Selección Española

Llevas un entrenador dentro

Antes del encuentro de esta tarde, estaremos dando vueltas a la alineación que tiene que sacar Hierro. Seremos un poco como Lopetegui: tanto esfuerzo para que al final, pasen de nosotros

Fernando Hierro con Albert Celades, ayer, preparando el partido de España de hoy / Efe
Fernando Hierro con Albert Celades, ayer, preparando el partido de España de hoy / Efelarazon

Antes del encuentro de esta tarde, estaremos dando vueltas a la alineación que tiene que sacar Hierro. Seremos un poco como Lopetegui: tanto esfuerzo para que al final, pasen de nosotros.

Lo bueno de que el partido sea a la hora de la siesta es que apenas vamos a tener tiempo para dar vueltas a la alineación que Hierro tendrá que sacar contra Rusia. Entre que el domingo te levantas tarde y que da como más pereza hacer cualquier cosa, cuando nos queramos dar cuenta, ya estaremos delante de la televisión. Va a ser como una de esas gloriosas tardes del Tour de julio, cuando después del gazpacho y la tarrina de medio kilo de helado que te has comido cucharadita a cucharadita, te tumbas en el sofá, a hacer el deporte del día, sufriendo con los ciclistas... hasta que te duermes.

Hoy no va a suceder eso, creo, porque el fútbol lo vemos con mucho más interés que el ciclismo por una sola razón: lo miramos mucho más cabreados. Es como si nos fuera algo nuestro en el partido de esta tarde. Quizá sea porque nos sentimos responsables después de todo lo que hemos pensado para intentar solucionar el centro del campo y el agujero en la defensa.

Nos sentimos un poco como Lopetegui. Hemos hecho tanto por esta selección y nos han reconocido tan poco.

No conozco a nadie que no diga que trabaja un montón (aunque te lo cuente a las 12:00 de la mañana de un martes y no dejé de escribirte hasta la hora de la comida), que no piense que todos los políticos y los árbitros se equivocan (todos, ojo) y que sepa los cambios que tiene que hacer Hierro para ganar la Rusia de Cheryshev (si es que no está sancionado y no se acuerda).

Se supone que ser entrenador es complicado: hay que manejar muchas variables, estudiar a los rivales, comprender a los jugadores, tener suerte y todas esas cosas. Luego, sin embargo, oyes los discursos de los técnicos en los descansos (ésa que contó Ray Loriga que le contó Figo de Del Bosque: «Al principio decía, “chicos, haced lo que sabéis”. Y si en el descanso la cosa no iba bien, decía: “Haced lo que sabéis, pero más rápido porque vamos perdiendo''»). O escuchas los comentarios técnicos de Camacho como comentarista, te lo imaginas en un vestuario diciendo lo mismo y piensas que si un día los sobacos de tu camisa te sudan tanto como a él puede que entonces seas un buen entrenador.

Dice una de las leyes de Murphy que más importante que arreglar algo es encontrar a un culpable de que se haya roto. Así que más que ensayar penaltis, si yo fuera seleccionador, lo que haría durante todo el día hasta la hora del partido, sería buscar a ver a quién le puedo echar la culpa de una posible eliminación.

Todos llevamos un entrenador dentro, menos Maradona. Él llevaba uno. Luego se lo comió.