Liga de Naciones
Kane desarma a España
El capitán inglés hizo un agujero a la selección de Luis Enrique sin necesidad de marcar ninguno de los tres goles de su equipo. La reacción de la segunda mitad no fue suficiente para lograr el empate.
El capitán inglés hizo un agujero a la selección de Luis Enrique sin necesidad de marcar ninguno de los tres goles de su equipo. La reacción de la segunda mitad no fue suficiente para lograr el empate.
Harry Kane fue suficiente para desmontar la euforia exagerada que rodeaba a España en su camino en la Liga de Naciones. El capitán inglés es uno de los mejores rematadores del mundo, pero no necesitó marcar para desarmar al equipo de Luis Enrique. Porque además de delantero, es futbolista. Y lejos de ser el clásico poste de teléfonos al estilo Cascarino que asomaba el «9» por los campos británicos con la única misión de bajar los pelotazos que llegaban desde atrás y rematar lo que le llegara a la cabeza, Kane añade valor a la posición de delantero centro. También tiene que dedicarse a aguantar la pelota, pero además sabe mirar a la espalda de la defensa contraria. Y detrás de la española había mucho terreno por el que aprovechar la velocidad de Rashford y Sterling.
Dice Kane que mejoró su visión de juego a la fuerza, cuando el Tottenham le obligaba a jugar por detrás de otro delantero, como le ocurrió con Roberto Soldado. Y tuvo que aprender a hacer algo más que rematar. Hasta que en su equipo se dieron cuenta de que no iban a encontrar otro delantero mejor.
El «9» de Inglaterra aprovechó que los mediocentros de España no lo presionaban y que los centrales no cuidaban sus espaldas por más que les insistiera Luis Enrique. Y se encontró con Rashford y Sterling, como en el primer gol. Abrió la pelota a la izquierda por donde llegaba Rashford, que vio la aparición de Sterling para rematar. La escena fue parecida en el segundo, aunque esta vez abrevió para pasar directamente a Rashford. Y en el tercero encontró además la colaboración de Busquets, al que le robó el balón antes de entregárselo a Sterling para que cerrara la goleada en media hora. Tampoco los extremos tenían quien corriera detrás de ellos. El público del Villamarín pitaba entonces a la selección con la misma intensidad con la que había despreciado con sus silbidos el himno inglés antes del comienzo del encuentro.
Inglaterra se sentía libre y le funcionaba todo. Southgate abandonó la defensa de cinco que lo acompañó durante todo el Mundial y protegió más el centro del campo con Winks y Barkley. Entre los tres devoraron a los centrocampistas españoles, que nunca encontraron la manera de hacer jugar al equipo. Y así, tampoco había manera de que los delanteros se encontraran con la pelota y con el partido. Thiago se perdía en detalles que no llevaban a ningún sitio. Estética sin sentido del juego. Y Busquets y Saúl parecían fuera de sitio.
La respuesta de Luis Enrique fue dar paso a Alcácer, el delantero infalible. Y funcionó a medias. El jugador del Dortmund marcó nada más entrar en el campo, en un remate de cabeza a la salida de un córner sacado por Asensio.
El gol sirvió de estímulo a España, pero no desmoronó a Inglaterra, que no se asustó por lo que se le podía venir encima. Ni siquiera se descompuso cuando Southgate recuperó la defensa de cinco con la entrada de Kyle Walker.
Tampoco así pudo encontrar España la espalda de la defensa. Alcácer intentaba colaborar en la creación de juego, pero para eso había entrado Ceballos. El madridista es un jugador de asociación que se ofrece a todos y que juega con todos. Y eso es lo que necesitaba la Roja, alguien que aguantara la pelota para que el equipo se sintiera seguro.
España creció en intensidad y en control del juego. Y reclamó con insistencia un penalti de Pickford a Rodrigo. El portero inglés sufre con los pies, pero sus compañeros no se ahorran los pases atrás. En una de ésas se enredó con la pelota ante la presión del delantero español. Pero los dos se habían agarrado mutuamente y el árbitro, con generosidad, dio córner, aunque tampoco llegó a ningún sitio.
Luis Enrique puso más delanteros en el campo con la entrada de Morata, pero no pudo corregir lo que se había perdido en la primera mitad. Con el tiempo cumplido, llegó el segundo gol en un cabezazo de Sergio Ramos en el área. El capitán ya estaba convertido en un delantero más, pero no hubo tiempo para cerrar la remontada. Marcó España y el árbitro pitó el final. La euforia alrededor de la Roja desaparece, a pesar de la reacción en la segunda mitad. Luis Enrique tiene camino por hacer.
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