Vuelta a casa
Mundial de Qatar 2022. España echa de menos los cuartos de final
En los últimos tres Mundiales el tope de España han sido los octavos. En Qatar, con una plantilla de jugadores muy parecidos y sin autocrítica, se ha vuelto a estrellar
La derrota contra Marruecos en los penaltis ha devuelto a España a una era anterior, al tiempo en que los cuartos de final eran el límite para la selección. Un tiempo en el que se marchaba de los Mundiales en esa ronda después de prórroga y penaltis. Así fue en México’86 y en Corea 2002. En Estados Unidos’94 no hizo falta ni siquiera la tanda para caer eliminados ante Italia.
Pero la barrera era más psicológica que real. España no ha vuelto a llegar hasta ahí después de ser campeona del mundo. En 2104 se volvió a casa después de la primera fase y los octavos de final han puesto el límite en los Mundiales de Rusia 2018 y el actual de Qatar. Hace cuatro años la caída fue idéntica, después de dominar con más de mil pases para caer desde el punto de penalti.
Pero si se mira atrás, sólo en tres de los últimos siete Mundiales España ha conseguido llegar hasta los cuartos de final. Desde que Dragan Stojkovic mandó a casa a la Roja en Italia’90, sólo en 1994, en 2002 y en 2010, cuando España fue campeona, se alcanzaron los cuartos de final. Una «hazaña» que se repetía cada ocho años hasta que en 2018 hubo un salto.
España se ha ido a casa con las mismas sensaciones con las que regresaba en el siglo pasado. Del «jugamos como nunca y perdimos como siempre» de Míchel, se ha pasado al «felicito a los jugadores por cómo se han comportado y, en general, por el Mundial» de Luis Enrique. Sólo ha ganado tres partidos en los Mundiales desde que fue campeona en 2010 y Luis Enrique sólo ha ganado un partido por torneo en los noventa minutos. Ante Eslovaquia en la Eurocopa y ante Costa Rica en el Mundial. También ganó a Croacia en el torneo continental, pero necesitó la prórroga.
La falta de autocrítica, al menos de puertas para afuera, no ha ayudado a corregir la inercia de un equipo en caída desde el 7-0 inicial ante Costa Rica. «Al equipo le pongo un notable alto o un sobresaliente bajo», decía Luis Enrique antes de jugar contra Marruecos en los octavos de final. Y sólo se quejaba de diez minutos de despiste contra Japón.
Pero España, en realidad, había jugado bien, y dominado, sólo en el primer partido y una hora del segundo encuentro ante Alemania. En el último tramo los alemanes desbordaron a España y, contra Japón, aunque la Roja tuvo la pelota, no supo cómo utilizarla.
Dio más de mil pases, pero muy pocos en la zona de peligro. Lo mismo que sucedió contra Marruecos y lo mismo que había sucedido cuatro años atrás.
Tampoco la gestión del equipo ha demostrado ser la mejor. El mejor defensa de la Roja ha sido Rodri, un centrocampista que antes de la convocatoria para el Mundial sólo había jugado 45 minutos en esa posición en el partido decisivo para la fase final de la Liga de Naciones.
Contra Marruecos fue otro centrocampista, Marcos Llorente, el que jugó de lateral derecho, y Morata, el único delantero del equipo, volvió a dejar su sitio a Asensio. Luis Enrique valora la polivalencia de sus jugadores, pero la elección de la plantilla ha dejado a la Roja sin alternativas.
No había un plan B si el partido se atascaba, como le sucedió contra Japón y contra Marruecos. No había un cabeceador en el banquillo que pudiera permitir que la selección buscara otras vías para llegar al gol. Como le sucedía a la España de Del Bosque con Fernando Llorente en el Mundial de 2010, o con Álvaro Negredo dos años después en la Eurocopa que ganó en Polonia y en Ucrania. Pero no era la única alternativa, porque también tenía jugadores capaces de desbordar por regate y no sólo por asociación, como Jesús Navas.
Luis Enrique tiene menos talento para elegir, pero en su plantilla todos los jugadores son intercambiables porque todos son parecidos. Por eso Yeremy Pino no ha llegado a debutar, a pesar de ser el que tiene más perfil de regateador y de jugador capaz de agilizar el ataque de un equipo, y Sarabia, por ejemplo, sólo apareció en los últimos dos minutos de la prórroga contra Marruecos y para lanzar uno de los penaltis que, además, falló. Esa es la única autocrítica que ha hecho Luis Enrique, además de culparse del fracaso de forma general, la falta de minutos de Sarabia. Esa autocrítica es la que echa de menos su antiguo segundo entrenador, Jesús Casas. «Elige a los que te ayuden a ver lo que tienes que ver, no lo que tú quieres ver», dijo en Twitter antes de borrar el mensaje.
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