Atlético de Madrid

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Mandzukic en la pasarela del «9»

La Razón
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La fauna de los delanteros centro, esa especie protegida a veces por los sabios del fútbol, pero perseguida en otras por las tácticas de los «amarrateguis» y ese invento moderno del «9 mentiroso», jamás estará en peligro de extinción. Los hay que saben fijar a los centrales o moverlos de lado a lado para abrir paso a la llegada de la segunda línea; están los pistoleros oportunistas; los cabeceadores clásicos; los que saben combinar la cabeza con un aceptable manejo de los pies...

- Una lista espectacular

A propósito de los arietes, de los delanteros centro como Dios manda, el Atlético se ha convertido en uno de los mejores cuidadores de la selva, si no el mejor, obligado a vender año tras año a sus depredadores del área para hacer caja y saldar deudas con Hacienda, y a sustituirlos por otros que siempre han mantenido el ritmo de caza. Sin remontarnos en la historia al maravilloso José Eulogio Gárate, el «ingeniero del área», en los últimos años el Atlético ha lucido en esa «Pasarela del 9» del Calderón a los Penev, Vieri o Hasselbaink, y qué decir del «Niño» Torres, el Kun Agüero, Forlán, el «tigre» Falcao, Villa o Costa. Mandzukic es el último ejemplo.

- La sombra de Diego Costa

El croata tiene ante sí el monumental reto de hacer olvidar a Diego Costa, que ya triunfa en la Premier en esa sucursal rojiblanca en que se ha convertido el Chelsea de Mourinho. Mandzukic no es jugador de corte técnico, no es un exquisito del balón, pero es peleador, sabe buscar las espaldas a los centrales enemigos y rematar con intención. Ya ha empezado a ganarse al Calderón no sólo por su gol al Madrid que valió la Supercopa de España, sino también porque ya se ha convertido en otra «fiera» del Cholo. Ah, el Cholo Simeone, el hombre que se ha ganado a pulso la catarata de elogios que le llueven por un trabajo impecable, descomunal... pero también una sanción ejemplar por su lamentable, antideportivo y esperpéntico «show». Simeone lleva días pasando la raya, cruzando el límite. Se ha ganado a pulso un castigo. Y lo tendrá.