laporta en la presidencia. Pero Javier Tebas, el máximo mandatario de LaLiga, pone hielo a la situación: «Ahora el Barça no lo puede fichar».